¡¡Exijamos lo Imposible!!
Hambre y capitalismo
Julio Pimentel Ramírez
La forma sesgada y manipuladora al atender la emergencia alimentaria, la profundización del proceso de privatización de Petróleos Mexicanos con la entrega de campos petroleros a trasnacionales extranjeras y la manera opaca de esconder información sobre la concentración de intereses de Televisa-Iusacell, en realidad de Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego, que de concretarse el actual duopolio se convertiría, en los hechos, en un monopolio aún más peligroso para los intereses nacionales y la hambruna agravada por la sequía en vastas zonas del país, son una clara muestra que el gobierno neoliberal vigente actúa a favor del gran capital, en detrimento de la mayoría de los mexicanos.
En Davos, Suiza, se lleva a cabo la ya tradicional cumbre de organismos financieros, líderes políticos y empresariales, en ocasiones personajes del espectáculo, ahora en el contexto de una crisis capitalista que amenaza con profundizarse y que ha agravado los desequilibrios sociales, al grado de que en el mundo cada noche se van a la cama con hambre más de mil millones de personas.
En la Ciudad de México, la movilización de la caravana del hambre, en la que destacaron campesinos de los estados del Norte, los más castigados por la sequía, logró que funcionarios de la Secretaría de Gobernación los atendieran con relativa prontitud, presionados por los tiempos electorales que los orilla a tratar de minimizar los efectos negativos en contra de los candidatos panistas.
Felipe Calderón que se negó a la petición de la Cámara de Diputados, realizada hace varias semanas cuando era inocultable e insoslayable la sequía que padecían 19 estados de la República y la hambruna que corroe la vida de un gran número de compatriotas, de crear un fondo de 10 mil millones de pesos para atender la emergencia alimentaria ahora pretende promocionarse como el gran salvador al anunciar un plan de emergencia que triplica esa cifra.
El usurpador de Los Pinos alegó criterios de legalidad para explicar su veto al fondo solicitado por los legisladores, dando muestras de insensibilidad extrema al relegar la urgencia que demanda el hecho de que niños, mujeres, ancianos, hombres ven agravadas sus condiciones históricas de pobreza y se colocan en situación de miseria.
Fue necesario que voces tachadas de alarmistas (los rarámuris no se suicidan pues están acostumbrados al hambre, a la pobreza, a la miseria, explican sociólogos; otra cosa es que mueran de enfermedades curables, vinculadas a la desnutrición) llamaran la atención sobre la hambruna que padecen los tarahumaras de Chihuahua –que no es diferente a la que se presenta entre otros grupos indígenas y campesinos a lo largo y ancho del país- para que la sociedad y el Estado se sacudieran.
Así pues, el Ejecutivo federal anuncia programa de emergencia con recursos ya aprobados para el 2012 para programas rurales; lo que prometen es que se aplicarán con presteza y sin manipulaciones políticas, ¿usted lo cree? Junto a esto se instalan mesas de negociación con las organizaciones campesinas descontentas, se levanta el plantón y los hombres del campo regresan a sus estados, confiando que ahora sí se cumplan los acuerdos. La añeja historia se repite.
Mientras esto sucede en México, inicia la reunión anual de Davos a la que asisten dos mil 600 líderes empresariales y políticos, preocupados todos –deberían estarlo- por la crisis del capitalismo a la que no se le ve pronta salida, que trae consigo el quiebre de economías nacionales y cuyos costos recaen sobre los hombros populares, agravando los desequilibrios sociales.
Aconsejaron a América Latina poner énfasis en la generación de empleo (debe crear 40 millones en diez años) porque, entendieron, no haber tomado medidas en esa dirección fue una de las causas de las rebeliones en el Norte de África. Afuera, decenas de activistas "antiglobalización" desfilaron con correas de perro y con pancartas que decían: "Atar corto a las empresas".
Brian Moynihan, director general del Bank of America, obligado por las protestas de Ocupemos Wall Street a desistir de cobrar una tarifa de 5 dólares sobre las tarjetas de débito, dijo que los bancos "hicieron mucho" para reducir los excesos y que los ciclos de expansión y desaceleración son parte de la estructura capitalista.
Pero otros sostuvieron que el proceso no es inevitable, y que los gobiernos deben asumir un papel más enérgico al regular los negocios.
Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional, dijo que hemos "perdido la brújula moral" y advirtió que si los gobiernos no invierten en la protección social ahora, "vendrá una turbulencia social que a nadie le va a gustar".
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