jueves, 19 de enero de 2012

El País mágico y feliz del inútil usurpador

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Fuente
La magia de las palabras 
Laura Bolaños Cadena

Una de tantas modalidades gringas adoptada de inmediato por ser muy conveniente, es la ideíta de que las cosas no son lo que son sino lo que tú pienses de ellas. La percepción cambia la realidad. Y para propiciar esa percepción, basta con cambiarles de nombre. Con eso dejan de ser lo que son y se convierten en la designación que reciben

Para acudir a ejemplos cotidianos, pongamos un caso muy común que se ha puesto de moda en las empresas. Si a un empleado de última categoría, vulgo pinche gato, dejas de llamarlo empleado y lo llamas “funcionario”, va a dejar de sentirse un pinche gato, aunque no le aumentes un centavo de sueldo y lo hagas trabajar más tiempo sin paga adicional.

La palabra “beca” según todos los diccionarios consultados significa plaza gratuita en un establecimiento docente, o ayuda pecuniaria que se concede a un estudiante. Pensión temporal que se concede a uno para que realice sus estudios. Ayuda pecuniaria para hacer estudios, libros, investigaciones, etc. Pero ¡oh magia de las palabras! Si a una hipoteca, en realidad a beneficio de una universidad particular y del banco hipotecario, en que embarcas a un joven para que realice estudios, le llamas “beca”, deja de ser percibida como hipoteca aunque luego el estudiante tenga que pagarla a 15 años con intereses y costo creciente cada mes de acuerdo al aumento de las colegiaturas en el plantel donde el joven estudió. ¿Qué tal?

Pero ¡ojo!, no se trata de que por un simple trueque de palabras al empleado se le ocurra nombrarse gerente y designar al gerente como “funcionario”, ni de que el estudiante, luego de obtener su título, pretenda hacer efectivo en los tribunales el significado de la palabra “beca” y les pinte un violín con la paga al banco y a la escuela. No señor, en este caso se acaba la magia y nos enfrentamos a la realidad. Esta receta es para que la manejen los de arriba a fin de hacer tontitos a los de abajo y no al revés.

Ganamos todos

Siguiendo esa misma línea, Calderón se muestra feliz con sus “innovaciones”. No nada más en el terreno de la educación. Reparte a manos llenas a la empresa privada los pocos bienes que le quedan al país y declina las obligaciones del Estado para que la honorable IP obtenga mayores ganancias. Se niega a rescatar la segunda línea aérea nacional, Mexicana de Aviación, y financia proyectos de empresas extranjeras como la CAF, empresa española que construyó el tren suburbano a Buenavista y la planta constructora de automóviles Fiat, la estadunidense Chrysler. Promulga la Ley de Asociaciones Público-Privadas que permitirá a la IP participar en proyectos de infraestructura que siempre han sido parte de las inversiones estatales, y asegura estar pensando en abrir mayores espacios al capital privado. Menos gobierno y más iniciativa privada. O sea más, mucho más de lo mismo que venimos experimentando desde hace casi treinta años. Asegura, entusiasmado, que con esto “ganamos todos”. Construimos un México próspero y seguro. ¿O no estamos viendo que con la estrategia de Calderón, México se transforma día a día en un país mejor? Si nos quejamos es por no dar crédito a sus palabras. Con toda razón él mismo ha dicho en otras ocasiones que la inseguridad es cuestión de percepción. Y la pobreza también. Basta con atenernos a lo que dice y acabaremos pasándolo como en el primer mundo.

Pero somos tercos

Hay mexicanos empeñados en la percepción equivocada. Hablan tanto de inseguridad y de pobreza, de sequías y heladas que por eso nos va como nos va. Si hiciéramos caso de las palabras de nuestros funcionarios públicos, otro gallo nos cantara. ¿Por qué no escuchar al presidente de la Comisión de Agricultura del Senado, el panista Alberto Cárdenas Jiménez? Hasta ahora no se ve una situación de emergencia en el país por causa de los fenómenos meteorológicos que nos azotan, dice. No hay falta de alimentos, no hay escasez. Lo de la Tarahumara no ocurre nomás ahí, hay muchos pueblos donde sucede lo mismo, pero el gobierno está atendiendo la situación. Que no cunda el pánico. Y si se pone muy feo el asunto, pues aquí nomás al Norte tenemos quien nos surta de alimentos, afirma. Los EU, claro. ¿Qué más queremos? Tranquilos, tranquilos. Hay que pensar positivo y todo saldrá bien. Pero más que nada, debemos confiar en las palabras de nuestros gobernantes y no andarnos fiando de la realidad, sostengo yo.

¿Alguien se acuerda de Manón Lescaut?

Célebre muchacha alegre francesa, heroína de una novela famosa. En cierta escena es sorprendida en plena infidelidad por su amante quien le reprocha con dureza su deslealtad. “Ya no me quieres”, lloriquea ella. “Crees más en lo que ves que en lo que yo te digo”.

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