Contralínea
El peñismo, como el diazordacismo, no tiene freno
Álvaro Cepeda Neri *
Uno de los principios fundamentales de toda democracia indirecta o representativa es que gobernados y gobernantes han de conducirse con arreglo en negociaciones. Es decir, el toma y daca… Una transacción consiste –dice Hans Kelsen en su ensayo Esencia y valor de la democracia– en posponer lo que estorba a la unión en favor de lo que contribuye a ella; todo intercambio, todo contrato, es una transacción, pues ésta significa: transigir”. Solamente en sistemas autoritarios, es decir, autocráticos y con apoyo militar, el encargado del poder presidencial –por ejemplo en el mexicano– actúa unilateralmente.
En nuestra historia política hemos tenido a quienes abusan del poder. Para no irnos muy lejos, durante el Virreinato (más de 400 años) todos los virreyes fueron déspotas; después lo fue Iturbide; el dictador Santa Anna (¡11 veces presidente!); un tal Joaquín de Herrera… Entre los antecedentes del Peña actual se encuentran Manuel Peña y Peña, Zuloaga, Miramón, Porfirio Díaz y Gustavo Díaz Ordaz.
Con Díaz Ordaz se inicia el golpismo
militar, culminando como golpe de Estado con Fox y Calderón. Todos
abrieron paso a los soldados para cogobernar con el presidente en turno.
El reinado del Partido Acción Nacional (PAN) con sus 12 años, de plano, gobernó con la manu militari.
Y en los 9 meses que lleva el peñismo, marinos, soldados y policías, el
tríptico de la mano dura en todos los frentes y sobre todo contra las
reclamaciones del pueblo, está imperando. El estado de derecho ha sido
suprimido de facto, a pesar de que, en teoría, sigue vigente la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, cada vez más contrarreformada para que llegue a ser como la de Pinochet, la de la
Thatcher o Reagan, una ley con fines neoliberales en economía y
política; aplastando toda protesta social, todo reclamo, haciendo a un
lado derechos y garantías poco a poco, hasta hacer prevalecer la
competencia al estilo Hobbes: la guerra de todos contra todos y
“¡sálvese el que pueda!”
No obstante las peticiones pacíficas –y
luego recurriendo a las manifestaciones de la democracia directa– de los
maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y
algunos aliados del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
para limar el filo neoliberal de la contrarreforma educativa, que tiene
como uno de sus fines cancelar conquistas laborales del magisterio y que
el peñismo insiste en imponer. No tiene freno su gobierno que ha ido
más allá del díazordacismo, ya que los militares, los marinos, la
Policía Federal y Peña con su grupo neoliberal están desgobernando a la nación. Para rematar, han dejado escapar al Chapo
Guzmán y dejarán en libertad a Caro Quintero, para que los cárteles de
las drogas sean otro frente contra el pueblo para mantenerlo bajo dos fuegos:
la creciente inseguridad y los abusos de ese presidencialismo
autócrata. Están llevando el ejemplo de Díaz Ordaz hasta sus últimas
consecuencias. Se espera, pues, muy pronto un baño de sangre para contener a los maestros y su inconformidad. Para someter, disciplinar –dicen los neoliberales– a la población.
Estamos en un cruce de caminos: transigir o de plano imponer el régimen militar a la Pinochet.
*Periodista
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