¡¡Exijamos lo Imposible!!
AMLO-Encinas, el dueto a vencer
Juan José Morales
Escrutinio
Sobre las elecciones de julio próximo en el Estado de México, se ha dicho que serán una especie de ensayo para los comicios presidenciales del año venidero y que sus resultados tendrán carácter de termómetro para medir el vigor de las fuerzas políticas que competirán en ellos. Esa entidad es la más poblada del país, la que mayor número de votantes tiene y la gobierna Enrique Peña Nieto, a quien se considera el más fuerte aspirante a la candidatura presidencial por el PRI. Para serlo, empero, debe demostrar que —como se diría coloquialmente— “las puede”. Es decir, debe hacer ganar al abanderado priísta a la gubernatura, sea quien sea.
Sin embargo, Peña Nieto no las tiene todas consigo pese a los 3,500 millones de pesos que ha gastado durante cuatro años en promover su imagen a través de los medios de comunicación —especialmente la TV—, según datos de Jenaro Villamil en su nuevo libro “Si yo fuera presidente: el reality show de Peña Nieto”. Mucho menos las tiene todas consigo el PAN, al cual urge un gran triunfo si quiere aspirar seriamente a conservar la presidencia de la República en 2012.
Y para ambos partidos, el enemigo a vencer es sin duda Alejandro Encinas, quien en mancuerna con Andrés Manuel López Obrador, encabeza el Movimiento de Renovación Nacional (Morena) y una movilización popular de tal magnitud y características que ha puesto a temblar a muchos. Encinas, hombre de impecable trayectoria en la izquierda, ha logrado no sólo ser el más conocido y popular de los aspirantes a la gubernatura del Estado de México —de hecho, en la práctica es el único a quien conoce la gente—, sino que además ha sabido conjuntar el apoyo de López Obrador y de Marcelo Ebrard, a quienes maquiavélicamente se trata de enfrentar y convertir en rivales por la candidatura presidencial en 2012.
Tan sólidas son las posibilidades de triunfo de Encinas, que ya se están moviendo los hilos para tratar —al igual que en su momento se intentó con AMLO— de evitar que pueda ser candidato, aduciendo supuestos impedimentos legales. Incluso, hace poco el secretario del Trabajo, Javier Lozano, saltó a la palestra para hacer ese trabajito, que usualmente se encarga a políticos segundones o a periodistas de alquiler.
Como si no tuviera cosas más importantes en qué ocuparse —por ejemplo el desempleo de millones de mexicanos o la pérdida del poder adquisitivo de los salarios—, Lozano se dedicó a descalificar la candidatura de Encinas. Pero, ya que se rebajó a hacer trabajo de peón de brega, era de esperarse al menos que hubiera sido un poco más serio, profundo y analítico en sus comentarios y no que se limitara a repetir lugares comunes que otros ya han publicado y a endilgarle epítetos y calificativos a Encinas y a “quien pesa sobre su ánimo”, a “su jefe político”, a “la fuente de poder que le instruyó”, a “su jefe máximo”, y así por el estilo, refiriéndose evidentemente a López Obrador pero sin atreverse ni una sola vez a escribir su nombre, como si temiera hacerlo, de igual manera que —en los pueblos de Yucatán— muchas mujeres nunca mencionan a las serpientes sino que se refieren indirectamente a ellas con circunloquios como “el animal ese”, o “el bicho”, pues existe la creencia de que si se pronuncia su nombre, entrará a la casa.
Ciertamente, como reza el dicho popular, el miedo no anda en burro. En las más altas esferas del poder se teme fundadamente que Encinas gane la gubernatura del Estado de México, y con ello multiplique las posibilidades de que la izquierda triunfe nuevamente en la elección presidencial del año próximo, como ocurrió en 1988 y 2006.
Por eso se trata de impedir que Encinas sea candidato, o dividir a las fuerzas que lo apoyan. Ese, y no otro, es el objetivo de la insistencia de la dirección nacional del PRD de concertar una alianza con el PAN, a sabiendas de que hay una fuerte oposición a ello dentro del propio PRD, pues se le considera innecesaria a la luz de los resultados de elecciones anteriores.
En efecto, tanto Cárdenas en 1988 como López Obrador en 2006, obtuvieron en el Estado de México votaciones muy superiores a las del PAN y el PRI. La posibilidad de que triunfe una coalición unificada de izquierda, resulta así muy factible. Por ello se está haciendo hasta lo imposible por impedirla.
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