El terrorismo de Estado es el productor de todo terrorismo
María Teresa Jardí
La historia oficial de los pueblos la escriben los triunfadores
políticos. Pero es obvio para cualquiera historiador verdadero que no
siempre, y en los últimos tiempos más bien nunca, los que “triunfan” son
los que tienen la razón.
Sin duda la libertad de expresión es un derecho conquistado por los
pueblos y en un Estado de Derecho nadie se atreve a violarlo, si
alguien lo hace es castigado con la severidad que la trasgresión merece.
Pero es obvio que en los Estados que no son de Derecho, como nuestro
caso, se utiliza esa falsa libertad de expresión para desacreditar las
luchas de los que por no obtener el triunfo no se alzan como vencedores.
Como se alzan los otros por haber logrado el triunfo a base, las más de
las veces, del uso de la represión y la mentira y a pesar de no ser
ellos los que tienen la razón. Y lo mismo se hace con los medios que se
suman a la denuncia de causas que detestan los que tienen el poder.
De ahí que en los Estados de Derecho el derecho a la información sin
tener realmente cortapisas sea analizado, en las ocasiones que así lo
ameritan, a favor de aquel que tiene la razón.
Me explico. La acusación hecha al diario La Jornada de ser “cómplice del
terror” por el hecho de darle voz a los vascos, no tiene que ver con la
libertad de expresión y sí con el terror de Estado con el que se busca
desacreditar, cuando no se le tiran a sus puertas granadas como sucedió
con nuestro diario, a los diarios que denuncian el poder de las mafias
canallas que lo ejercen, en nuestro caso, a la mexicana. El uso de la
doble moral. Lo que es bueno para el que tiene el poder, es malo en el
que no lo tiene.
Se le puede cuestionar a ETA sus métodos, de manera drástica desde el
triunfo de los socialistas en España. Pero los socialistas han
demostrado que la democracia ni siquiera en los lugares donde el voto se
respeta significa para los pueblos la garantía de nada. Y me parecen
muy bien que se cuestionen los excesos de ETA siempre y cuando se
cuestionen también los métodos que llevan a los terribles excesos de los
que tienen el poder en sus manos.
Me constan los excesos que el gobierno mexicano cometió contra los
vascos, a petición de las autoridades españolas. En la medida en que se
fue dando marcha atrás al derecho de asilo, se fue acentuando en México
la represión contra los que eran perseguidos en su patria por nexos
reales y también inventados con el grupo que se llena la boca llamando
“terrorista”, los que ni por asomo cuestionan el terrorismo de Estado
que es el que produce la existencia de todos los terrorismos, con esa
doble moral que usan lo que tienen el poder, para convertir en delito,
para el otro, con métodos criminales, lo que en ellos justifican a pesar
de que como en el caso mexicano se conviertan en genocidas.
Al PSOE, una vez que se controle la ira que sienten los españoles por
los errores, inconcebibles, de Rodríguez Zapatero, se le reconocerá para
siempre el haber logrado que ETA depusiera las armas. Pero el triunfo
de Bilbo primero y el número de parlamentarios obtenido por Amaiur, en
las elecciones del 20 de noviembre pasado, demuestra, una vez más, que
sin el apoyo de una inmensa mayoría de vascos, ETA no habría sido. Y
estoy convencida de que sin el continuismo de la ausencia de respeto a
las decisiones del pueblo vasco de los gobiernos posteriores al
franquismo, hace años que se hubiera dado el armisticio.
No me extraña la respuesta de la Corte mexicana a la denuncia de La
Jornada. A final de cuentas la actual SCJN no se distingue por apoyar
las mejores causas. Estoy convencida de que con mala leche, y para
golpear a uno de los pocos diarios independientes, se hicieron las
acusaciones contra ese diario por el articulista de Letras Libres,
quizá, incluso de manera consensuada con los gobiernos mexicano y
español. Recibiendo línea, pues. A final de cuentas queda claro que el
terrorismo de Estado ha pervertido también la impartición de la
Justicia.
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