lunes, 21 de noviembre de 2011

Quién hace política pacta hasta con lucifer

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Hablar hasta con el Diablo para parar la violencia


 
Maquiavelo pone en boca de uno de sus héroes la alabanza de aquellos que colocan la grandeza de la patria, por encima de la salvación de sus almas


Max Weber, El político y el científico



Ernesto Cordero es el títere por medio del cual el inquilino de Los Pinos la hace de ventrílocuo para, con sus panistas, sólo hablar con su Dios. Católicos ellos, ahora también buscan la salvación de sus almas en la secta evangelista de La Casa sobre la Roca, dirigida por los esposos Orozco: uno desde el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, cuya base de datos personales se apropiaron para darlos de alta en su iglesia; y la esposa desde una diputación federal, ambos cargos obsequiados por el presidente Felipe Calderón y la primera dama Margarita Zavala. Esos panistas no han sabido diferenciar lo que el obispo de Hipona (San Agustín) definió como la Ciudad de Dios y la Ciudad del Diablo. Y no han, siquiera, al menos leído un párrafo iluminador de Max Weber, en su célebre ensayo El político y el científico.


Éste escribió: “Quien quiera en general hacer política y, sobre todo, quien quiera hacer política como profesión, ha de tener conciencia de estas palabras éticas (ética en sus implicaciones democráticas) y de su responsabilidad por lo que él mismo, bajo su presión, puede llegar a ser. Repito, que quien hace política pacta con los poderes diabólicos que acechan en torno de todo poder”.


Y líneas adelante, el sabio pensador alemán-universal escribe: “Quien busca la salvación de su alma y la de los demás, que no busque por el camino de la política, cuyas tareas, que son muy otras, sólo pueden ser cumplidas mediante la fuerza [obviamente de acuerdo con el autor: con la fuerza del Estado, del derecho vigente, del imperio de la ley]. El genio o demonio de la política vive en tensión interna con el dios del amor, incluido el dios cristiano en su configuración eclesiástica, y esta tensión puede convertirse en todo momento en un conflicto sin solución [] Los que quieran salvar su alma que ingresen a un convento”.


Traigo a colación esta cita, porque Calderón, su grupo y su secta religiosa pusieron el grito en el cielo cuando abortaron, de su arsenal de ataques contra la oposición política, que el Partido Revolucionario Institucional estaría dispuesto a pactar con los capos (encabezados por Joaquín Guzmán Lorea, el Chapo, al que los foxistas dejaron escapar y quien, se asegura, tiene tratos diabólicos con algunos calderonistas para que ponga orden centralizado del narcotráfico bajo su mando)… ¡Hablar con el Diablo, huy… qué miedo! El asunto es que en política es necesario hablar con los dioses y con los demonios, si así se logra pactar, como en el caso mexicano, la restauración de la paz social, el hasta aquí a la violencia e impedir esta guerra militar contra la barbarie del narcotráfico y las otras delincuencias que han florecido al amparo de la siembra, comercialización y tráfico de las drogas, cuando es posible solucionar el problema con el modelo suizo.


Hablar con el Diablo es pecado, dicen Calderón y los del Partido Acción Nacional (PAN) que siguen contraviniendo lo que Jesús contestó a la provocación de si los habitantes de Judea debían o no pagar impuestos; respuesta del creador del cristianismo (que Roma transforma en catolicismo) que cortó de tajo la política de la religión (y fundamentó la separación del Estado de las iglesias, sobre el laicismo democrático): “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.


Pero los panistas-calderonistas han preferido fracasar rezando padrenuestros para desgraciar al país y enterrarnos en la violencia homicida de casi 60 mil muertos entre criminales, militares y miles de mexicanos ajenos al conflicto.


Así que si es necesario hablar con el Diablo para detener este baño de sangre, secuestros, desplazados, exiliados, emigrantes, cárceles atascadas (y escasez de escuelas), no hay más que seguir aquello de que “debe hablarse con Dios y con el Diablo”. Ya los panistas hablaron con su dios. Toca ahora hablar con el Diablo para de una vez por todas salir de las estupideces de Calderón que lleva en aumento una violencia anticonstitucional (con todo y que el Estado es quien ha de monopolizar ésta, y hacer cumplir la ley contra quienes la contravienen), pues su “estrategia” es, también, antidemocrática y antirrepublicana.


Ya las instituciones están contra la pared por la virulenta respuesta de los narcotraficantes que están decididos, con todo y las bajas en sus cuadros (sustituidos de inmediato, sobre la marcha de las ejecuciones) a no ceder y prefieren el exterminio tanto de ellos, como de las fuerzas militares-marinas-policiacas. Hay agentes de la agencia antidrogas estadunidense infiltrados entre los narcos y policías, con centros de inteligencia, solapados y reconocidos por la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa Cantellano, y la coordinadora de Comunicación Social de la Oficina de la Presidencia, Alejandra Sota, quienes han dado la cara para decirnos que Washington-Barack Obama-Agencia Central de Inteligencia están en nuestra casa… ¿y qué?


Los mexicanos queremos paz e implantar la vigencia total de la Constitución, con un Estado, gobierno y sociedad como los cuatro pilares sobre los cimientos de la nacionalidad.


El PAN y Calderón fracasaron, no garantizan la seguridad y eso impide resolver los problemas económicos, sociales, culturales y políticos.


No es con padrenuestros (como le dijeron los Medici al monje Girolamo Savonarola), como ha de gobernarse, sino republicana y democráticamente, para resolver nuestros problemas con más democracia, laicismo, tolerancia y más igualdad a mujeres, víctimas de cientos de miles de feminicidios.


¿Hablar con el Diablo? , porque es necesario, para imponer la paz social.


*Periodista


[TEXTO PARA TWITTER: Hablar con Dios y con el Diablo para frenar la violencia: Cepeda Neri]

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