Para la protección del muñeco
Juan José Morales
Escrutinio
No
es de sorprender que Televisión Azteca haya decidido no transmitir el
primer debate entre los cuatro candidatos presidenciales organizado por
el IFE y que —según se decía a la hora de escribir estos comentarios—
Televisa planee sabotearlo limitando su difusión al no transmitirlo por
su canal 2, de cobertura nacional, sino sólo por alguno de los otros que
maneja y que no cubren todo el país.
No es de extrañar que el duopolio televisivo haga tal cosa, porque de
ese modo protege a su creación, Enrique Peña Nieto, el cual —ocioso
resulta repetirlo— es un producto de la mercadotecnia televisiva, un
producto chatarra cuya manufactura a lo largo de seis años mediante
incontables “noticias”, “reportajes” y “entrevistas” le redituó a
periódicos, revistas y estaciones radiofónicas y televisoras miles de
millones de pesos, porque todas esas informaciones eran pagadas —con
dinero de los contribuyentes del Estado de México, gobernado por EPN—,
según las abrumadoras pruebas documentales presentadas por Jenaro
Villamil en su libro “Si yo fuera Presidente. El reality show de Peña
Nieto”.
A ese producto de la mercadotecnia se le enseñó a vestir y peinarse
atildadamente, a entonar la voz, a mover las manos, a leer el llamado
teleprompter —una pantalla, invisible para los televidentes— en la cual
se le muestra lo que debe decir, a mirar de cierto modo a las cámaras,
en fin, a actuar como un galán de televisión. Incluso, como parte de la
fabricación de su candidatura, se manejó su guardarropa y se le hizo
casarse con una actriz de televisión.
El único problema es que a ese muñeco bonito no se le pudo enseñar a
pensar. Por eso se le protege celosamente de toda situación en la cual
deba dar opiniones, responder preguntas incómodas, debatir con sus
oponentes, confrontar ideas o expresar pensamientos propios. Por eso
tras haber aceptado inicialmente, dio marcha atrás y se negó a asistir
al debate televisivo organizado por la talentosa periodista Carmen
Aristegui, en el cual participarían también López Obrador, Josefina
Vázquez Mota y Gabriel Quadri. La excusa que han repetido en todos los
tonos los plumíferos a su servicio, es que, como aventaja holgadamente a
los demás candidatos en las encuestas, no le conviene en su calidad de
puntero debatir con los coleros, mucho menos con AMLO, al que —en una
nueva versión de la guerra sucia— se da sistemáticamente por derrotado
desde ahora.
Pero si tan adelante se encuentra EPN, si efectivamente las encuestas
demuestran que obtendrá más votos que todos los demás candidatos juntos,
¿por qué no debatir con ellos para probar que es el mejor y que su
preparación, su talento, su capacidad intelectual, su conocimiento de la
realidad nacional y su cultura le hacen digno de ocupar la presidencia?
Lo peor que podría ocurrirle es que no le fuera muy bien en el debate y
perdiera unos cuantos votos, y lo mejor, que en la confrontación
aplastara a sus contendientes y ganara más sufragios todavía.
Pero no. Peña Nieto tiene miedo pánico a los debates. Sabe que sólo
puede actuar conforme a un libreto, y que salirse de él le resultaría
mortal. Por eso no sólo se niega a cotejar ideas con sus rivales, sino
que —obligado a asistir a los dos únicos debates organizados por el
IFE—, sus protectores tratan de que los vea la menor cantidad posible de
gente, a pesar de que el rígido y limitante formato de esos debates le
resulta favorable.
PD.- Me dieron escalofríos al escuchar a Josefina Vázquez Mota decir que
será “la presidenta de la paz”. Recordé que Calderón ofreció ser “el
presidente del empleo”... y ya vimos cómo nos ha ido en ese aspecto.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
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