Notas de la semana
Carlos Monsiváis
Carlos Monsiváis
La maestra Elba Esther Gordillo exige desaparición de las Escuelas Normales sobre la base que ella juzga sólida: el mercado de trabajo se ha saturado y los profesores normalistas se preparan para ser meseros y taxistas.
Y la maestra no se conforma y explica su plan: “Queremos que las Normales sean instituciones para técnicos en turismo, técnicos en actividades productivas… Se debe evitar que haya tantos docentes como manejadores de carro y servidores de mesa”. La audacia de la propuesta merece algunos comentarios sin jerarquizar.
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Ante la amenaza de Gordillo cabe la pregunta: ¿cómo se ha llegado a este grado del rechazo y el desdén hacia la profesión magisterial?
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1. Las urgencias estrepitosas de la política y de la seguridad pública relegan una vez más el análisis de la enseñanza elemental y secundaria, calificada de “zona de desastre” . ¿Cuál ha sido la trayectoria del proceso? ¿Por qué la indiferencia del Estado y de la sociedad? ¿La condición profesional no importa si el control ya está garantizado? ¿Por qué a nadie (que sea Alguien) le incumben las certificaciones de la educación? ¿Son comparables los efectos nocivos de una burocracia y los de la certeza categórica de muchísimos: ahora el magisterio dista de ser una profesión terminal? ¿Por qué la disidencia magisterial no ha examinado las campañas de desprestigio contra la educación pública, que llevan casi medio siglo de existencia? ¿Qué es ser maestro o maestra ahora, cuando análisis de la ONU sitúan a México en los últimos lugares de la lista?
2. No sólo la demanda de suprimir las Normales se afirma en la hipótesis que deniega a dos profesiones: mesero y taxista, en nada inferiores en cuanto a utilidad pública a las de banquero y empresario que así ganen más no son superiores; también, el relevo que la lideresa del SNTE lanza a la circulación no tiene sentido: a las Normales sólo las pueden sustituir, mejoradas y con más presupuesto, las Normales (obviedad I). ¿Qué tienen que ver con el magisterio los técnicos en turismo y en actividades productivas? ¿Qué quiere decir sustituir el profesorado con el sector de técnicos? ¿Quiénes prepararon el estudio y dirigieron las decisiones que dan por resultado la supresión radical de una profesión y de una vocación, y desaloja las instalaciones para que los ocupen los técnicos?
3. ¿Hasta qué punto es eliminable la profesión magisterial? La formación de profesores es un hecho de la mayor importancia para la República (obviedad II) que requiere la continuidad y el fortalecimiento crítico de las tradiciones pertinentes. Repetimos lo mismo: la educación es uno de los hechos esenciales de México, una sociedad sin escuelas se anula a sí misma como una sociedad con un proceso educativo deficiente o en girones se cierra el provenir del conocimiento democrático.
Seguramente, muchos profesores se han visto obligados a trabajar en restaurantes y taxis o se han ido de migrantes. ¿Pero no indica esto, más que la saturación del empleo, los salarios bajísimos, la carencia de estímulos en el desarrollo de la profesión, el arrinconamiento de los educadores, desdeñados no obstante que tiene a su cargo la profesión insoslayable? Es tan inverosímil la propuesta que no se capta: ¿cómo declarar la muerte de una profesión sin sentenciar a la educación como espacio primordial? ¿Es posible hacer a un lado a los maestros sin relegar con ello a los alumnos?
4. Además, es fundamental el rechazo que se hace de la razón básica del SNTE: defender los derechos de maestros y alumnos. Ambos, si se hace caso al exhorto de la maestra, quedan hechos a un lado. ¿Qué profesión soporta que sus centros formativos sean reemplazados por escuelas técnicas, y qué se puede decir de un proyecto que elimina, por fracasada de antemano, la voluntad de enseñar?
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