Con las manos vacías llega el asesino ante Caronte
María Teresa Jardí
A
pesar de lo mucho que debió acumular como pago por su repugnante odio
político a los comunistas y en particular a los jóvenes llenos de
ilusiones que le recordaban lo que él no sería jamás, lo que no
heredaría a sus hijos ni conocerían sus nietos porque su única herencia
real sería el asco que su apellido despertará mientras exista un
descendiente de Miguel Nazar Haro, que como legado les deja el
desprestigio de haber elegido ser un hombre malvado.
A pesar de su fortuna, que debe ser inmensa, como es la de todo criminal
organizado desde el poder que a cambio de asesinar recibe la patente de
corso para delinquir impunemente, Nazar Haro no tiene para pagar a
Caronte para que lo lleve, adondequiera que se tenga que llegar cuando
la muerte llega luego de una vida respetando al otro y sin haber abusado
ni siquiera del enemigo más encarnizado, al que se puede combatir, sí,
pero con la ley en la mano.
El día de su muerte la nota inicial, con todo y su título, no pasa de 9
renglones. No amerita ciertamente mayor espacio el comentario sobre la
muerte de ese asesino.
Al día siguiente empiezan los recuentos de sus crímenes que pueden
resumirse con el título de la nota del POR ESTO! “Muere un asesino”. Un
recuento del paso por la vida de esa especie de ser, no del todo humano,
exponente maligno de la guerra sucia de la década de los setenta e
inspirador de la guerra sucia que Calderón le ha impuesto a México como
condena siniestra. Director de la Brigada Blanca, antecedente de los
paramilitares escuadrones de la muerte que hoy, a lo bestia, comanda
García Luna.
Nazar está condenado a vagar eternamente cargando el pesado fardo de sus
culpas sin poder atravesar el río. Un ser maligno que habría producido
rubor en el diablo, si el diablo fuera algo más que un mito para
asustar a los niños.
El diablo son los seres como Miguel Nazar Haro. Los que incluso después
de muertos dejan su estela de daño que es lo que los ata al no descanso
de la paz ganada a pulso por cada una de sus víctimas, por cada
desaparecido, por cada asesinado, por cada persona por ellos
torturada...
Elegido como el abuelo a imitar por García Luna, quien hoy representa,
aunque no se haya entendido del todo por todos todavía, aunque es de
suponer que sí por el conjunto del Ejército Nacional, el mayor peligro
para México.
Nazar debió ser elegido como su mentor, por García Luna, quien hoy
representa, repito, sin miedo a equivocarme, el peligro para los
mexicanos, de ser adentrados en el terror de un golpe paramilitar con su
consiguiente dictadura.
García Luna es el peligro del que tendríamos todos que preocuparnos
antes de que sea demasiado tarde. Nazar debía estar orgulloso de su
pupilo y por supuesto envidiarle. A final de cuentas cuando Nazar
actuaba, de tanto en tanto, en México hasta imperaba la ley. Lo que con
el usurpador de mierda también hemos perdido. Usurpador que a García
Luna nos deja, como legado de diez años del PAN en el gobierno federal,
con su ejército paramilitar de hombres de negro que despliegan ya sus
alas como una sombra siniestra sobre México.
Nazar siempre estuvo al servicio, desde la sombra cuando el desprecio
que despertaba se fue generalizando, de la corrupta clase política
emparentada con la corrupta alta clase empresarial a la mexicana, esa
que lleva como ejemplo de malignidad, como exponente, a Roberto
Hernández.
Actuó, por encima y por fuera de la ley, cuando estuvo en activo.
Obligado a hacerlo desde la sombra en la última etapa de su vida,
despreciado por la memoria histórica que desde hace tiempo ya lo tiene
confinado en su parte relativa a la ignominia.
Muere un asesino, consigna, correctamente, la nota de nuestro diario. Un
asesino fue Miguel Nazar Haro. Un asesino impune que no merece
descansar en paz y que no va a hacerlo mientras exista un mexicano que
no olvide la memoria de la perversidad que pueden alcanzar seres
inhumanos como eligió ser a lo largo de su vida Miguel Nazar Haro. Ni un
réquiem merece quien tanto daño hizo a tantos elegidos como sus
víctimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario