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El cártel asesino de la moral y la ética
María Teresa Jardí
Los peores, de entre los malos, se exhiben con la obscenidad que caracteriza a los malvados y entre los peores gana la delantera el cártel Televisa.
Los peores, de entre los malos, se exhiben con la obscenidad que caracteriza a los malvados y entre los peores gana la delantera el cártel Televisa.
Cártel hacedor de desmemoria y promotor de antivalores. Cártel al servicio de la masacre de la cultura para convertirse en amo de los productos mafiosos que impone como “políticos”.
La cultura priista todo lo alcanza. La condena al hambre como sentencia para que hijos e hijas que se sueñan herederos del poder, se conviertan en dueños de aviones, caros coches de carreras, joyas inauditas y bolsos de marcas más caras, dueños de casas y departamentos que coleccionan, padres e hijos, como otros coleccionamos las conchas del mar.
En un pueblo sin salud física se ha convertido al pueblo mexicano. Nada mata la salud como el hambre de los que hasta el agua se les expropia. Una sociedad desencantada y desmoralizada en medio de una depresión que cuando alcanza a ser regla ya no tiene cura.
Pueblo sometido al abuso, que se exhibe como logro, siendo bajeza. La ausencia de decoro de la política, tornada en esperpéntica, incluso en las cosas más nimias.
El PRI se sabe perdedor porque la obscenidad de su producto televisivo y otros estatales del mismo partido, sumada a la desvergüenza del Verde, y del INE a modo que nada le pide al Verde por lo que toca a la ausencia de dignidad vendida a cambio de sueldos inconcebibles y prebendas que rayan en lo cretino, ha convertido en ladrones a los que hoy en México son sólo mafia, que no hacedores del arte de la política.
Y por si fuera poco, una buena parte de la sociedad no quiere entender, aunque en el fondo entienda, que la magnitud de la ruptura del pacto social y la necesidad de transitar a un cambio pasa necesariamente por otras formas de vida menos consumistas. Y por si no fuera bastante lo anterior, lo poco salvable de entre la clase que aún puede llamarse política, le apuesta a lo electorero sabiendo que nuevamente el fraude está decidido para regalar al cártel que manda en el Legislativo, que de mediocridad nada le pide al Ejecutivo, que por no ser no ha resultado ser ni siquiera un producto televisivo viable.
Condenados estamos a la dictadura y o nos enteramos o cien años van a sufrirla los que dejen con vida.
El operativo de desalojo de los vendedores ambulantes que en las afueras de los metros se ganan la vida vendiendo cualquier número de chucherías, fue una demostración de fuerza bruta incontrolada que lo persiguió hasta el centro de Coyoacán sin importar el miedo en la cara de ancianos y niños a los que mandaban retirarse como escuadrones paramilitares de la muerte en que se ha convertido a todas las “policías” que están integradas por criminales. Y no deja de ser curioso que al día siguiente ningún diario del Distrito Federal se dé por enterado cuando algunas fotos se alcanzaron a hacer por los aterrados presentes, las que no tardarán en aparecer en la red porque la cara de azoro de los extranjeros que paseaban daba buena cuenta de la lástima que sienten por los mexicanos y del desprecio que tienen por eso que se llaman autoridades.
Mancera, involucrado por Peña en la represión necesaria para hacer la entrega del Distrito Federal al PRI, que por lograrlo mata o negocia con la derecha del PAN o para el Verde caca o peor aún convalidando al Sol muerto de tristeza ante tanta bajeza, falta de moral y de ética. O quemamos los televisores en calles, jardines y plazas o ya vamos a enterarnos el 7 de junio de los alcances de la dictadura “perfecta”.
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