miércoles, 1 de abril de 2015

Peña administra los intereses del dúopolio

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

Los escépticos
Ricardo Andrade Jardí

No cabe duda de que el México que vive el impuesto por la telecracia en el Ejecutivo federal nada tiene que ver con el México que se vive, digamos, en Iguala, Guerrero. Fue impuesto el analfabeta funcional, y su gabinetazo que ya ha provocado una de esas memorables crisis a las que los priístas nos acostumbraron durante poco más de setenta años, no para gobernar el país, no, sino para administrar los intereses de Televisa, Monex y Soriana, entre otros pocos, que por su negligencia han abierto la Caja de Pandora que poco a poco los desplaza también a ellos del poder de facto para que otros consorcios aún más poderosos se adueñen del poder, de ahí que el desgobierno de Peña Nieto negocie ya poderes supranacionales para las transnacionales que pronto saquearán, en medio de una brutal violencia, lo poco que le queda al país

El sujeto que administra desde el Ejecutivo nacional los intereses del dúopolio telebasura y las transnacionales, que nos venderán, muy pronto, lo que por derecho es nuestro, declara que: “hasta los más escépticos reconocen la disminución de la violencia”

Una declaración así sólo puede partir de dos lugares: de una absoluta falta de sensibilidad ante la realidad concreta o de un cinismo ignorante perversamente fascista

En ambos casos el asunto es igual de peligroso. La vociferación hecha al tiempo en que se da a conocer las más de 45 ejecuciones cometidas en Guerrero en tan sólo un mes, es decir, más de una al día. A lo que hay que sumar los videos que recorren las redes sociales donde es más que clara la agresión de policías del estado presumiblemente infiltrada y adiestrada por las fuerzas armadas y policías federales, nuevamente lanzadas en contra de estudiantes de Guerrero

Peña Nieto, producto de la telecracia, es un ejemplo de una mal llamada clase política que no es capaz de gobernar más allá de las cámaras de televisión, un grupo político adiestrado para administrar intereses ajenos al bienestar general del pueblo, al que desprecian porque los han convencido de que son otra cosa, lo que es fomentado y aplaudido por políticos partidistas corruptos hasta la médula que hacen negocios “legales” e ilegales, al amparo del fuero que garantizan saltando de partido en partido y de “puesto de elección popular” en “puesto de elección popular” (aunque esto de “elección popular” sea, en la “democracia mexicana”, una mera fantasía, una auténtica falacia). 

Lo que Peña Nieto no ha podido entender es que los más escépticos reconocen que el regreso del PRI es uno de los peores retrocesos en la historia moderna de México y que hay que empezar a construir los mecanismos sociales que nos permitan desterrar al viejo y nuevo PRI junto a los corruptos partidos políticos, todos tan iguales al viejo PRI, una organización ciudadana que comprenda que es una época de participación directa, que ignore a los que nos ignoran y rompa con la absurda y peligrosa idea de seguir dejando nuestro futuro en la representatividad de quienes no nos representan.

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