Jorge Lara Rivera
Hombre de luces como es, Mario Vargas Llosa, el connotado escritor peruano nacionalizado español, seguro está consciente del fracaso estrepitoso en América Latina del neoliberalismo cuyas recetas considerara una panacea para la región, el mismo que ha sacado a las calles a los jóvenes estudiantes en demanda de su derecho a la educación gratuita, responsabilidad pública de los gobiernos, conculcado en países dóciles a esa variante voraz e inhumana del capitalismo como Chile, Colombia y Uruguay.
No obstante, empecinado como suele ser y consecuente con su condición clasemediera de filiación centro-derecha y pro-estadounidense con antigua fobia al independentismo del PRI, pese al desastrado estado de cosas imperante en México tras 11 años de administraciones panistas, se ha permitido elogiar la “Guerra al narcotráfico y la delincuencia organizada” (cuyo saldo sangriento rebasa los 50 mil muertos, 11 mil desapariciones forzadas, 2 mil huérfanos, 1 millar de bajas de soldados, ejecuciones de civiles, numerosos casos de abuso policial y atropellos a los derechos humanos y cientos de migraciones y exilio forzados) del régimen de derecha al que es afín; y descalificar como “retroceso” el plausible retorno del PRI a Los Pinos a través de las urnas, aunque matizó “tener la esperanza” de que ese partido se haya “democratizado”, lo cual revela su ignorancia supina de los usos panistas y de la izquierda a la cual deseó obtenga un desastre.
A propósito de tanta violencia, Alejandro Poiré, mostrando su alma de vocerito metido a Secretario de Gobernación, desbarra con estrépito al pretender endilgar la responsabilidad de ésta al pueblo, aduciendo que tal “Guerra”, emprendida por el Ejecutivo federal con imprevisión y fallida “estrategia” sostenida con empecinamiento, necedad y cerrazón, rebautizada como “Lucha por la Seguridad” por el propio régimen federal (tras descubrir implicaciones legales y compromisos que el estatus de beligerancia suscita), es –de nuevo– una “guerra, que el pueblo solicitó (sic) al gobierno”. Vaya descaro del fantoche.
Justo en el marco de esta conflagración, desde el aparato del Estado instigada, la aprobación de una nueva ley federal de “testigos protegidos” que distingue las calidades de éstos (incluidos delincuentes que “coopelan” –o cuello– con la autoridad), legitima tan discutida práctica, contraria a garantías de seguridad jurídica inscritas en la Constitución, al tiempo que exhibe la tortuosidad de la PGR que abusa de esta figura de dudosa justicia –incorporada al sistema legal mexicano durante este sexenio– para realizar el 89% de las averiguaciones previas. La situación, parece, no mejorará en el corto plazo.
Y es que pese al triunfalismo oficial con respecto a la economía nacional y al ocurrente “El buen fin”, es un hecho confirmado que el tabú inflacionario se agrieta: durante la 1ª quincena de noviembre el índice de la inflación se elevó casi 1 punto porcentual (.97%), el mayor en 10 años para ese lapso. Prosiguen su farsa en tanto los cofrades de la depredación que padece el país, quienes esperan darle continuidad presidiendo despojos pendientes y atropellos contra el pueblo que las administraciones panistas patrocinan; cada uno en lo individual pero asimismo en conjunto, causantes del infortunio general: “Chepina” Vázquez Mota, a su paso por SEDESOL, SEP y la Cámara de Diputados, aunque se vea a sí misma como “1ª presidenta”; Santiago Creel Miranda, tartufo predicador de los valores y la familia, que concesionó con prisa los casinos donde prospera el crimen y quien encarna el natural hipócrita de Acción Nacional, aunque alardee que su partido es “democrático”; y ese esbirro depredador, Ernesto Cordero Arroyo, a quien México debe, tras su estadía en SEDESOL, que haya 6 nuevos millones de mexicanos en pobreza extrema, y luego de su paso por Hacienda 80 de los 112 millones y medio de la población estén en alguna categoría de pobreza (incluidos los 20 millones que por ineptitud suya hoy sufren “inseguridad alimentaria severa” o sea, hambre); pero allí anda presumiendo que “el país necesita un gobierno con experiencia, como los del PAN”, cuando el clown gastó en “head hunters” sólo para contratar a sus cuates y el gabinete actual está lleno de lo mismo y peor: cuates todólogos, ineptos como el propio Cordero.
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