No ganó la izquierda, perdió Guerrero
Comprar voluntades es lo de hoy
No nos referimos sólo, o nada más, a lo que pase en el estado de México, sino al rumbo que tomarán los comicios desde ahora. La tendencia, para decirlo con las mismas palabras que la clase política
, parece irreversible.
Ya habíamos dicho que ganara quien ganara en esas elecciones, las condiciones de la población no cambiarán. Aguirre o Añorve son lo mismo, representan lo mismo; la diferencia ahora es, nada más, el dueño de la caja registradora adonde irán a parar muchos de los dineros que aporta la gente al gobierno.
Marcelo Ebrard se ha convertido de facto, en el jefe del PRD chuchista, aunque la cara y las locuras se le anoten a Jesús Ortega. Con el cheek-to-cheek que exhibió con el priísta que ganó la elección en Guerrero, desapareció una vez más del escenario a Ortega. La primera vez fue en esta capital, cuando destapó a Alejandro Encinas, entre los pucheros y la rabia de Chucho.
Sí, el jefe de Gobierno del DF es también el que manda en el PRD, o mejor dicho, en el cascarón en el que ha convertido Nueva Izquierda a ese partido. Y parece que no le preocupa. Tener o no militantes ya no es un dilema. Ahora se trata de conseguir fuerza económica para comprar votos. Nada más.
Es la misma práctica que tiene el priísmo que se olvidó hace rato de quienes lo apoyaron alguna vez a ras de suelo. La competencia no está en el proyecto, en la idea de hacer la diferencia en los programas de trabajo, en la orientación de los recursos. La guerra se centra en el grosor de la cartera. Competir peso contra peso, dólar contra dólar; el mercado es tan grande como la necesidad de la población, ése es el entendido.
Para eso hace falta ganar Guerrero, Baja California Sur, el estado de México, y todo lo que se pueda. Y por eso también, más que buscar a un candidato de la izquierda que pudiera sembrar ideas de cambio, aunque en ésta se perdiera, no era negocio, pero enganchar a un priísta convencido de que el cochinero es la mejor arena para la política, eso sí que reditúa ganancias.
La mejor forma de encubrir todo eso es sin duda el asistencialismo, repartir dinero para todo lo que se ocurra, comprar la conciencia de los más pobres, que son la mayoría, es hacer clientela, fabricar votos, borrar el quehacer político de la vida del país.
En ese contexto Guerrero es un gran mercado, es muy pobre, pero tiene grandes posibilidades para los inversionistas que a fin de cuentas podrán hincar el diente con mexicana alegría sin que nadie diga nada, sin oposición, en un escenario en el que los pobres son necesarios, son la mejor materia prima.
Algo tendría que hacer el jefe de Gobierno para corregir, de una vez por todas, ese trazo que barrunta un México desprovisto de idea de cambio. Por que eso que alguna vez nació como la forma de romper con la inercia de las desigualdades se ha convertido en una forma de asistencialismo que requiere cada vez de mayores recursos. Comprar voluntades es lo de hoy.
No ganó la izquierda, reiteramos; ha perdido Guerrero, igual que hubiera perdido con el PRI. Lo grave es que no hay salida de emergencia.
De Pasadita
El precio de los víveres en la ciudad sigue en aumento y nada ni nadie se ocupa de poner un alto a esta desgracia que tienen que ver directamente con el alza continua a las gasolinas. Las protestas irán en aumento y nada se les ocurre a las autoridades para frenar la situación. ¿Hasta dónde se soportará?
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