viernes, 3 de abril de 2015

Nadie que se diga humano puede hacerlo

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

¿Quién sigue las enseñanzas de Cristo?
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

La humanidad no parece tener remedio. El homo sapiens no ha podido desprenderse de sus instintos que lo hermanan con los cuadrúpedos. No es un problema de conocimientos, sino de una condición innata que impele al ser humano a dejarse llevar por sus más bajas pasiones. De nada han servido las enseñanzas de los grandes creadores de religiones, como el cristianismo, porque finalmente quien sale vencedor en la lucha entre el bien y el mal, es este último. El mejor ejemplo de ello es la vida de Jesús de Nazareth, quien debió morir para dejar un ejemplo de sacrificio que sólo siguen, forzados por las circunstancias, los más débiles y que carecen de medios para oponer una firme resistencia al demonio, en términos bíblicos.

De acuerdo con la Biblia, la humanidad de la que formamos parte sufre porque no ha llegado aún el reino de Jesús. Es una forma de hacernos aceptar un hecho fatal que existe porque vivimos bajo el reino del demonio. Podría afirmarse, en términos no religiosos, que Jesús vendrá cuando el ser humano derrote al maligno. Sin embargo, es la mayor utopía que pueda concebirse porque no podemos vencer a nuestro propio yo si está dominado por la maldad. ¿No acaso las mismas religiones han sido motivo de grandes mortandades? ¿No acabaron siendo una ideología más que un fundamento teológico como fue la concepción original de las religiones más trascendentes?

La condición humana es un lastre en vez de ser un fundamento para llevar una vida acorde con las enseñanzas del Evangelio
. ¿Quién sigue las enseñanzas de Cristo? Nadie que se diga humano puede hacerlo, porque no está en su ser la divinidad sino el pecado como un signo inalterable de vida en la Tierra. El reino de Jesús no es de este mundo, por eso es inadmisible que las religiones cristianas, especialmente el catolicismo, hablen en nombre de Jesús. Todas están al servicio de poderes terrenales muy concretos y sirven a una finalidad básica: salvaguardar no la fe, sino los intereses de las instituciones religiosas.

La espiritualidad se ha estado perdiendo al paso de las generaciones, como si fuera una condición sine qua non avanzar en el dominio de la naturaleza a costa de perder lo mejor de nuestra condición humana. Es cierto, en la actualidad hay más refinamiento para la maldad, como lo demuestra de manera objetiva la violencia insensata en nuestro país. Parece que la violencia más refinada es parte sustantiva del ser humano, como lo patentiza la tortura que debió soportar Jesús de Nazaret, nomás por decirse Hijo de Dios y querer hacer realidad los vaticinios de los profetas sobre la venida de quien sería sacrificado por su terquedad en predicar en sentido contrario a los designios de los fariseos.

Son éstos, con diversos ropajes, los que contribuyen a que el reino de Dios se vea cada vez más lejano para los más débiles de la Tierra. Lo más terrible de la civilización actual es que ha puesto todos los grandes avances científicos y tecnológicos al servicio del demonio. El dios de los nuevos fariseos es el dólar, como lo expresa muy bien la frase “In God we trust”. A Jesús de Nazaret lo han convertido en un fetiche, sin ningún valor espiritual real. Obsérvese que han transcurrido más de mil setecientos años de adoctrinamiento en contra de las verdaderas enseñanzas de Cristo, con los resultados que ahora estamos padeciendo, de dolor y sacrificios para un número jamás habido de seres humanos en la historia de la humanidad.

En términos bíblicos, el fin de la civilización como la conocemos está muy próximo. ¿No es el actual gobierno israelí semejante a los sacerdotes que condujeron a Jesús ante Pilatos? ¿No es insaciable la voracidad expansionista de los súper poderes trasnacionales de Occidente? Tal parece que quieren hacer realidad la batalla de Armagedón que pondrá fin a la vida, según la profecía de Juan en el Apocalipsis. El vía crucis de Jesús lo viven todos los días los pueblos débiles de la Tierra, porque el reino de Dios no puede crearse en medio del reino de los idólatras, los hipócritas y avariciosos. En términos no bíblicos, lo que nos pasa es que seguimos siendo víctimas de una condición humana dominada por nuestros instintos bestiales.

(guillermo.favela@hotmail.com)

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