viernes, 29 de agosto de 2008

REVOLVER POLICIAS Y DELINCUENCIA, ESTA....CABRON

¡¡Exijamos lo Imposible!!
La revoltura de la seguridad
Pablo Gómez
pgomez@milenio.com

Hay gente que habla sin saber. En efecto, la policía es una corporación nueva en el mundo. Antes, también había ladrones, secuestradores y contrabandistas pero no había policías. Hoy, existen más policías que delincuentes en activo, es decir, personas que cometen delitos con frecuencia.

La policía mexicana no es tanto una corporación al servicio de la gente como al servicio del poder. Lo hemos dicho hasta el cansancio. El acuerdo tomado en el Consejo Nacional de Seguridad Pública carece de sentido práctico porque sus autores se equivocan en el marco teórico, es decir, confunden todo y, al revolver, se quedan sin nada claro.

El narcotráfico y sus secuelas delincuenciales son un problema de seguridad del Estado. Son los aparatos de policía, procuración e impartición de justicia quienes están copados o capturados por los narcos. El Estado se encuentra en una crisis porque no gobierna todo, ya que los narcos le disputan control de territorios y órganos públicos. El problema no tiene solución sin una reforma democrática pero no es así como lo enfoca el gobierno de Calderón. Se requiere un Estado fuerte pero sin violar las garantías fundamentales. En el fondo, se requiere una refundación del Estado nacional.

Algo semejante ocurre con la delincuencia de mayor calado e impunidad: la de cuello blanco, la de burócratas y empresarios –incluyendo a servidores de éstos— que se dedican a esquilmar principalmente al erario pero a los que nadie persigue. Aquí no hay inseguridad pública sino Estado corrupto.

Dentro de la delincuencia organizada existe ese macabro fenómeno del secuestro. Frente a éste se necesita una policía capacitada pero no sólo para atender los raptos más sonados, sino también para combatir a quienes escogen sus víctimas entre la clase media. Este sí es un problema de seguridad pública pero tiene un carácter especial.

La inseguridad pública –la que afecta a todos directamente– es producto de la exclusión social de muchos. No se trata de la pobreza sino de la contradicción entre nivel cultural y oportunidades efectivas de estudio y trabajo. El lumpen se reproduce porque hay cada vez mayor necesidad de realizar actividades fuera de cualquier regulación y, por ahí, el delito está a la mano. Por más agentes policíacos que se tengan no habrá soluciones porque la delincuencia de la exclusión se reproduce sola y no se detiene ni ante el castigo. Aquí el problema es social pero el gobierno tiene mentalidad policíaca aunque una pésima policía.

Revolver seguridad del Estado, seguridad pública, delincuencia organizada y delincuencia de la exclusión es lo que se sigue haciendo. Y, así, se le pide al Congreso nuevas leyes mientras las actuales no se cumplen por parte de las autoridades. Ya se han puesto en la Constitución preceptos que violan derechos fundamentales. ¿Hasta dónde quieren llevar al Estado de policía aunque con pésima policía? ¿Qué tendría que contener una nueva ley contra el secuestro si los secuestradores salen de la cárcel mediante mordidas? ¿Por qué quieren un nuevo proyecto contra el narcomenudeo si el aprobado fue vetado por Fox? El que es un error de los más grandes es considerar que la acción contra las adicciones es un asunto de seguridad pública. ¿Son los consumidores de drogas unos delincuentes?

No existe un acuerdo en el país sobre este problema. Esto es lo único cierto.

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