El zar del deslinde  
Francisco Rodríguez
Indice Político 
Es
 cierto. Enrique Peña Nieto se ha convertido en “el zar del deslinde”. Y
 cual atinadamente –una golondrina no hace verano— recién dijo la 
panista Josefina Vázquez, el mexiquense “acabará deslindándose de sí 
mismo”. Ya lo ha hecho de Moreira, de Montiel, de Yarrington, de Romero 
Deschamps, de Gordillo, de Salinas, del General Ángeles… ¡del mismo PRI,
 dizque por su pasado!… y las cinco semanas que aún le restan a las 
campañas parecen poco tiempo para que acabe de poner límites, reales o 
meramente propagandísticos, a todas sus relaciones peligrosas… que no 
son pocas.
Deslindar es el verbo que más se conjuga actualmente en el entorno 
peñanietista. A tal se dedica afanosamente el candidato que se vendía 
cual “inevitable”, porque le decían —y él creía— que nada podría impedir
 su arribo a Los Pinos, a partir de diciembre venidero. Trata así, al 
parecer infructuosamente, de disminuir el costo político que le implica 
el verse de alguna manera ligada a la corrupción, al crimen organizado, a
 las malas prácticas del priísmo.
Ingratitudes aparte, pues Peña es un producto auténticamente priísta, él
 se deslinda de todo aquello que se revela en torno a cuestiones 
inconfesables de sus correligionarios, lo que al respecto se publica y 
después, en las redes sociales, le restriegan en la cara.
La medida, empero, es fallida.
No basta con el deslinde por el deslinde mismo.
Deslindarse de Arturo Montiel, por ejemplo, lo muestra no sólo ingrato, 
incluso traidor a aquél a quien le debe no sólo la gubernatura del 
Estado de México, sino prácticamente todos sus ascensos en la 
meritocracia al estilo priísta.
Deslindarse de Carlos Salinas suena a falsedad en los labios del señor 
Peña, sobremanera cuando por las redes circulan gran cantidad de 
fotografías captadas en diversos eventos sociales, donde ambos están 
sentados a la misma mesa o a su llegada, juntos, a los mismos actos. 
Sabido es, además, que el ex Presidente ha puesto a disposición del 
ahora candidato no sólo recursos, ideas, incluso a personajes que en las
 áreas de comunicación social le sirvieron y ahora están a disposición 
de la campaña presidencial del tricolor, entre otros.
Deslindarse de Humberto Moreira suena también a engaño o a mal 
agradecimiento cuando menos, toda vez que, entre otras muchas cosas, el 
coahuilense le sirvió al frente del PRI para truquear la convocatoria 
para seleccionar al candidato presidencial, con lo cual impidió que 
ningún otro aspirante al cargo, Manlio Fabio Beltrones señaladamente, le
 disputara la posición.
Deslindarse de Carlos Romero Deschamps huele a treta publicitaria, 
habida cuenta que el dirigente sindical de los trabajadores de Petróleos
 Mexicanos es y ha sido uno de los grandes aportadores de recursos 
económicos a la campaña presidencial, como a la mayoría de las que 
llevaron a los más recientes gobernadores a los palacios ejecutivos de 
las capitales estatales. ¿Ese deslinde es recíproco? ¿Dejarán de fluir 
los dineros del STPRM a la campaña peñanietista?
Deslindarse de la maestra Gordillo es, sería, suicida… de ser real tal 
deslinde, por supuesto. Y es que la lideresa magisterial ha sido, aún 
es, una aliada del mexiquense en entidades donde se han elegido 
gobernadores recientemente, tal y como ahora lo es en Chiapas y Morelos.
 Es impensable del todo que, enemistándose con la dirigente del SNTE, 
Peña Nieto quisiera repetir la tragedia de Roberto Madrazo.
Deslindarse de Tomás Yarrington es, quizá, el más auténtico de todos los
 deslindes de Peña Nieto. De haber mantenido relaciones políticas con 
aquél, éstas habrían sido tenues, ya que el ex gobernador tamaulipeco 
ahora señalado por cortes texanas por operaciones inmobiliarias 
supuestamente financiadas con dineros del narcotráfico, no coincidió en 
tiempo con el del mexiquense al frente del poder político en la entidad 
vecina al Distrito Federal. En todo caso, sus relaciones habrían sido a 
través del sucesor de aquél en el palacio de Gobierno de Ciudad 
Victoria, Eugenio Hernández… de quien, más temprano que tarde, Peña 
Nieto acabará deslindándose.
Y aunque deslindar es el verbo… no basta con conjugarlo.
Índice Flamígero: Y al respecto nos dice El Poeta del Nopal, don Alfredo
 Álvarez Barrón: “Con su sonrisa adorable / y como siempre, oportuno, / 
se deslindó, uno a uno, / de eventos inconfesables; / pero lo más 
memorable / fue su viril alegato, / pues como Poncio Pilatos / al borde 
del surrealismo, / se deslindó de sí mismo / ¡qué tipo tan más 
ingrato!”. + + + Estamos a sólo 186 días del fin de sexenio. ¡Se me 
hacen muchos, todavía!
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