miércoles, 18 de enero de 2012

'El copetes' desea una presidencia imperial

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
La presidencia infernal
Jorge Canto Alcocer

Pese a ser un académico más bien superficial, sometido a los intereses oligárquicos y al manejo mediático, hay que reconocer el acierto de Enrique Krauze al plantear el concepto de “presidencia imperial” para caracterizar al período histórico dominado políticamente por el Partido Revolucionario Institucional, particularmente durante las gestiones presidenciales de Manuel Ávila Camacho y sus sucesores hasta Carlos Salinas de Gortari. Hoy el concepto cobra vigencia tras las recientes declaraciones de Enrique Peña Nieto sobre el fortalecimiento del presidencialismo y la limitación de las minorías “virulentas”.

Me permito, como planteo en el título del presente trabajo, una corrección: más que imperial, el presidencialismo mexicano vigente de 1940 al 2000 fue infernal. Desde Ávila Camacho hasta Zedilloaunque un tanto acotado el poder de este último por el crecimiento de la oposición política y la consecuente disminución de la influencia del centro sobre las regiones-, los presidentes priístas y sus sistemas de gobierno funcionaron como diques al progreso y desarrollo social, desmantelaron en los hechos el corpus jurídico surgido de la Revolución Mexicana, socavaron las organizaciones populares emanadas de dicho movimiento y se aliaron cada vez con mayor descaro a las oligarquías, subordinándose además con muy notables excepciones en este tema específico- a los dictados paranoicos del imperialismo estadounidense, en el marco del período más álgido de la guerra fría.

Después de los firmes avances de Lázaro Cárdenas en los temas cruciales de la justicia social, la organización popular, el cumplimiento de la Constitución de 1917 y la soberanía política y económica, los gobiernos priístas dedicaron la mayor cantidad de sus esfuerzos a destruir el edificio labrado por miles de mexicanos a sangre, fuego, trabajo y entrega, y que fue fortalecido de manera fundamental por el divisionario michoacano.

El divorcio entre los gobiernos priístas y la realidad de lucha de las mayorías mexicanas se selló el dos de octubre de 1968 con la matanza de varios cientos de jóvenes y la furiosa represión de miles de ellos, y fue continuada por las siguientes administraciones, que utilizaron todo el peso del poder político, económico, diplomático y militar para mantener sus privilegios y los de sus aliados.

Nuestro periódico, así como muchos de sus integrantesnuestro director de manera destacada- han sido blanco de las embestidas del presidencialismo infernal, que por supuesto sobrevivió al priísmo y ha continuado golpeando a las iniciativas independientes y democráticas de ciudadanos e instituciones. Aunque reducido en su poder político durante la docena trágica de las administraciones panistas, el presidencialismo ha acrecentado su agresividad, de lo que dan cuenta perfectamente las miles de muertes provocadas por la estúpida “guerra” contra el narco y la abyecta guerra sucia contra los movimientos sociales.

Las recientes declaraciones de Peña Nieto, rápidamente avaladas por el nuevo líder del PRI, develan el verdadero significado de un eventual triunfo del analfabeta mexiquense: el retorno de la presidencia infernal, corregida y aumentada con el intolerante fanatismo de la derecha y el llevar hasta el extremo la aberrante sumisión ante Washington.

A contracorriente de la visión de México que abandera el joven dinosaurio, un grupo de intelectuales mexicanos presentó recientemente el proyecto MORENA cultura, que se encargará de elaborar diversas propuestas para el desarrollo del sector. El grupo es encabezado por los escritores Elena Poniatowska y Paco Ignacio Taibo II. Al mismo tiempo, el boxeador Juan Manuel Márquez afirmó que continuará apoyando a Peña Nieto en sus siguientes peleas. Emblemática situación: los libros versus los golpes. ¿De qué lado estará Ud.?

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