Agustín, Luis y el Banco de México
• 95 días…
• 95 días…
• La tormenta perfecta
Tener conciencia de la propia ignorancia, mi estimado, es un gran paso hacia la sensatez.
Al cierre de este irreverente espacio, ocho ejecutados en Chihuahua, tres muertos en un retén en Veracruz, dos decapitados en Tijuana, una balacera con un muerto en Sinaloa, una tanqueta full spead ahead, una funcionaria levantada en Uruapan, un jefe policiaco ejecutado en Durango y el doloroso clamor de la familia Vargas Escalera para suplicar públicamente el regreso de su hija secuestrada hace varios meses.
En la arena de la (in)seguridad pública, my friend, los escalofriantes hechos siguen rebasando en todos los frentes al achispado Gymboree y al inquilino de Los Pinos, a quien el incierto futuro le pinta… no, no... no le pinta nada bien y para cuando lleguen los divertidos 100 días (quedan 95 u morons) no estaría mal que esa entretenida pesadilla llamada de revocación de mandato sea una prioridad en la agenda política de nuestros excelsos legisladores y así, sin estridencias, le otorguen a la ciudadanía controles sobre la actuación de los servidores públicos y los representantes que dicen... representar los intereses de la nación.
Si le parece poco el desmadre nacional, a Felipe se le complica también el ambiente al interior de su tripulación del barco de gran calado, donde el agarrón entre Luis Téllez y Agustín Carstens es directamente proporcional a las diferencias de dos disfuncionales como Genaro García Luna y Eduardo Medina Mora.
Así que para estar practicando desde temprano el deporte mañanero de moda sexenal, corra por su drink favorito porque (lo va a necesitar) ahí le va. ¿Listo?
Turns out que el buen Agustín está hasta la madre de tanta improvisación y dosis de temeridad presidencial ante la tan apasionante ola de adversidad y, aprovechando uno de esos simpáticos viajecitos al extranjero, decidió que llegaron los tiempos para aplicarse la vacuna con the powerful deciders... y sin discreción alguna les espetó que con la pena, pero su verdadera misión y vocación en la vida estaba en la silla del gobernador del Banco de México.
Do I have your full attention now…? Bien.
Eso, además de aderezarlo con el espléndido caso de su renuncia presentada en varias ocasiones a Calderón, ya que, evidentemente, las emociones fuertes no son algo que motive el corazón de Carstens… quien pensó que el ser titular de Hacienda sería algo así como a walk in the fucking park (pero with spooks).
Lo divertido fue cuando en ese pequeño mundo de exquisitos financieros, el chismarrajo (o sea, chisme marca ACME) dio la económica vuelta y le llegó fresquecito a Luis Téllez, quien ya se anota para el relevo de Agustín, no sin antes dar de vueltas y vueltas y caer en Los Pinos a contarle toda la travesura a Felipe. ¿Me sigue…?
Y, haciendo gala de su mecha corta y excelsa paciencia presidencial, citó a los dos para que en un careo dijeran quién es más hombrecito y chin chin el que se raje... Y entre ardientes argumentos (algo así como ¡pinche chismoso!, y tú ¡pinche mentiroso!), la discusión subía de tono hasta el ¡ya basta hojaldras!, de la mano firme (y limpia) que balbuceaba pálido que porfa, su gobierno no puede darse el lujo de enviar señales (de alerta) equivocadas. No shit.
Si cree que esto no es digno de ataque cardiaco, súmele que al astuto de Guillermo Ortiz se le ha ocurrido la fantástica idea de mandar al diablo la institución antes de los tiempos de cambio… lo que desencadenaría una muy singular ola de especulación financiera sobre la conducción del barco de gran calado y su emocionado capitán.
Porque ya debe saber, amable lector, que el Banco de México está por entrar en etapa de sucesión y bueeeno, Carstens... quiere. Y Felipe ya le enseñó la dona, perdón, la zanahoria, de que sí hay una posibilidad (liar, liar) pero si sólo si... deja de andarle presentando su renuncia.
Este original y muy encantador capítulo ha dado la vuelta hasta las mesas de dominó (let´s avoid names... for now) donde, literalmente, se pitorrean del inquilino de Los Pinos, de la crisis, de la adversidad en que navega el barco de gran calado y de su gabinete económico de chisguete.
Ahora, pare de reírse (aunque el respetable no puede) y deténgase a pensar en la gravedad del descontrol ahora en el terreno económico que, sumado al político y social, está desarrollando el contexto para la tormenta perfecta…
De la cual, my friend, el barco de gran calado y Felipe Calderón van a terminar, cual maravilloso tesorito... en las profundidades.
¿Vamos bien o me regreso…?
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