¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Apuntes
Por Guillermo Fabela Quiñones
Ciudadanos de quinta en México
Mientras aquí en el país Felipe Calderón se esmera en cumplir a
cabalidad sus compromisos espurios con la elite empresarial ultra
reaccionaria, de gira por Europa Enrique Peña Nieto comienza su labor de
zapa contra México, como lo demostró su encuentro con la canciller de
Alemania, Ángela Merkel, a quien le prometió que trabajará
incansablemente para crear las condiciones que permitan la venta de
Pemex al mejor postor extranjero, pues no otra cosa se concretaría con
la reforma energética y con la ampliación de la política de libre
comercio durante su administración.
Con un grupo gobernante como el que padecemos desde hace muchas décadas,
los mexicanos estamos llamados a ser ciudadanos de quinta en nuestro
propio país. Esta situación es favorecida por quienes no se ponen a
pensar en las consecuencias de nuestra dramática realidad, y
desgraciadamente su número es aún muy alto, como lo prueban los votos
“duros” de un PRI que llega de nuevo a la palestra política con el
objetivo primordial de acabar de depredar las riquezas nacionales.
Claro que tal número de ciudadanos inmaduros es posible porque existen
condiciones para ello, no porque la gente actúe de manera consciente en
contra de sus propios intereses. Aquí es oportuno señalar que las
fuerzas de izquierda han tenido una gran responsabilidad en esta
situación, debido a su falta de compromiso de clase con el pueblo, a su
oportunismo y a su fragilidad ideológica. Obviamente, mientras no
cambien, los conservadores ultramontanos tendrán manga ancha para seguir
actuando en contra del país.
Esto, curiosamente, lo han entendido mejor quienes no han tenido un
pasado izquierdista ortodoxo, como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz
Ledo, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Monreal y, para nuestra
sorpresa, incluso Manuel Bartlett, quien está actuando de manera
patriótica en su calidad de senador.
Ellos saben que México no tendrá otra oportunidad para garantizar un
futuro a sus ciudadanos, si la oligarquía se sale con la suya de imponer
su proyecto a la nación, con el firme apoyo de las instituciones bajo
el mando de una clase política apátrida, voraz y mezquina. De ahí su
firmeza para oponerse a medidas que tienden a clausurar toda posibilidad
de lucha patriótica en los años venideros, pues en este sexenio se
podrían afianzar condiciones que neutralizaran una mínima posibilidad de
organización social en favor de causas democráticas elementales.
Por eso es vital en este momento la lucha de los trabajadores en contra
de la reforma laboral, pues su aprobación, tal como la quiere la elite
empresarial, sería la sentencia de muerte para las nuevas generaciones
de asalariados: se retrocedería a los tiempos nefastos de los inicios de
la Revolución Industrial, de fines del siglo diecinueve y principios
del veinte. Es una perversidad monstruosa la manera como la titular de
la Secretaría del Trabajo, Rosalinda Vélez, defiende la traída y llevada
reforma laboral: la pinta de color de rosa cuando en realidad es un
pozo negro que acabaría ahogando a la clase trabajadora.
Ni qué decir tiene que eso es precisamente lo que quiere la oligarquía:
una clase trabajadora totalmente indefensa, al borde de la extenuación,
incapaz de defender sus legítimos derechos. Por eso es una grave
traición del PRI prestarse a servir de peón de brega de la oligarquía,
cuando su compromiso histórico debería ser con las clases mayoritarias,
como sí lo cumplió (a medias) durante los primeros treinta años de su
gestión política.
Sin embargo, ha sido de tal magnitud el retroceso de la sociedad en
México durante las últimas tres décadas, que hasta los organismos
rectores del neoliberalismo, como el Fondo Monetario Internacional (FMI)
y el Banco Mundial (BM), se muestran preocupados por la situación
mexicana. En varias oportunidades, los últimos meses, ambos organismos
han señalado la necesidad de que no se fuercen las circunstancias, que
se atiendan también las necesidades del pueblo.
Tal preocupación fue externada el jueves en Tokio, durante la asamblea
anual conjunta del BM y del FMI, por el economista en jefe de la primera
institución, Augusto de la Torre, quien afirmó que antes de propiciar
la inversión privada en Pemex es indispensable lograr un consenso
social. “Hay dos áreas, no son las únicas, que son claves para el
crecimiento de México: la laboral y la energética” (La Jornada. 12-10).
Por eso mismo deben contar con el suficiente consenso social, a fin de
que su aprovechamiento sea más fructífero, afirmó.
Con todo, lo fundamental para Peña Nieto es convencer a los grupos de
poder trasnacional, que sin ninguna oposición podrán convertirse en
propietarios de los recursos energéticos nacionales, al fin que habrá de
encabezar un “gobierno” con la fuerza suficiente para imponer
condiciones a las fuerzas opositoras. Tal es el sentido de su viaje a
Europa, asiento de otro de los principales bastiones del Nuevo Orden
Económico que implantó la plutocracia mundial a fines de los años
setenta.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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