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El regreso de Humberto Moreira
Ricardo Monreal Avila
La
reforma fiscal parece inspirada en la forma como Humberto Moreira
hundió a Coahuila. Una combinación de deuda pública creciente + gasto
público improductivo + opacidad fiscal fue la aportación del
exgobernador a las finanzas públicas, que ahora busca aplicarse a nivel
macro, a nivel nacional, en un ambiente recesivo. Me explico.
Para las autoridades hacendarias el país está en un bache, pero para el
INEGI la economía mexicana ya está en recesión. Al menos, así lo reporta
el sistema de indicadores cíclicos que publica de manera mensual este
organismo responsable de llevar el registro del pulso económico y
sociodemográfico del país.
El propósito del sistema es conocer los ciclos económicos por los que
atraviesa el país, los cuales se componen de períodos de recesión,
recuperación y expansión.
El llamado “Indicador Coincidente”, que describe el comportamiento de la
economía mes a mes, lleva tres meses consecutivos por debajo de los 100
puntos, y ya acumula un año a la baja de manera persistente.
Un manual de economía básica describe de la siguiente manera lo que estamos viviendo como país.
“Un recesión es un periodo de tiempo de duración mayor a doce meses
durante el cual el porcentaje de crecimiento del Producto Interior Bruto
de una economía es negativo.
“Para la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (National Bureau
of Economic Research) de Estados Unidos, considera como recesión
cualquier decrecimiento continuado de la actividad económica por dos o
más trimestres consecutivos.
“Cuando no existe crecimiento, y además hay inflación, se dice que hay
estanflación. Si la recesión se prolonga por mucho tiempo se le llama
depresión.
“De esta definición, no se puede tener un 100% de certeza de estar en
una recesión hasta que hayan pasado al menos seis meses. Sin embargo,
hay síntomas que pueden ayudar a definir hacia dónde se dirige una
economía.
“¿Cuáles son los síntomas que hacen pensar en una recesión?
“1) Aumento del desempleo, ante la incapacidad de generar nuevos empleos
porque no hay crecimiento; en el caso de un crecimiento negativo,
aumentan los despidos.
2) Disminución del consumo, ya sea por el aumento de precios
(inflación), o por la disminución de la capacidad de consumo (menos
dinero, mayores tasas de interés en créditos, etc.).
3) Aumento en la cartera vencida de los créditos, provocada por la falta
de capacidad de pago de los deudores, que a su vez es provocada por la
inflación o el aumento en tasas de interés o el paro laboral.
4) Disminución del PIB, ya que disminuye el consumo.
5) Aumento de inventarios, sobre todo en la industria manufacturera”.
Todos estos síntomas los tiene actualmente la economía mexicana, a la
que habrá que agregar tres nuevas amenazas: los efectos económicos y
sociales de los desastres naturales de estos días, cuya reconstrucción
puede llegar hasta los 100 mil millones de pesos; la carestía de los
alimentos y el consecuente incremento de la inflación por efectos de
estos desastres; y una reforma fiscal de corte recesivo, porque
impactará en los ingresos de las clases medias, de la población en
general de las regiones fronterizas y en el sector de la construcción de
vivienda.
Cuando una economía está en recesión hay que hacer exactamente lo
contrario de lo que están proponiendo las autoridades financieras y
fiscales: hay que bajar o eliminar impuestos, no aumentarlos; hay que
recortar el gasto público improductivo, no ampliar la burocracia; hay
que estimular a la industria de la construcción, no ahorcarla; hay que
gastar en obras de infraestructura, no tener subejercicios
presupuestales; hay que estimular el crédito barato, no encarecer las
garantías prendarias; y hay que fomentar el consumo de todos los
sectores, especialmente el de las clases medias, no detener su expansión
con nuevas cargas fiscales.
Con la reforma fiscal propuesta, el gobierno espera disponer de 500 mil
millones de pesos en recursos frescos el próximo año. Pero la forma de
financiarlo es insana. La mitad de esos recursos, 240 mil millones busca
recaudarlos cobrando más a los mismos contribuyentes cautivos de
siempre. Y la otra mitad, 260 mil millones de pesos, los obtendrá con
déficit público, es decir, con deuda.
Además de mandar al diablo el compromiso contraído por el Presidente
Peña Nieto de déficit público cero para este año, desde hace dos décadas
ningún gobierno se había propuesto un déficit anual de 1.5% del PIB
como se hace en la propuesta para el año 2014.
Por el lado del gasto público, como contraprestación a los nuevos
impuestos, el gobierno no propone absolutamente nada en materia de
transparencia fiscal, rendición de cuentas y combate a la corrupción.
En lugar de pedir más sacrificios fiscales a la población, el gobierno
debería empezar por dar un ejemplo de austeridad y racionalidad del
gasto público.
Por ejemplo, debe empezar por cancelar la compra de un nuevo avión presidencial. Aquí son 300 millones de dólares de entrada.
Después debe irse sobre los altos sueldos de la burocracia en todos los
órdenes de gobierno. Si los funcionarios, legisladores, jueces,
gobernadores, alcaldes, consejeros electorales, funcionarios de
organismos descentralizados y todo el resto de la alta burocracia
recortáramos a la mitad nuestros sueldos y prestaciones, surgiría un
fondo de 50 mil millones de pesos. Debo recordarles que en México, la
diferencia entre lo que gana el trabajador de menor rango en la escala
burocrática y el de mayor nivel es de 44 veces, mientras que en otros
países, como Francia, la diferencia entre el sueldo del Presidente y el
que hace la limpieza de su oficina es de sólo 14 veces.
Por último, el diezmo, la mochada en las compras gubernamentales, el llamado ICA, el “Impuestos a la Corrupción Agregada”.
La OCDE estima que el gobierno federal se podría ahorrar hasta 120 mil
millones de pesos si eliminara ineficiencias y corrupción en las compras
gubernamentales de PEMEX, CFE, IMSS, ISSSTE, IFE, y gobiernos estatales
y municipales.
De aquí, de los recursos del propio gobierno, no de los ciudadanos ni de
las empresas, deberán salir los fondos tanto para la reconstrucción
como para reactivar la economía del país.
La reforma fiscal propuesta por el Ejecutivo no va a sacar al país de la
recesión; por el contrario, lo va a hundir en la depresión, en el
desempleo y en una mayor inseguridad.
Es falso que no haya otra forma de obtener recursos para el
financiamiento del desarrollo. Claro que la hay, a través de la
austeridad, la transparencia y la reducción del costo del gobierno a la
sociedad.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonreala
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