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Francisco Rodríguez
Honorables cámaras... de TV
En agosto, decían los viejos políticos, no debían moverse ni las hojas de los árboles, para no perturbar "al señor Presidente", quien dedicaba enterito el octavo mes del año a preparar su informe de gobierno.
O tempora, o mores, dirían los clásicos políticos latinos. Las costumbres han cambiado con los tiempos.
Ahora ya no es un mes. Ahora basta una semana, pues como se ha visto, la agenda del señor Felipe Calderón se ha mantenido desde el lunes en una pausa que se describe cual "actividades privadas", eufemismo con el que se sustituye, según ha trascendido, su dedicación en cuerpo y alma a grabar spots para la radio y la televisión, con los que se pretende sustituir a la republicana costumbre de la obligada rendición de cuentas.
Así, ha quedado suplantado el clásico "Honorables Cámaras del Congreso de la Unión", con el que cada primer día de septiembre iniciaban sus mensajes ante el pleno del Legislativo, por un chabacano y a veces hasta chocante "honorables cámaras de televisión", que se escucha como "mexicanos y mexicanas".
Desde hace días, también los próximos, el señor Calderón acompañará a los mexicanos en la cena y la merienda, interrumpiendo el solaz de la mayoría con telenovelas cuales Fuego en la Sangre (Televisa) y Deseo Prohibido (TV Azteca), permitiendo a muchos adelantar el lavado de dientes o el cambio de la ropa de calle por el pijama, en lo que se reanuda la transmisión del culebrón favorito. Avisados de la hora en los cuales se transmitirán los "mensajes", muchos serán los que dejen de prestar atención a los monitores y, en su caso, quienes se refugien en la música de un cassette o la del iPod, si viajan en su automóvil.
Realiza todo este espectáculo mediático el señor Calderón, aún a sabiendas –y tolerancia de sus opositores— de que la nueva redacción constitucional le prohíbe este tipo de autopromociones.
Señala, en efecto, el artículo 134 de la Carta Magna, que "la propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público".
Y en el caso que aquí se aborda, se dan con flagrancia todos los impedimentos.
Se criticaba, antaño, el enorme costo pecuniario de las calificadas faraónicas o imperiales ceremonias en el Congreso. Pero el precio de las transmisiones que estos y los próximos días se harán a través de los medios electrónicos, seguro es infinitamente mayor al censurado.
Toda una semana de actividades en la Administración, perdida pues se dedicó completita a grabar spots. No se escucharon, mientras, las hojas de los árboles movidas por el viento, pero sí las ráfagas de metralleta en todo el territorio. Hubo silencio, sí, pero sepulcral ante la caída de las optimistas estimaciones económicas de los administradores.
Lo único que se escuchó fue el ruido mediático. "Honorables cámaras de televisión". Son las que importan.
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