¡¡Exijamos lo Imposible!!
¿Informar sobre la narcoviolencia es apología del delito?
Álvaro Cepeda Neri
Felipe Calderón, como comandante
supremo de las Fuerzas Armadas de México y del Partido Acción Nacional,
editores y periodistas suscribieron el acuerdo de previa censura para no
informar sobre hechos de la delincuencia organizada. Obviamente mucho
más organizada que el desorganizado calderonismo. “Ninguna ley ni
autoridad puede establecer la previa censura”, indica la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos; pero hace ya un año que la han
pisoteado y violado quienes firmaron autoimponerse la censura previa,
aunque no han cumplido, pues en radio, televisión y prensa continúan
informando sobre esos hechos.
Se está estudiando llevar ante tribunales a empresarios y
periodistas que acordaron autocensurarse, porque la autoridad
presidencial los invitó a violar la constitucionalidad y que, con
criterio jurídico-democrático y republicano, equivale a coartar la
libertad de prensa. El que estén de acuerdo con el arreglo de no
informar sobre hechos violentos de las delincuencias (sobre todo los
relacionados con narcotraficantes y homicidios provocados por éstos y
por militares-policías al combatirlos), no los autoriza a descalificar
ni censurar a medios de comunicación que sí publican, como los
periódicos Mural, El Norte y Reforma. Es el caso del columnista José Cárdenas (Excélsior,
28 de febrero pasado), a quien no le pareció que esos diarios de Nuevo
León, Jalisco y el Distrito Federal, dieran a conocer a sus lectores las
mantas desafiantes y provocadoras que el cártel de los Zetas exhibieron
en Monterrey, la ciudad que va al frente en criminalidad.
Afirmar que “los criminales han encontrado, en diarios como Reforma, un vehículo idóneo para hacer temblar en su centro la tierra (al parafrasear la letra del Himno Nacional), sin compromiso mayor”, es una crítica sin sustento. Periódicos del país están publicando, pese al acuerdo de autocensura, los hechos del narcotráfico. Los lectores tienen derecho a ser informados por medio de la radio, televisión y prensa, pues es la única manera de que no permanezca oculta la violencia de todo el país. Y es de muy mala leche el titulo de la columna Grupo Reforma, ¿vocero del narco? Pero la cuestión es que Cárdenas ya incurrió en lo que censura, al comentar al respecto.
Calderón se comporta como el clásico autócrata que impide que sepamos la magnitud de ese problema gravísimo. Y amordazar
la libertad de prensa no es ni democrático ni republicano; pues cada
periódico sabe qué dimensión le da a sus notas. El comunicador afirma
que “los medios no pueden callar esa realidad. Los hechos duros deben
ser consignados…”. No hay diferencia entre dar la información con
imágenes o no hacerlo así. Reforma, El Norte y Mural (como
muchos otros diarios editados en el país) consideran que deben informar
a ocho columnas y con fotografías. Que otros callen o minimicen la
información también es su modo de cumplir, pero por ningún motivo
aceptar el “acuerdo” neofascista de Calderón. Silenciar a los medios de
comunicación es anticonstitucional.
*Periodista
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