Esto no es ser simulador... fotos con narcos
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El presidente Peña Nieto es un simulador…
Juan Pablo Becerra-Acosta M.
Doble Fondo
Hace unos 18 años un veterano, renombrado y temido priista me decía que la política -“la buena política”, pontificaba en medio de sus libaciones usuales-, consiste en “el arte de la simulación”.
El arte de la simulación. Vaya cinismo, le dije, moviendo la cabeza de un lado a otro en ademán de reprobación, y la verdad, enseguida me reí estruendosamente por la naturalidad de su desfachatez. Él no se inmutó por mi crítica y por burlarme de su vulgaridad. Habrá creído que era imprudencia juvenil. Permaneció impertérrito unos segundos mientras escrutaba mi risa. De inmediato se carcajeó y brindó eufórico. Así, sin remordimientos, sin escrúpulos, sin moral (al fin que eso es un árbol que da moras, ¿no?). Sin vergüenza alguna. Ni quien lo contrariara. Él, su Señor Presidente y todos los priistas todavía eran los amos del universo de aquel reino casi dictatorial.
Conque el arte de la simulación, ¿no? Desde entonces me parece que es la mejor confesión que he escuchado acerca de la esencia de aquella clase priista. El mejor político es el más diestro simulador. El que simula que negocia. Simula que escucha. Simula que atiende los problemas. Simula que respeta al adversario. Que no roba Que no reprime. Que no manda a desaparecer a alguien. Que no ordena matar. O al revés: simula que sí para generar terror. Simula magnanimidad. Empatía. Lealtad. Justicia. Honestidad. Simulaba cualquier cosa para conseguir lo que codicia. El poder. Más poder. Y más dinero, cómo no.
El Presidente de la República, como sus antecesores priistas que gobernaron hasta el 2000, es un simulador. El miércoles pasado montó un espectáculo en Palacio Nacional durante el cual, supuestamente, iba a dar a conocer su riqueza: sus propiedades, sus cuentas bancarias, todo lo que posee. Nada. Dijo que tiene cuatro terrenos y un departamento. ¿Dónde? ¿Cuánto cuestan? ¿Y casa en Las Lomas no? Nada. Y que tiene al menos una cuenta bancaria, fondos de inversión, pero no sabemos de cuánto dinero se trata. Coche, ni uno. Comedia de muñecos, se decía en la antigua Rusia. Pantomima. Y los suyos, claro, lo emularon.
¿Cómo se le ocurrió a Enrique Peña Nieto tal simulación? Una de las cosas que provocó a la debacle del PRI en 2000 y 2006 fue justamente esa: la falta de transparencia producto de tantos años de corrupción de su régimen. ¿No que él iba ser un presidente “democrático” y “transparente”? ¿No que iba a dejar atrás todos los nefastos hábitos del priismo antiguo? Qué torpeza la del hombre de Palacio Nacional creer que todos somos unos imbéciles y que todos los medios y sus periodistas se iban a tragar su gesticulación.
Tan bien que iba. Lástima. ¿O va aceptar su pifia y va a recular? Lo dudo: al Presidente le brotó el gen: es un gran simulador, como casi todos los de su estirpe…
jpbecerracostam@prodigy.net.mx
twitter.com/@jpbecerraacosta
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