Editorial
O todos coludos.
Tomando en cuenta que el que por otro pide, por sí aboga, como dice el conocido refrán, no se debe pasar por alto que las sociedades, las civilizaciones y los imperios, han sido construidos por la casta militar; que siempre ha existido y sin duda seguirá existiendo.
Y si bien es cierto que eventualmente altos militares han sido juzgados y condenados por cortes civiles, pensar que las Leyes aprobadas van a operar en la práctica, más que un deseo, es una utopía.
Sin omitir que las promesas calderónicas de protección a los militares han quedado en el aire, y por consiguiente, el michoacano que habita en Los Pinos se la está jugando al traicionar la lealtad de las Fuerzas Armadas.
Pero ya que hay voces que festejan que el furo militar sea sometido a los tribunales civiles, no se debe olvidar que hay otros fueros que también deben de ser reconsiderados para que estén, o todos coludos, o todos rabones.
Y se habla específicamente del fuero de los políticos, especialmente el de los legisladores que a últimas fechas se ha desvirtuado, pues si originalmente fue concebido para que los representantes del Pueblo pudieran expresar sus puntos de vista sin ser reprimidos, en la actualidad el fuero les sirve a los políticos para cometer toda clase de delitos sin que se les pueda hacer nada.
Y como ejemplo reciente tenemos al ex diputado perredista Julio César Godoy, quien aún teniendo una orden de aprehensión tras de sí, se paseaba impunemente por todos lados exhibiendo su “fuero”.
Y que decir de los curas descaradamente pillos, como Onésimo Cepeda, o asociados con la delincuencia. Por no comentar de los pederastas que, a pesar de las declaraciones vaticanas de que deben ser entregados a la Justicia civil, solo son juzgados por sus similares (tal vez iguales) y condenados a “castigos” que francamente parecen de burla.
Sobre todo para los ofendidos y sus familias que ven que la “justicia divina” deja mucho que desear; tanto o más que la militar.
Pero para terminar con el tema de la histórica decisión de la Suprema Corte de que los militares sean juzgados por tribunales civiles, cabe recordar otro refrán popular que dice que “del dicho al hecho, hay mucho trecho”.
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