sábado, 9 de agosto de 2008

A VOTAR ....NO... EN LA CONSULTA

¡¡Exijamos lo Imposible!!
El espeluznante cuento
del “Efecto Popote”
Juan José Morales

Impacto Ambiental

Uno de los argumentos que esgrime el gobierno de Felipe Calderón en favor de su propuesta de permitir la participación de empresas transnacionales en la industria petrolera mexicana, es que bajo las aguas del Golfo de México, en la zona económica exclusiva de nuestro país, existen grandes yacimientos de petróleo que Pemex no puede explotar porque carece de la tecnología y el capital necesarios para perforar en aguas muy profundas. Y si no los aprovechamos, se corre el riesgo de que Estados Unidos nos robe ese petróleo mediante lo que se ha dado en llamar “Efecto Popote”. Es decir, perforando a lo largo del límite de nuestro mar patrimonial pozos que empiezan siendo verticales pero después se desvían horizontalmente hasta alcanzar los yacimientos mexicanos.

Esta historia es vieja. Incluso, en tiempos de Fox llegó a decirse que ya los norteamericanos estaban chupando nuestro petróleo, pero la propia Secretaría de Energía lo desmintió. Ahora, el gobierno de Calderón repite el cuento, e incluso asegura que ya existe la tecnología necesaria para perforar en el lecho marino, bajo 2,700 metros de agua, pozos verticales de tres kilómetros con derivación horizontal de 11 kilómetros. Por lo tanto, dice el gobierno, es mejor asociarnos con las empresas que pueden hacer eso --aunque tengamos que darles la mitad del petróleo que saquen--, porque si no, se lo llevarán todo.

Suena aterrador... pero es más falso que una moneda de cuatro pesos. Como dijeron ante el Senado de la República el maestro Fabio Barbosa, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM --especialista en economía del sector energético-- y el embajador Gustavo Iruegas, diplomático de carrera con 38 años de servicios en altos cargos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en ningún lugar del mundo existe la tecnología necesaria para perforar tales pozos.

Pero --dice el Dr. Iruegas--, aún suponiendo que eso fuera posible, y que las petroleras norteamericanas perforaran una hilera de pozos “popote” a lo largo de los 320 kilómetros de límite marino entre ambos países y se metieran 11 kilómetros bajo el mar patrimonial mexicano, como máximo podrían absorber el petróleo de 35 mil kilómetros cuadrados... y eso si lo hay ahí. Aún así, dice el Dr. Iruegas, “quedarían para México más de medio millón de kilómetros cuadrados de plataforma continental bajo aguas profundas.” Por lo tanto, agrega, “la preocupación suena desproporcionada en términos de las cantidades de hidrocarburos en riesgo de ser robadas, y no obedece al loable prurito de no permitir el despojo a la nación.”

Curiosamente –subraya-- el gobierno de Calderón no parece manifestar la misma inquietud respecto a las llamadas cuencas de Burgos y del río Grande, también en la frontera con Estados Unidos, pero no bajo el mar sino bajo tierra. Ahí, los norteamericanos sí aplican el sistema “popote” sin que el gobierno mexicano diga esta boca es mía. La insistencia por abrir las puertas a las empresas extranjeras no obedece realmente --señala el Dr. Iruegas-- a una preocupación por proteger nuestros yacimientos fronterizos en esa estrecha franja y evitar que sean saqueados, sino a la intención de compartir con las empresas extranjeras los yacimientos que hay bajo los 575 mil kilómetros cuadrados de aguas profundas, sobre los cuales México tiene derechos exclusivos y que, en las actuales condiciones de desarrollo tecnológico, pueden mantenerse todavía como reserva porque ni Pemex ni las grandes transnacionales pueden explotarlos fácil y rápidamente. “¿Cuál es la prisa entonces?”, concluye.

La prisa consiste en poder entregar una legislación permisiva a la enajenación del patrimonio petrolero a la ya agonizante administración del presidente Bush, esa es la verdadera motivación.” Por eso nos han echado el espeluznante cuento del “Efecto Popote”. Pero si nos lo tragamos, entonces sí perderemos ese petróleo. O, por lo menos, la mitad que se llevarán las empresas extranjeras. Esta es una razón más para votar NO mañana en la consulta sobre la reforma energética.

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