¡¡Exijamos lo Imposible!!
¿La alianza vale destruir al PRD?
Julián Andrade
La idea misma de poder agrupar a corrientes de la izquierda que son antagónicas hizo crisis y puede tener severas consecuencias para el PRD.
La decisión de Andrés Manuel López Obrador de separarse del perredismo, en tanto continúen las alianzas con el PAN, es sólo el principio de un proceso de desintegración.
La candidatura opositora en el Estado de México es un catalizador de problemas mucho más profundos, que tienen que ver con diagnósticos diversos y hasta enfrentados.
La unidad de la izquierda nunca fue sencilla. En el Partido Comunista existió la sabiduría para avanzar hacia la construcción de organizaciones que estuvieran en posibilidad de disputar y acceder al poder. El Partido Socialista Unificado de México, y posteriormente el Mexicano Socialista, surgieron con la idea de terminar con sectarismos que sólo dificultaban el avance electoral de la izquierda.
El proceso de unidad del PMS fue especialmente complejo, porque se integraron inclusive grupos que creían en la vía armada y que se sentían más cómodos en la clandestinidad que en la plaza pública.
El PRD ya fue un asunto distinto, porque la integración fue con las corrientes que habían dejado al priísmo y que tenían, en teoría, una buena disposición democrática.
Uno de los problemas más graves fue que no se acabó de elaborar un verdadero proyecto de nación, que no sólo recogieran las reivindicaciones y los agravios de los ex priístas.
Del PRI y sus constelaciones cercanas vienen el propio Andrés Manuel López Obrador y Jesús Ortega. El primero llegó a ser presidente del PRI en Tabasco y el segundo se formó en un satélite del entonces partido oficial: El Partido Socialista de los Trabajadores.
A los dos los mueve la idea de que hay que evitar que el PRI regrese al poder. Los agravios de cada uno son poderosos, porque conocieron a ese partido y en buena medida vivieron de él.
El asunto es que su diagnóstico difiere. López Obrador insiste en que fue despojado de la Presidencia de la República y por ello cualquier muestra de simpatía con el panismo es vista como un despropósito.
Ortega sabe que perdieron la elección y que su futuro político depende de un resultado espectacular en el Estado de México, aunque esto signifique continuar apuntalando a la derecha.
Lo que está ocurriendo es un ejemplo de cómo la ausencia de proyectos puede complicar la sobrevivencia de los partidos mismos.
El anuncio del retiro partidario de López Obrador ya está generando una sicosis de fractura más amplia.
¿Cuántos dirigentes estarán dispuestos a respaldar al ex Jefe de Gobierno? Es pronto para saberlo, pero la ruptura podría ser de tal tamaño que la alianza va a terminar siendo lo de menos.
julian.andrade@razon.com.mx
Twitter: @jandradej
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