lunes, 6 de abril de 2015

Personaje que da verguenza de que existan

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Homozapping

Textos y Contextos. El fenómeno Layín: evidenciar lo evidente
Autor Invitado
Miguel Alejandro Rivera

Hilario Ramírez Villanueva, mejor conocido como Layin, es alcalde del municipio de San Blas en Nayarit; a pesar de haber sido militante panista, autodefine su administración como “ciudadana”, pues en diversas ocasiones ha declarado no ser político, sino gente del pueblo.

Como cualquier otro edil de los más de 2 mil 500 municipios en México, este carismático personaje de bigotes prominentes pudo pasar inadvertido, “robando poquito”, como lo afirmó alguna vez; no obstante, en últimas fechas Layin ha llamado la atención por evidenciar la poca prudencia que pueden tener las personas al contar con una dosis de poder.

Como festejo de sus 44 años, el primero de marzo, Layin organizó una fiesta para 50 mil personas, cuyo costo ascendió a 15 millones de pesos. Según este popular personaje, sólo invirtió en su celebración 250 mil pesos. En entrevista con Jorge Ramos, Layin no pudo explicar la procedencia de los restantes 14 millones 750 mil pesos, y aseguró que sus amigos habían pagado el festejo. Ante la pregunta: “¿pudo involucrarse dinero del narcotráfico?” Layín respondió: no creo”.

Durante dicho evento, a Layín se le ocurrió levantar la falda de una mujer con la que bailaba al ritmo de la banda El Recodo, quien según medios locales, era menor de edad. Ante 50 mil personas, al edil se le ocurrió ridiculizarla, no una, sino dos veces. En la citada entrevista, Jorge Ramos le preguntó si le gustaría que su hija o su madre fuesen exhibidas de esta manera; Layin respondió: no se debe ni de meter con mi madre, se lo digo con todo respeto”.

La última de este personaje que a menudo usa sombrero y camisa desabotonada al pecho, fue organizar concursos de baile y canto para regalar cuatro automóviles, uno de los cuales, según el propio Layin, fue donado por el gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda.

Todas estas acciones de un funcionario público que parece extraído de la ficción, no hacen más que evidenciar lo que para muchos ya es evidente, en una clase política que se digan independientes, o se pongan el nombre que sea, hacen lo que quieren con los puestos y el dinero que debiera ser del dominio ciudadano.

Layin levantando una falda no es más que los senadores panistas contratando prostitución en Puerto Vallarta; Layin que no sabe explicar de dónde salieron los millones para su fiesta de cumpleaños no es más que casas blancas de dudosas procedencias, cuentas de HSBC en Suiza para evasión de impuestos y un sinnúmero de acontecimientos en nuestra historia en los cuales los políticos no pueden dar explicación; Layín regalando automóviles no es más que monederos electrónicos, pantallas de alta definición, y todo objeto que haya sido utilizado como dádiva para la coacción del voto en nuestro país.

Layin es una apología de la cultura política en México: un tipo que ofrece carne, cerveza, autos, fiestas con músicos famosos, pero que al final del día no soluciona nada. Hilario Ramírez lleva a su máximo esplendor el precepto “pan y circo al pueblo”.

Podría pensarse, “qué más da, es un edil que en algún momento ha de terminar su administración”, sin embargo, su facha, sus modos, y hasta la ingenuidad con la cual se conduce, recuerdan al joven Vicente Fox, un personaje nocivo para México, que con ayuda de la mercadotecnia, en el año 2000, tiró a la basura la lucha por la alternancia, librada desde hacía décadas.

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