Indigenismo a la mexicana
Laura Bolaños Cadena
Pareciera una redundancia. Los mexicanos nos creemos los inventores del
indigenismo y los más patriotas, entendido el patriotismo como amor y
admiración por “nuestro” pasado indio y odio a cuanto nos recuerde la
Conquista. Hemos emprendido acciones tan fulminantes al respecto como
mentarle la madre a Cristóbal Colón, pintarrajear su monumento, aplaudir
el mural donde Diego Rivera pinta a Hernán Cortés como un enano
jorobado, producir obras de teatro donde se vitupera al Conquistador y
otras igual de efectivas. Los malditos conquistadores son la causa de
todos los males que padeció la población originaria de lo que hoy es
México.
Pero nos independizamos de España y la situación es muy otra. Podría
hablarse extensamente sobre tantos beneficios como han recibido los
indios de los mexicanos independientes, además de las acciones arriba
señaladas. Hoy tenemos una de las mejores pruebas de los bienes que
disfrutan los grupos originarios. Según el Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), los indios de
México ascienden a siete millones, los cuales, informa, viven en la
situación más aguda de pobreza y marginación, y muestran los peores
índices nacionales en cuanto a desarrollo humano.
Veamos un caso concreto: en el estado de Chihuahua, en los últimos días,
un twit puso los reflectores sobre la zona tarahumara informando del
suicidio de varias decenas de sus habitantes indígenas, que optaron por
tirarse a un barranco desesperados por la falta de alimento para sus
hijos. El gobernador César Duarte negó el “infundio”, pero acaba de
reconocer que cada año mueren, a consecuencia de la desnutrición, entre
40 y 50 rarámuris. Esta situación es recurrente, y hasta ahora que se
hizo un fuerte escándalo debido al mencionado twit, el único remedio fue
acudir a llevarles despensas que ni siquiera alcanzaron para todos los
asistentes a la reunión convocada por el gobierno. Un buchito de agua a
los que mueren de sed.
Y sin embargo no es el hambre el mayor azote de la zona tarahumara. Por
siglos han sido víctimas del despojo de sus tierras, malos tratos y
asesinatos a manos de blancos y mestizos sin que las autoridades hagan
nada por ellos. En la actualidad, a los males ancestrales se ha añadido
un ingrediente más grave: el narcotráfico, que rompe las estructuras
sociales y las tradiciones rarámuris, y desplaza a los pobladores de sus
tierras. Muchos huyen por miedo. Pero además lleva a cabo una acción
todavía peor: recluta para sus filas a los jóvenes nativos.
Por fortuna nos libramos de los nefastos conquistadores gachupines hace 200 años. Viva Cuauhtémoc, nuestro héroe máximo.
Candidatos “ciudadanos”
Todavía no me entero a qué hora se expidió un decreto privando de la
ciudadanía mexicana a cuantos estén inscritos o se inscriban en algún
partido político o hayan ocupado puestos políticos que les permitan
tener experiencia en esa área. Me parece que para curar enfermos se
requieren médicos, así como para levantar puentes hacen falta ingenieros
y para litigar ante tribunales se necesitan abogados, para llevar la
contabilidad, contadores; para dirigir la economía economistas, etc.
Si algo nos hace falta en México son políticos, políticos de verdad,
capaces de dirigir el país. La desgracia es que carecemos de ellos. La
mayoría de los que ascienden a puestos de dirección de las diferentes
áreas de gobierno, van tras el hueso. No son verdaderos políticos, son,
como se decía antes, pancistas.
Nuestra clase política es, en general, mediocre. Decenios de dictadura
disfrazada no permitieron la formación de verdaderos políticos. El PRI
impidió la alternancia, en sus filas formaba cómplices, no dirigentes
políticos. Y hoy nos salen con la fumada de los “candidatos ciudadanos”.
A falta de verdaderas figuras, los partidos se sacan de la manga
cantantes, boxeadores y otros deportistas esperando que por una
popularidad ganada gracias a su destacada actuación frente al micrófono,
pegándole a una pelota o rompiéndole las narices al contrario, la gente
vote por ellos y ya está. Se ganó el puesto para el partido que lo
lanzó. ¿Cómo va a desempeñar el cargo? Es lo de menos, el espacio se
ganó. Era lo importante.
Ahora el PAN, el más huérfano de figuras destacadas, se cuelga de una
señora cuyo mérito ha sido luchar por la justicia en el caso del
secuestro y asesinato de su hijo… y mostrar apoyo a Calderón en su
dizque lucha contra el crimen organizado. ¿Qué experiencia tiene Isabel
Miranda de Wallace para gobernar nada menos que la entidad más
complicada del país, una urbe monstruosa con más de 20 millones de
habitantes y con todos los problemas del mundo? No creo que tenga dotes
ni siquiera para encabezar una delegación del DF, pero ni para
presidenta municipal de San Nicolás de las Tunas. Ah, tiene un gran
mérito: es “candidata ciudadana”. Aunque creo que en eso tampoco les
gana a los otros, sospecho que todos sus contendientes también son
ciudadanos. O tal vez esté yo equivocada.
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