¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Jaque de López Obrador
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Andrés Manuel López Obrador tomó la decisión
que había anticipado desde febrero del 2011, cuando solicitó licencia
al PRD por no compartir la decisión de una eventual alianza con el PAN
para competir en las elecciones para gobernador del Estado de México, y
con ello colocó en una encrucijada a los partidos de izquierda (PRD, PT y
MC) y, muy particularmente, a los militantes de estos partidos que
aspiran a ser candidatos a la Presidencia de la República en 2018.
Basta
revisar las votaciones que obtuvieron los candidatos de la coalición
Movimiento Progresista en la pasada contienda electoral para observar
que el aspirante a la Presidencia tuvo casi 2.2 millones de votos más
que los candidatos al Senado y casi 2.4 millones más que los aspirantes a
las diputaciones. Así, entre 14 y 15% de los casi 15.9 millones de
votos que obtuvo AMLO no se los debe a los simpatizantes de los tres
partidos que lo postularon, sino eventualmente al llamado voto útil y/o a
su trabajo y carisma personal.
En cuanto al voto útil, es de
llamar la atención que el verdaderamente perjudicado con esta sangría
fue el candidato presidencial del Panal, Gabriel Quadri, quien perdió
700 mil votos con respecto a los aspirantes a senadores y casi 900 mil
con respecto a los candidatos a diputados; y en segundo lugar se ubicó
la abanderada blanquiazul, Josefina Vázquez Mota, quien recibió casi
medio millón de sufragios menos que los candidatos panistas al Senado y
casi 200 mil menos que los aspirantes a diputados.
Pero no todos
esos votos se fueron para la izquierda, pues Enrique Peña Nieto también
cosechó más sufragios que sus candidatos a legisladores: casi 700 mil
más que los aspirantes al Senado y casi 200 mil más que los postulados a
diputaciones.
Como sea, el Movimiento de Regeneración Nacional
(Morena) tiene más de 1 millón de votos asegurados, lo que le bastaría
para conservar el registro en la elección de diputados de 2015. A esto
hay que agregar los sufragios que logre arrebatar a los tres partidos de
izquierda, con lo que el Movimiento Ciudadano puede llegar a la pérdida
de su registro, pues hay que recordar que en 2009 apenas consiguió 2.6%
de los votos, a pesar del apoyo decidido de AMLO; el PT llegó a 3.9,
con lo cual tiene más colchón.
En el caso del PRD, el reto es cómo
sostener el 19-20% de los votos que obtuvo en esta ocasión en las
elecciones legislativas, cuando en 2009 apenas consiguió 13%. Por
supuesto que una contracción de esa naturaleza le afectará sensiblemente
en el número de curules y en el financiamiento que recibirá.
Así,
el MC debe estar ocupado en ver cómo logra mantener su registro sin la
ayuda de AMLO, quien en la elección de 2015 apoyará a Morena, cuando
éste deberá participar solo; y el PRD, cómo consigue sostener al menos
su porcentaje histórico de 17% de la participación electoral.
En
general, la conversión de Morena en partido político puede ser positiva
para la izquierda y asegurar que en su conjunto ésta logre elevar el
porcentaje de preferencias electorales, entre las tres o cuatro fuerzas
que se sostengan en 2015, a alrededor de 30%, pues es un hecho que puede
representar una opción para un grupo poblacional que no se identificaba
con ningún partido político. De este modo, si el PRD, PT y MC lograron
sumar en las elecciones legislativas de 2003 el 24% de la votación
nacional válida, pueden crecer entre 5 y 6 puntos porcentuales con la
aparición de Morena. Otro asunto es cómo se distribuirán los sufragios.
El
mayor problema sería que López Obrador pretendiera ser nuevamente
candidato de la izquierda en 2018, pues de acuerdo con las dos
experiencias previas él irá en cualquier circunstancia, inclusive si
existe algún otro candidato de izquierda que en esos momentos tenga más
posibilidades de ganar la elección presidencial. Esto, automáticamente,
debilitaría a la izquierda, y sus posibilidades de triunfo serían
prácticamente nulas.
En síntesis: bienvenida la incorporación de
Morena al sistema de partidos políticos en México; pero el riesgo es que
eso signifique una nueva candidatura presidencial de AMLO, que casi
aseguraría una nueva derrota de la izquierda en las elecciones de 2018.
Por supuesto que en cinco años sobrevendrán muchos acontecimientos que
seguramente modificarán la situación política mexicana, y eventualmente
la candidatura de AMLO puede ser nuevamente (como en 2006) la mejor
opción para la izquierda, pero hoy ese escenario parece casi imposible.
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