Muertos de Calderón
Edgar González Ruiz Francisco Blake Mora y Felipe de Jesús Zamora, secretario y subsecretario de Gobernación del gobierno espurio, vienen a sumarse a la larga lista de muertos que ha dejado este sexenio, sea por la supuesta guerra contra el narco, o por misteriosos accidentes dentro de la clase política. Es obligado recordar que en noviembre de 2008, la aeronave que transportaba al entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, se desplomó en pleno Distrito Federal; el joven empresario había ocupado un lugar especial en el volátil afecto del ilegítimo, hasta poco tiempo antes.
Exactamente lo mismo le ocurrió a Blake Mora el pasado 11 de
noviembre, cuando se dirigía en helicóptero a la ciudad de Cuernavaca.
Felipe Calderón y otros funcionarios se apresuraron a señalar que el
percance fue culpa de la “nubosidad”, convertida providencialmente en un
obstáculo insuperable para la navegación aérea.
Retórica oficialista
Como en otras ocasiones, esta vez Calderón trató de hacerse
propaganda a costa de la tragedia ajena mediante con retórica exagerada
hasta lo ridículo. Al rendir homenaje a los extintos exfuncionarios, el
presidente espurio los llamó “servidores públicos ejemplares, que dieron
siempre lo mejor para México y para los mexicanos”.
Dramáticamente, se refirió al “doloroso deceso ocurrió en la
plenitud de su vida, cuando contribuían con su talento, su experiencia,
su energía al progreso y al bienestar de la nación”. Con frases
grandilocuentes se refirió a Blake Mora como “uno de mis más cercanos
colaboradores y amigo entrañable. Con su inesperada partida nuestro país
pierde a un gran ser humano, a un servidor público ejemplar y a un
político excepcional […] Que fue el buen ejemplo de su generación y de
su tiempo (sic), y cuya acción estuvo siempre guiada por la vocación de servicio a México”.
Más retórica hueca o mentirosa: “En el servicio público brilló con luz propia
[…]. Lo invité a integrarse a mi gabinete como secretario de
Gobernación, cargo que desempeñó siempre con absoluta entrega, con
rectitud y con lealtad a toda prueba. Desde esa alta responsabilidad
sirvió con pasión, dedicación y con alegría a la patria hasta el último
instante de su vida […] Fue un funcionario admirable…” (sic).
También aseguró con cursilería: “Con Blake no sólo tuve la
satisfacción de compartir experiencias de trabajo, sino, también,
principios, valores, ideales y sueños […]. El gran propósito que nos
movía era la construcción de una nación cada vez más justa, ordenada y
generosa…”.
Sin dilación, la jauría mediática al servicio de Calderón
hizo un elogio de los pretendidos méritos y virtudes de Blake Mora, que
en realidad consistieron esencialmente en haber detentado una parcela
del poder dentro de un gobierno de origen fraudulento.
Beneficiaria del gobierno calderonista, la jerarquía católica también se rasgó las vestiduras
por el exsecretario de Gobernación y compañía, ocasión que aprovechó el
obispo auxiliar Antonio Ortega Franco, en la misa dominical oficiada en
la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, para hacer la
apología del gobierno actual, pues según él en el medio político “…hay
personas responsables que verdaderamente ven por la marcha adecuada de
nuestro país” (El Universal, 14 de noviembre de 2011).
Secretario gris
Escarmentado quizá por la suerte de sus predecesores, Blake Mora lucía bastante gris:
más sumiso al poder del inquilino de Los Pinos, que deseoso de
alimentar su propio protagonismo, navegando entre la proximidad de las
elecciones presidenciales y el empeño de Calderón por permanecer en el
poder.
José Francisco Blake Mora nació en Tijuana el 22 de mayo de 1966.
Estudió derecho en la Universidad Autónoma de Baja California. Panista,
fue diputado federal, secretario general de Gobierno de Baja California
de 2007 a 2009, y en 2010 reemplazó al también panista Fernando Gómez
Mont en la Secretaría de Gobernación (Segob).
Murió el pasado 11 de noviembre, cuando el helicóptero en el que
viajaba se estrelló en el municipio de Chalco, Estado de México. Con él
murieron otros funcionarios del gobierno usurpador: el subsecretario de
Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Segob, Felipe de Jesús Zamora
Castro; el director de Comunicación Social de la Segob, José Alfredo
García Medina; Diana Miriam Hayton, secretaria técnica de la oficina de
Blake Mora; el mayor René de León Sapién; el teniente coronel Felipe
Bacio Cortés (piloto); el teniente Pedro Ramón Escobar Becerra
(copiloto); y el sargento segundo Jorge Luis Juárez Gómez (mecánico).
Zamora: enemigo de las libertades
Panista y católico, Zamora Castro (quien murió a los 41 años) se
destacó en la lucha contra el Estado laico y los derechos de las
mujeres. Como otros funcionarios derechistas, estudió en la Escuela
Libre de Derecho; perteneció a la Comisión Nacional de Elecciones del
Partido Acción Nacional, donde se relacionó con Blake Mora, quien al
llegar a la Segob le ofreció una subsecretaría. Defensor de la sangrienta
estrategia “antinarco” de Calderón, que tantos muertos ha costado al
país, se decía “defensor de la vida”, consigna con la que el clero y los
panistas aluden a la penalización del aborto. En ese sentido se refirió
a él Calderón el 12 de noviembre en la correspondiente ceremonia
luctuosa, como “tenaz defensor del derecho a la vida…”.
En 2007, Zamora promovió varios amparos ante juzgados del Distrito
Federal, a nombre de “niños no nacidos que serían afectados por la
despenalización del aborto impulsada por el gobierno de Marcelo Ebrard”.
Apenas hace unos meses, presionó a los ministros de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación para que avalaran en Baja California el
encarcelamiento de las mujeres que abortan, sanción que es un proyecto
prioritario para la derecha católica.
En septiembre pasado, entregó una carta a esos ministros, donde
defendía la penalización del aborto, porque el “sujeto de derechos” (La Jornada,
29 de septiembre de 2011); con hipocresía, aseguraba que no trataba de
presionar a la Suprema Corte. Además, pagó un desplegado con las mismas
ideas en un medio de circulación nacional; según él, esa publicación no
fue costeada con recursos públicos, sino con su dinero “y el de otros
particulares”.
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
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