Androides del Quinto Poder
Escrito por J.M. Servín
Hace tiempo que renuncié a ver y a escuchar los noticieros y demás programas de “análisis” transmitidos por radio y televisión abierta. Con los periódicos hice algo similar y sólo leo con atención la nota roja tradicional, es decir, la que destaca el uso del cuchillo cebollero, la calibre 22, la piedra, el ladrillo y la varilla de construcción, la media de mujer o cualquier otro objeto relacionado con el mal fario, el crimen pasional y la osadía insensata que lleva a la cárcel o la tumba. Lo que quiero decir es que los opinadores profesionales de cualquier tema, me parecen insoportables, safios y arrogantes. Sintonizo la radio y ahí están, disputándose la audiencia de las cadenas radiofónicas que han hecho de sus estaciones eficaces laxantes de verborrea. Prendo la televisión y su omnisciencia cobra mayor fuerza, en horarios estelares; como androides parlantes, gesticulan y posan frente a las cámaras, elegantemente vestidos, según lo exige su credibilidad, presumiendo la soltura de quien domina el poder de la imagen. Es precisamente ahí donde exhiben su impostura, pues en este país de tartufos, pretenden seriedad, agudeza y sentido del humor que los hace más dignos de sospecha.
Es imposible ocultar lo vacío de sus opiniones y la superficialidad de su análisis, la manera en que se dan coba unos a otros en sus mesas de debate, lo ceremoniosos y cautos al entrevistar a los poderosos y su exasperante falta de indignación. No la necesitan. Son el star system del Quinto Poder y cobran como pocos en este país. Total, nunca les faltará la chamba pues se han vuelto indispensables para girar la manivela del cilindro que pone a bailar a la audiencia.
Resulta cada vez más difícil distinguir entre el comentarista deportivo, del de política y el de espectáculos. Todos siguen el mismo esquema que produce especialistas de lo insustancial. Su falta de compromiso con una verdad, cualquiera que ésta sea pero que sea suya, les permite adaptarse a los intereses que representan, de tal modo que en radio, prensa y sobre todo en televisión, pueden apasionarse comentando los temas de moda, o hacer de comparsas y patiños de la caterva de bufones insulsos, dizque “comediantes” que trabajan para las dos televisoras privadas.
Es la mimesis de la sociedad del espectáculo, donde sus histriones más destacados manejan el escenario del infoentretenimiento a su antojo.
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