Televisa y Azteca ¿duopolio televisivo?
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La reciente polémica en torno a la autorización
para que el círculo del monopolio de Televisa sobre las comunicaciones
se complete, tiene raíces profundas y antiguas. Y si bien se trata de un
asunto económico, es decir, de quien domina el mercado mexicano de los
contenidos y los servicios en línea, para que tal control pueda darse se
necesitan decisiones políticas.
La Comisión Federal de Competencia
no cuenta ni con el poder ni con la autonomía suficientes para ejercer
una verdadera vigilancia sobre las empresas para que éstas no devengan
en monopolio. El sistema presidencialista lo impide, la corrupción
imperante en el medio lo hace inviable.
Las pruebas de que no se
pretende regular la actividad económica de las empresas de
telecomunicaciones son múltiples. Luego de las privatizaciones de los
años 90, la supuesta competencia que significaría la aparición de Azteca
y luego de Canal 40, así como la presencia de MVS, se fueron diluyendo.
Azteca logró apoderarse de Canal 40 sin que nadie hablara de prácticas
monopólicas; Televisa concentra la mitad de los sistemas de cable y la
totalidad de los satelitales a través de Sky. Los consorcios del Ajusco y
de Chapultepec se unieron en contra del Cofipe de 2007 y dejaron a un
lado sus diferencias, y ahora la compra de 50% de Iusacell por un monto
de mil 600 millones de dólares los acerca aún más. Hay quien dice que la
cantidad es tan elevada que pareciera una compra o fusión de los dos
grupos televisivos para formar una entidad acaparadora de la
distribución, los contenidos y los servicios de la red.
Si revisamos
los números de esas empresas, vemos que la hipótesis de la
concentración no parece tan alejada de la realidad. Las ventas netas de
Azteca y Televisa no han dejado de aumentar de 2004 a 2010, sin embargo
la primera se mantuvo en alrededor de 9 mil millones de pesos y pasó en
2010 a 11 mil 554 millones de pesos. Por su parte Televisa tuvo ingresos
crecientes en cada año hasta pasar de 31 mil millones en 2004 a 57 mil
856 millones en 2010. Sobre estas ventas, las utilidades netas fueron
también muy diferentes: para Azteca se reportan en 2 mil 318 millones de
pesos y para Televisa en 8 mil 515 millones de pesos (casi lo mismo que
reporta para 2011 Banorte-IXE).
Un elemento más que habla de la
penetración de ambas empresas en el entramado económico del país son sus
consejos de Administración. En el de Televisa figuran algunos de los
empresarios de los conjuntos más poderosos: Grupo México, Grupo Bal,
Fomento Económico Mexicano y Coca-Cola-Femsa, Grupo Modelo, Bacardí
Limited, entre otros. En el organigrama de Azteca aparecen presidentes
de Casas de Bolsa: ABACO, exfuncionarios de bancos y de empresas
pequeñas de madera e inmobiliarias.
En las fundaciones de ambas
empresas hay también notables diferencias en programas, donaciones y
aliados para allegarse fondos. Un ejemplo: todos los bancos apoyan el
programa Bécalos de Televisa mediante la oferta de una posibilidad de
donar a través de los cajeros automáticos. En su Consejo Consultivo
aparecen ocho intelectuales, además de empresarios. Nada de esto sucede
en Azteca.
La concentración sirve para aumentar la rentabilidad,
fijar precios, calidad y extensión de la oferta y obligar a los poderes
públicos a reglamentar en sustento de este proceso. Así ha sucedido en
México por lo menos desde Miguel de la Madrid.
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