¡¡Exijamos lo Imposible!!
Un país al revés
Ricardo Andrade Jardí
No cabe duda que México es un país curioso. Un país donde salir a las calles a exigir un derecho se condena, por políticos y ciudadanos enajenados, como “un desatino”, como reacción violenta, de los “violentos de siempre”, como “porros acarreados”; desatinado calificativo vomitado por el presidente nacional de un partido político que sumió al país durante 70 años en la cultura del acarreo, el porrismo y la corrupción sin límite. Y no faltan las voces “correctas” que se ofenden ante los fuertes calificativos que se les ponen a los políticos presuntamente corruptos. Pero esas mismas voces -de ahí parte de la curiosidad mexicana- no parecen sentirse ofendidas ante los 49 niños calcinados en una guardería subrogada como rentable negocio para funcionarios y parientes del partido en el poder ni por los más 60 mil ejecutados en la falsa guerra contra el crimen organizado. Pero sólo contra el que no se organiza al interior del desgobierno federal. Pues el federal crimen organizado se cobija en los mantos de la impunidad que el PRIAN hace cultura.
De ahí que podamos ver imágenes tan absurdas como la detención de los padres de uno de los niños calcinados en la guardería ABC de Sonora, por hacer una pinta en la calle exigiendo justicia contra el crimen que le arrebató a su hijo. Mientras el autor intelectual del negocio corrupto que permitió la ejecución de esos niños siguió siendo funcionario del desgobierno panista y nada más iniciada la campaña electoral figuró entre los integrantes del equipo de campaña de la candidata del PAN a la Presidencia, personaje que hoy se desdibuja de la vida política ante el evidente declive de de ese partido político, que no sólo no propuso ni una alternativa real cuando logró derrotar, después de 70 años de autoritarismo, al PRI. Sino que convirtió en la continuidad aún más corrupta de toda la decadencia que nos heredó el priísmo.
PRI y PAN son en el fondo un mismo grupo político al servicio de la ideología dominante. Ninguno de los candidatos a la Presidencia por el PRIAN, que hoy prometen e incluso se comprometen a terminar con lo que ellos mismos han construido durante los últimos 30 años cuando menos, se diferencia en nada del otro.
Josefina y el niño Televisa (Peña Nieto) prometen lo que no están ni en disposición ni en posibilidades de cumplir.
Está demostrada la impunidad con la que actuaron como funcionarios públicos. Y no pueden cumplir porque sus ligas con las mafias y poderes fácticos no les permiten ningún margen de acción. Y al contrario son sólo administradores de esos intereses. No de los intereses de la nación mexicana. Josefina pactó con Elba Esther Gordillo, mientras la primera fue secretaria de Educación Pública. Y no basta este espacio para poder enmarcar los horrores y atrocidades educativas que la alianza PRI-Calderón-Gordillo le han generado a este país; horrores que provocan un retroceso de más de 100 años en la educación pública y privada de México.
Peña Nieto fue gobernador del Estado de México y entre todas las cosas que ya se han dicho, denunciado e incluso demostrado, quizá una de las más graves es el hecho de que el Estado de México tiene la tasa más alta de feminicidios impunes del país. Incluso por arriba de Ciudad Juárez y una de las más altas del mundo.
El PRI que desgobernó 70 años ha sido siempre muy bueno para prometer y no cumplir. Y su mayor fuerza radica en su política de cero transparencia, de ocultar la verdad y de hacer de la mentira una forma de hacer política. Ejemplo suficiente es el hecho de que hoy sepamos más sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez que sobre los feminicidios del Estado de México, complicidad que además involucra a la telecracia que ha sabido ocultar la información convenientemente en favor de su creado, e idiota, candidato.
México es un país al revés, donde los delincuentes son funcionarios, empresarios y políticos y los ciudadanos críticos son permanentemente atacados y desacreditados por la lógica de un sistema que favorece el individualismo como verdad y condena la solidaridad comunitaria como si se tratara de un acto de locos irredentos.
Por eso no deja de ser curioso, pero sobre todo alarmantes, las amenazas contra los integrantes de la Universidad Ibero Americana (UIA) que forman parte del movimiento estudiantil que ha decidido salir a la calle del país a denunciar el probable retorno, presumiblemente vía la imposición telecrática del autoritarismo priísta. Y, decimos, presumiblemente, porque no podemos ser ajenos al contraste de la realidad con la (des)información telebasura, donde las presumidas encuestas de la preferencia electoral no son coincidentes con lo que la vivencia o la información gráfica muestran en los actos de campaña. No olvidemos que la imposición de Salinas, además de por el fraude electoral, estuvo manchada entre otras cuestiones por el asesinato de Ovando y Gil, integrantes del Frente Democrático Nacional, unos días antes de la elección de 1988.
El PRI es un partido de caciques asesinos. No minimicemos ninguna amenaza y salgamos todos en solidaridad con los jóvenes y estudiantes, los que sin duda tienen la tarea más difícil de la jornada electoral que se avecina, a defender el voto contra cualquier interés que atente la voluntad popular.
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