¡¡Exijamos lo Imposible!!
Hablar hasta con el Diablo para parar la violencia
Álvaro Cepeda Neri
Maquiavelo pone en boca de uno de sus héroes la alabanza de
aquellos que colocan la grandeza de la patria, por encima de la
salvación de sus almas
Max Weber, El político y el científico
Ernesto Cordero es el títere por medio del cual el inquilino de Los Pinos la hace de ventrílocuo para, con sus panistas, sólo hablar con su Dios. Católicos ellos, ahora también buscan la salvación de sus almas
en la secta evangelista de La Casa sobre la Roca, dirigida por los
esposos Orozco: uno desde el Instituto Nacional de las Personas Adultas
Mayores, cuya base de datos personales se apropiaron para darlos de alta
en su iglesia; y la esposa desde una diputación federal, ambos cargos
obsequiados por el presidente Felipe Calderón y la primera dama
Margarita Zavala. Esos panistas no han sabido diferenciar lo que el
obispo de Hipona (San Agustín) definió como la Ciudad de Dios y la
Ciudad del Diablo. Y no han, siquiera, al menos leído un párrafo
iluminador de Max Weber, en su célebre ensayo El político y el científico.
Éste escribió: “Quien quiera en general hacer política y, sobre
todo, quien quiera hacer política como profesión, ha de tener conciencia
de estas palabras éticas (ética en sus implicaciones democráticas) y de
su responsabilidad por lo que él mismo, bajo su presión, puede llegar a
ser. Repito, que quien hace política pacta con los poderes diabólicos
que acechan en torno de todo poder”.
Y líneas adelante, el sabio pensador alemán-universal escribe:
“Quien busca la salvación de su alma y la de los demás, que no busque
por el camino de la política, cuyas tareas, que son muy otras, sólo
pueden ser cumplidas mediante la fuerza [obviamente de acuerdo con el
autor: con la fuerza del Estado, del derecho vigente, del imperio de la
ley]. El genio o demonio de la política vive en tensión interna con el
dios del amor, incluido el dios cristiano en su configuración
eclesiástica, y esta tensión puede convertirse en todo momento en un
conflicto sin solución […] Los que quieran salvar su alma que ingresen a
un convento”.
Traigo a colación esta cita, porque Calderón, su grupo y su secta religiosa pusieron el grito en el cielo
cuando abortaron, de su arsenal de ataques contra la oposición
política, que el Partido Revolucionario Institucional estaría dispuesto a
pactar con los capos (encabezados por Joaquín Guzmán Lorea, el Chapo, al que los foxistas dejaron escapar y quien, se asegura, tiene tratos diabólicos con algunos calderonistas para que ponga orden centralizado del narcotráfico bajo su mando)… ¡Hablar con el Diablo, huy… qué miedo! El asunto es que en política es necesario hablar con los dioses y con los demonios,
si así se logra pactar, como en el caso mexicano, la restauración de la
paz social, el hasta aquí a la violencia e impedir esta guerra militar
contra la barbarie del narcotráfico y las otras delincuencias que han
florecido al amparo de la siembra, comercialización y tráfico de las
drogas, cuando es posible solucionar el problema con el modelo suizo.
Hablar con el Diablo es pecado, dicen Calderón y los del
Partido Acción Nacional (PAN) que siguen contraviniendo lo que Jesús
contestó a la provocación de si los habitantes de Judea debían o no
pagar impuestos; respuesta del creador del cristianismo (que Roma
transforma en catolicismo) que cortó de tajo la política de la
religión (y fundamentó la separación del Estado de las iglesias, sobre
el laicismo democrático): “Dad al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios”.
Pero los panistas-calderonistas han preferido fracasar rezando padrenuestros
para desgraciar al país y enterrarnos en la violencia homicida de casi
60 mil muertos entre criminales, militares y miles de mexicanos ajenos
al conflicto.
Así que si es necesario hablar con el Diablo para detener este baño de sangre,
secuestros, desplazados, exiliados, emigrantes, cárceles atascadas (y
escasez de escuelas), no hay más que seguir aquello de que “debe
hablarse con Dios y con el Diablo”. Ya los panistas hablaron con su dios. Toca ahora hablar con el Diablo para
de una vez por todas salir de las estupideces de Calderón que lleva en
aumento una violencia anticonstitucional (con todo y que el Estado es
quien ha de monopolizar ésta, y hacer cumplir la ley contra quienes la
contravienen), pues su “estrategia” es, también, antidemocrática y
antirrepublicana.
Ya las instituciones están contra la pared por la virulenta
respuesta de los narcotraficantes que están decididos, con todo y las
bajas en sus cuadros (sustituidos de inmediato, sobre la marcha de las ejecuciones)
a no ceder y prefieren el exterminio tanto de ellos, como de las
fuerzas militares-marinas-policiacas. Hay agentes de la agencia
antidrogas estadunidense infiltrados entre los narcos y policías,
con centros de inteligencia, solapados y reconocidos por la secretaria
de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa Cantellano, y la
coordinadora de Comunicación Social de la Oficina de la Presidencia,
Alejandra Sota, quienes han dado la cara para decirnos que
Washington-Barack Obama-Agencia Central de Inteligencia están en nuestra
casa… ¿y qué?
Los mexicanos queremos paz e implantar la vigencia total de la
Constitución, con un Estado, gobierno y sociedad como los cuatro pilares
sobre los cimientos de la nacionalidad.
El PAN y Calderón fracasaron, no garantizan la seguridad y eso
impide resolver los problemas económicos, sociales, culturales y
políticos.
No es con padrenuestros (como le dijeron los Medici al monje
Girolamo Savonarola), como ha de gobernarse, sino republicana y
democráticamente, para resolver nuestros problemas con más democracia,
laicismo, tolerancia y más igualdad a mujeres, víctimas de cientos de
miles de feminicidios.
¿Hablar con el Diablo? Sí, porque es necesario, para imponer la paz social.
*Periodista
[TEXTO PARA TWITTER: Hablar con Dios y con el Diablo para frenar la violencia: Cepeda Neri]
No hay comentarios:
Publicar un comentario