¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
El PRI concretó la reconquista del IFE
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La absoluta exoneración del PRI fue
únicamente la muestra fehaciente de que su estrategia de recuperación
del control de la autoridad electoral rindió frutos. La implementación
de la misma la iniciaron en la reforma constitucional y legal de 2007,
cuando particularmente respecto al tema de fiscalización le arrebataron
la función al Consejo General y se la depositaron a una unidad dentro de
la rama ejecutiva (Proceso 1622) y la continuaron con la designación de
los consejeros electorales en febrero y agosto de 2008 (Proceso 1632 y
1659) y en diciembre de 2011 (Proceso 1832), donde se aseguraron de
contar con un grupo fiel de tres consejeros electorales y dos más que en
las decisiones cruciales se inclinarían a su favor.
Los priistas
siempre responsabilizaron a la autoridad electoral de su derrota en las
elecciones presidenciales de 2000 y nunca le perdonaron la histórica
multa de mil millones de pesos por el llamado Pemexgate. Ambos hechos
los hicieron valer para vetar a todos los integrantes del Consejo
General de 1996-2003, durante la renovación del mismo en octubre de 2003
pero sobre todo se aprovecharon de la inconformidad de la izquierda
tras las elecciones presidenciales de 2006 para empezar a aplicar una
estrategia que le permitiera introducir cambios estructurales que les
aseguraran dicho control, más allá de los consejeros.
Así en la
reforma de 2007 dejaron la labor de fiscalización en una unidad en manos
de un titular designado por el Consejo General del IFE, pero cuyas
labores de revisión de los informes e integración de los expedientes y
elaboración de dictámenes de las quejas vinculadas al manejo de
recursos, dependiese totalmente del secretario ejecutivo y ya no de una
Comisión del Consejo General, como fue entre 1997 y 2007. Los consejeros
electorales conocen los expedientes y los proyectos de resolución al
mismo tiempo que los representantes de los partidos políticos y los
consejeros del Poder Legislativo, por lo cual poco pueden hacer para
impulsar o exigir investigaciones más exhaustivas y minuciosas, como se
evidenció en la pasada sesión del Consejo, por lo menos en lo que
respecta a los cuatro consejeros que impulsaban la sanción al tricolor.
El
primer problema con el que se enfrentaron los consejeros partidarios de
la multa fue la integración de un expediente deficiente que se limitó a
lo más elemental. En primera instancia (y cuestión que ni siquiera
requería de investigación alguna) era el hecho de que en el contrato que
entregó el propio PRI queda claro que obtuvo un financiamiento –así
está señalado explícitamente en el párrafo segundo de la cláusula
segunda: “Adicionalmente ‘Alkino’ otorga un financiamiento a ‘el
partido’…”– del que no informó conforme a la ley y los lineamientos
emitidos por el IFE (Proceso 1865), además de la violación a otras
normas y lineamientos, como no haber pasado dichos recursos a través de
cuentas a nombre del mismo partido.
Pero en segundo lugar la
investigación se limitó a los elementos que le aportó el mismo partido y
bajo el pretexto de que “…la autoridad electoral no es competente para
resolver aspectos relacionados en materia fiscal, en específico, por la
discrepancia fiscal por operaciones de aportantes sean personas físicas o
morales cuyos egresos sean mayores que sus ingresos…”, no revisó la
evidente construcción de un entramado financiero en el cual se pierden
el origen y destino de los recursos. El entramado se trasluce con la
presencia de empresas fantasma, algunas de las cuales simplemente son
mencionadas marginalmente en el mismo dictamen.
A pesar de estas
dos evidentes deficiencias: durante la discusión del punto en la sesión
del pasado miércoles 23 se confirmó que sí usaron las tarjetas Monex,
que sí estaban involucradas algunas de las empresas mercantiles
señaladas en el financiamiento y la dispersión de los recursos, que
dichos gastos deben estar dentro de los de campaña y que desconocen el
destino de al menos 44 millones de pesos.
Todo esto está
documentado en el mal estructurado expediente y fue el argumento que
utilizaron los cuatro consejeros (Benito Nacif, Alfredo Figueroa,
Lorenzo Córdova y María Marván) que proponían imponer una multa de 105
millones de pesos al PRI y al PVEM; pero las evidencias sucumbieron
frente la lealtad o la debilidad de cinco consejeros, entre ellos el
consejero presidente, que optaron por exonerar al tricolor y al verde.
Por
las intervenciones de los consejeros los votos de los cuatro que
defendían la sanción eran totalmente previsibles; también lo eran los
dos priistas (Francisco Guerrero y Marco Antonio Baños); Leonardo Valdés
no se pronunció, aunque no sorprendió a nadie su voto por la
exoneración; y la sorpresa en la primera votación fue la de Macarita
Elizondo, quien en sus intervenciones se alineó con los cuatro que
impulsaban la multa, pero en el voto se fue con los priistas, con lo
cual la votación se empató.
Y entonces fue cuando la designación
de priistas de cepa, como Sergio García Ramírez, cobró más sentido y
rindió frutos para el tricolor. El consejero, quien se ausentó de la
discusión por su relación de amistad con los socios (Gabino Fraga) de
una de las empresas implicadas en el caso, decidió que era el momento de
actuar para evitar la multa. Ingresó al salón y, con la venia de todos
sus compañeros consejeros, desempató la votación a favor del tricolor.
En
ese momento se cristalizó la mayoría priista en el Consejo General del
IFE: dos por su reconocida militancia en el tricolor (Francisco Guerrero
y Sergio García Ramírez), uno por su evidente cercanía con insignes
militantes (Manlio Fabio Beltrones y Felipe Solís Acero) de dicho
partido (Marco Antonio Baños) y dos más porque su formación, trayectoria
y personalidad los lleva a votar siempre al lado de los tricolores
(Leonardo Valdés y Macarita Elizondo). El consejero presidente
seguramente también consideró muy cuidadosamente cuál de sus posiciones
abonaba más a una posible reelección en el cargo en octubre de este año,
cuando además de dicha designación se hará la de otros dos consejeros
electorales que ya terminan su encomienda (Alfredo Figueroa y Francisco
Guerrero).
El miércoles 23 simplemente se concretó la reconquista
tricolor del Instituto Federal Electoral. De nada sirven los lamentos y
quejas de panistas y perredistas. Particularmente ellos fueron cómplices
(conscientes o inconscientes) de tal situación, pues sus legisladores
votaron favorablemente todas las decisiones que condujeron a esto
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