¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
La paz social no se compra con dinero
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Aun
cuando estaba más que prevista la postura que tomaría el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a la hora de
dictaminar el resultado de la elección presidencial, causó asombro y
enojo la desfachatez de los magistrados para descalificar las
impugnaciones del Movimiento Progresista, pues llegaron al extremo de
regañar y acusar de ineptos y falaces a los abogados que prepararon el
recurso de nulidad. Así queda sellada la muerte de la democracia, toda
vez que la oligarquía le niega de manera terminante al pueblo su derecho
a designar a sus gobernantes.
La sesión en la que el Tribunal Electoral decretó la validez de los
comicios más viciados de la historia contemporánea, pero al mismo tiempo
más hábilmente estructurados y organizados desde las mismas
instituciones electorales, demostró la calidad de simples empleados del
Ejecutivo que tienen los magistrados. Se esmeraron en quedar bien con
quien será su jefe, Enrique Peña Nieto, del mismo modo que lo habían
hecho los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE). Así se
ratifica la imposibilidad de que haya cambios en México que favorezcan
avances democráticos, por elementales que sean, por la vía electoral.
Dijo Leonardo Valdés Zurita, presidente consejero del IFE, que es hora
de “abrir un nuevo capítulo en el que se privilegien la negociación y
los acuerdos”. No necesitó decir que siempre y cuando tales
negociaciones y acuerdos sean sobre las reglas que nos imponga el grupo
en el poder. Eso es lo que querían los porfiristas hace cien años, sólo
que se negaron a seguirlo haciendo los seguidores de Francisco I.
Madero, a sabiendas de que prestarse a ese juego perverso equivalía a
mantener un estado de cosas inaceptable para las masas campesinas
largamente explotadas.
¿Cómo se atreve Valdés Zurita a demandar lo que nunca han permitido sus
patrones? ¿No acaba de patentizar el Tribunal Electoral su indisposición
a negociar nada que no le sea autorizado por la oligarquía? Es obvio
que lo único negociable para el grupo en el poder es qué tanto está
dispuesta la oposición a ceder en sus posiciones, no para favorecer
cambios democráticos, sino para facilitarles la imposición de sus
proyectos entreguistas y sus políticas antidemocráticas. Resistir las
presiones en ese sentido será la principal responsabilidad que tendrán
en el Congreso los líderes de las bancadas del Movimiento Progresista.
Se confirma que las instituciones del Estado, en la actualidad, están
plenamente al servicio de grupos de poder desvinculados del interés
supremo de los mexicanos, de salvaguardar la paz social y encauzar un
progreso que permita asegurar un mejor futuro a la nación. Está visto
que el único interés, de quienes están al frente de las principales
instituciones, es evitar que el sistema político sufra desviaciones no
permitidas por los grupos de poder. Quieren mantener a toda costa la
vigencia del neoliberalismo, aunque ello signifique la total ruptura del
Estado de derecho. Total, con echarle la culpa a la izquierda se
justificaría la canallada.
El exhorto de Valdés Zurita, de “encaminarnos a una nueva etapa de
civilidad democrática”, es la demostración de un cinismo monumental. En
sus manos estuvo la oportunidad de abrir las puertas de esa “nueva
etapa”, de haber actuado con apego a lo señalado por el artículo 41
constitucional, pero en vez de ello las cerró y ya no será fácil
abrirlas. Queda demostrado, asimismo, que la oligarquía no acepta, ni
por asomo, coexistir con una izquierda por moderada que sea, sino
construir un sistema bipartidista al estilo estadounidense, en los
hechos ya funcionando: el PRIAN.
Con su vergonzosa actuación, los magistrados del Tribunal Electoral
acabaron de liquidar la posibilidad de que México acceda por la vía
institucional a una democracia participativa que garantice un mejor
futuro a los mexicanos. Le hicieron un daño irreparable a la nación, que
los colocará en las páginas más negras de la historia, cuando se revise
el periodo más aciago vivido por los mexicanos luego de tres décadas de
entreguismo del Ejecutivo a los dictados de los grupos de poder que ven
a México como un apetecible botín que quieren para ellos solos, de
ninguna manera compartirlo con el pueblo, ni siquiera dejarle las
migajas.
Porque en el fondo esa es la causa fundamental de la crisis política que
estamos viviendo: la repartición de las riquezas nacionales entre una
oligarquía sedienta de poder, que mira la democracia como un gran
peligro, y por extensión a todos los luchadores sociales, como Andrés
Manuel López Obrador, como la personificación de los riesgos que pueden
correr sus mezquinos intereses. Por eso, una vez consumado el atraco, al
PRI y a la oligarquía les urge “tapar el hoyo”, entrar a la etapa de
las “negociaciones y los acuerdos”, al fin que para eso sí hay dinero.
Sin embargo, el futuro de los mexicanos no se puede comprar con dinero,
sino con patriotismo.
(guillermo.favela@hotmail.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario