Autor Invitado
Federico Campbell
@Campbellobo
El fascismo basaba su poder
en la Iglesia y el Ejército,
que no son nada comparados
con la Televisión.
—Pier Paolo Pasolini
Es una línea de acción perfectamente coordinada por el alto mando priísta: en ningún caso habrá de exponerse a Peña Nieto al ridículo, por eso hay que reducir al máximo la exhibición televisiva de su incompetencia. No sabe hablar, no sabe discutir, no tiene imaginación y justamente por no leer carece del vocabulario elemental para expresar emociones e ideas.
La “estrategia” es que no se le vea mucho cuando hace el ridículo y enseña el cobre de su muy mediana formación intelectual.
Por eso, todos en fila, desde Salinas
Pliego hasta Manlio Fabio Beltrones, y un dueño de club futbolístico,
opinaron que estaba muy bien que no se transmitiera el debate y sí, en
cambio, un encuentro de futbol Ya se sabe de la soberbia y la majadería
de Salinas Pliego que dijo que no le daba la gana televisar el debate
del domingo. Háganle como quieran. El multimillonario político
sonorense, Beltrones, dijo en Cancún la semana pasada que “las
televisoras y radiodifusoras ya cumplen con difundir en tiempo oficial
los menajes de los candidatos”. En otro desarrollo de su rollo añadió
que “TvAzteca no tiene ninguna obligación de transmitir el debate”.
El
representante del PRI en la Comisión de Debates, un licenciado de
apellido Ramírez Marín, repitió también la coartada de que las
televisoras están en toda posibilidad de hacer lo que mejor les parezca.
Según él “es abusivo exigirle a los ciudadanos que vean el encuentro
entre candidatos”.
Álvaro Dávila, dirigente del club
Morelia, también se alineó a favor de Peña: “Nosotros estamos con un
compromiso que es cumplirle a la empresa TvAzteca y a la afición”.
Pero luego, y en la misma línea de
sumisión, el director del IFE, Leonardo Valdez, volvió sobre sus
leguyadas para decir (en tácito apoyo a Peña Nieto) que no estaba en la
ley solicitar a Gobernación que el debate se transmitiera en cadena
nacional. Tímido, desde su prácticamente inexistente secretaría, el
licenciado Poiré también se lavó las manos: todos con Peña Nieto,
incluso desde el PAN y desde la curiosa pasividad del Presidente
panista.
Si en México ya no hay Estado ahora
parece que tampoco hay Presidente. ¿Dónde está la autoridad moral y
política de un jefe de Estado que podría conminar a todas las partes a
compartir un debate nacional de primera importancia? Es una imbecilidad
argüir que en su lugar hay que pasar un juego de futbol pues lo único
que hacen es refrendar la especie de que, en efecto, el futbol es el
opio de los pueblos.
Dice Francisco Acuña Griego, el mejor
abogado sonorense, que Televisa es el corazón de una red muy poderosa.
“Aglutina a no pocos grupos de poder y los expresa.” Nunca se imaginaron
los presidentes priístas y panistas que al darle tanto poder al
monstruo, porque siempre le han tenido miedo de que no los pongan en
pantalla, ya no serían ellos y sus partidos los que decidieran el cambio
en Los Pinos.
No es una fantasía ni una teoría
conspirativa. Sobran indicios, desde hace por lo menos cinco años, de
que Televisa se inventó a un personaje, construyó su imagen con
propaganda disfrazada de notas periodísticas, y de que ese poder
—llamémosle TelevisAzteca y su ejército de locutores, ellos sí en cadena
nacional— está decidiendo quién será el próximo Presidente de México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario