Libre de Derecho
Francisco Rodríguez
Francisco Rodríguez
Indice Político
Ignacio Morales Lechuga, rector de la Escuela Libre de Derecho, debe apresurarse para reformar los planes de estudio de esta centenaria institución. Deberá pedir a maestros tan reconocidos como Moisés Moreno Hernández, Felipe Gómez Mont, Rafael Mateos Poumián –mi compañero de primaria-- y José Luis Izunza Espinosa, que redoblen sus esfuerzos en la asignatura Penal. Y es que, de acuerdo con las capacidades de uno de sus alumnos más visibles, Felipe Calderón Hinojosa, parece que hay serias fallas en la enseñanza de dicha materia.
Y si usted me apura, los planes de estudio de la Libre, cual se conoce a esta institución que es semillero de abogados conservadores, también deben ser modificados en Derecho Constitucional.
Porque, consultando por aquí y por allá, este escribidor, que es lego en materia jurídica –apenas si, “de panzazo” (je je je) conseguí aprobar Nociones de Derecho Positivo Mexicano en la Prepa y en la Facultad--, ha averiguado que las iniciativas del señor Calderón para incluir en la legislación la cadena perpetua a los secuestradores –no a todos--, y que los panistas y priístas se dicen dispuestos a aprobar en el Congreso, serían inmediatamente desechadas por la Corte.
Me dice un prestigiado jurisconsulto: “El artículo 18 Constitucional señala que toda pena de prisión tiene la finalidad de readaptar socialmente a la sociedad” y, si la iniciativa del ex alumno de la Libre de Derecho no tiene tal objetivo es, automáticamente, inconstitucional.
“Por su parte, el artículo 22 de nuestra Carta Magna dispone que ninguna pena puede ser trascendente ni inusitada. La prisión perpetua violaría ambas disposiciones porque no serviría para readaptar al delincuente, ni para buscar su reinserción social, supuesto que, como enfermo incurable, nunca se le devolvería a la sociedad, y además resulta a todas luces trascendental puesto que reduciría el futuro vital del delincuente a una expiación”, me dice el abogado que, amén de académico es exitoso litigante.
“La única forma para imponer la prisión perpetua sería mediante una reforma constitucional; enmienda poco ética porque implicaría una grave violación al principio inalterable de igualdad, ya que para unos delincuentes la prisión sería readaptadora y, para otros, un mero castigo; para unos, las penas no serían trascendentes e inusitadas, y para otros sí.”
“El problema está en la corrupción e impunidad de la autoridad policiaca. La severidad en las penalizaciones no ha demostrado, en ningún lugar del mundo, una relación de abatimiento del índice delincuencial. Por lo contrario, a mayor severidad de las penas, mayor violencia en el delito, pues cobra relevancia para el delincuente el exterminar a la víctima para no ser identificado”, apunta en una respuesta solicitada ex profeso.
Y concluye: “Más allá de ideas criminológicamente anodinas, es momento, de una vez por todas, de enfocar todos los esfuerzos del Estado en la prevención del delito y en la depuración de los cuerpos policiacos.”
Si Calderón presentara ahora un examen, es seguro que resultaría reprobado.
Urge, pues, que Morales Lechuga, ex titular de la PGR y actual rector de la Libre “de Derecha” –cual se le conoce--, se aplique en los planes de estudio. Urge porque el curso lectivo inicia dentro de una semana.
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