¡¡Exijamos lo Imposible!!
Cuidado con el espurio
Julio Pimentel Ramírez
Este dieciséis de febrero inicia el confuso período de intercampañas que se prolonga hasta el 29 de marzo, en el que según las indicaciones del Instituto Federal Electoral (IFE) los candidatos no podrán asistir a mítines, marchas, reuniones públicas, debates en los que promuevan imagen y aspiraciones; mientras que ellos y sus partidos no podrán difundir spots y sus plataformas. Estos lineamientos generales añaden una dosis más de incertidumbre sobre lo que se puede o no hacer en estos 45 días, incluso dirigentes partidarios dicen que lo que no está prohibido está permitido.
Lo que es claro es que el IFE no será capaz de poner freno al ilegítimo Felipe Calderón que se encuentra en plena campaña electoral, utilizando los recursos y el aparato de Estado en sus desesperados intentos por evitar la eminente derrota del PAN y su candidata, la yunkista Josefina Vázquez Mota. También será difícil que tengan la voluntad y decisión de poner un coto a la cúpula de la Iglesia Católica -que viola la Constitución al participar en política- que lanza directivas a sus fieles para que rechacen a la izquierda.
La frustración de Calderón en los últimos tiempos es evidente, una de las causas perdidas que lo sacudió y lo hizo verse en el espejo de la debacle, fue el proceso electoral de Michoacán en el que a pesar de una larga estrategia que comenzó desde diciembre de 2006 y en el que destacó el uso faccioso de la justicia para erosionar al gobierno perredista de esa entidad (el llamado “michoacanazo” es el paradigma de la manipulación del fenómeno del narcotráfico para golpear enemigos políticos y favorecer a sus cercanos y/o aliados).
Ya se ha denunciado la manera en que se utilizó a las delegaciones federales para hacer crecer la presencia política de la hermana preferida, Luisa María Calderón, con la intención de imponerla en el Solio de Ocampo “haiga sido como haiga sido”.
Sin embargo, como ya es conocido la estrategia de debilitar al gobierno del PRD en Michoacán, combinado con graves errores de este partido, sí derivó en que se cerrara el breve ciclo de administraciones de izquierda, pero no en el sentido deseado por la familia, nos referimos a la de Calderón, sino que después de un complejo proceso de calificación electoral finalmente se ratificó el triunfo priísta obtenido en las urnas el 13 de noviembre.
Las impugnaciones del PAN y del PRD en el sentido de que los resultados electorales se vieron decididamente influidos por la intervención del narcotráfico, no convencieron a los magistrados de la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que de último momento, después de eludir previsibles presiones de la cúpula del poder, de manera unánime las desecharon y declararon válidas las elecciones de Michoacán.
En este contexto se presenta el relevo del titular de la Fiscalía Especializada para Delitos Electorales (FEPADE), José Luis Vargas, y su sustitución por una funcionaria incondicional de la procuradora General de la República Marisela Morales y por ende de Felipe Calderón. El PRI, partido con larga experiencia en las grillas palaciegas, denunció esta decisión con antelación y alertó que se trata de poner a un personaje moldeable que obedezca a pies juntillas las órdenes que se le den, todo con la mirada puesta en la elección del 1 de julio.
Es claro, como dice la dirigencia del PRD y el precandidato de la izquierda, que “el que nada debe nada teme” y que lo importante es combatir la corrupción en cualquier tiempo, electoral inclusive, además de que esos relevos son atribuciones legales del titular del Ejecutivo.
Es entendible esa posición, sobre todo si con ello se erosiona la posición del precandidato que va arriba en las encuestas más o menos manipuladas. Pero hay que poner las cosas en contexto y no perder de vista que este cambio en tiempos electorales significa que Calderón intensificará su injerencia en el proceso, por lo pronto atacando los flancos débiles del PRI.
No se trata de defender al dinosaurio priísta –para pocos son desconocidas las versiones, muchas sólidamente sustentadas, de los vínculos de destacados políticos del PRI con el mundo del crimen organizado- sino destacar que en su desesperación Felipe Calderón y sus principales funcionarios, entre ellos Genaro García Luna (también denunciado por sus ligas con el narco) pueden colocar el proceso electoral de este año en grave riesgo, algo que no conviene a las fuerzas progresistas y a los mexicanos en general.
No hay que perder de vista que las actuales diferencias del PAN y el PRI, que adquieren tonos subidos e incluso se traducen en golpes bajos de toda índole, pueden en su momento ser superadas mediante la negociación pues sus cúpulas partidarias representan dos caras de la misma moneda, del mismo proyecto económico y político de dominación. Reiteramos, en circunstancias de definición, cuando las contradicciones alcancen su máxima expresión, ambos dirigirán sus baterías en contra de Andrés Manuel López Obrador, comprometido con la alternativa de cambio real, no cosmético.
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