De la nueva sabiduría
Carlos Monsiváis
20 julio 2008
En el futuro próximo, académico que no aparezca dos o tres veces al año en mesas redondas de la televisión será desplazado de su cubículo.
Carlos Monsiváis
20 julio 2008
En el futuro próximo, académico que no aparezca dos o tres veces al año en mesas redondas de la televisión será desplazado de su cubículo.
—Frases que, así todavía se atengan a la humildad demográfica, ya se escuchan: “Oye, te vi en la tele. Estuviste muy bien… A propósito, ¿de qué hablaste?”
—En el futuro próximo, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) tomará en cuenta para sus puntuaciones la presencia de los académicos en televisión. Al principio sólo se contabilizarán las muy oídas en los pasillos de la academia: “Perdona que no te diga ahora lo que pienso de este asunto, pero al rato viene un equipo del Canal 2 por una opinión, y necesito pensarla muy bien y sólo ensayar ante la cámara. Ya sabes: te salas si dices lo que piensas de un tema antes de que te graben”.
—Un académico al que ningún canal de televisión o estación de radio consulta es una investigación congelada.
—Si nadie conoce en la calle a un experto sobre el tema que sea, lo más probable es que no haya repartido jamás su tesis de doctorado.
—Frases que se atropellan en los pasillos de la academia: “Dáme un punto de apoyo televisivo y moveré al mundo, al menos al mundo que quepa en mi cubículo
* * *
—Comentario exterminador: “Dicen que ya no lo invitan a las mesas redondas de la tele, porque le da por decir: ‘Un momento, amigo, por favor, aún no he terminado de explicar las bases racionales de mi pensamiento’”.
—Si los técnicos de la televisión se miran entre sí desesperados mientras habla la promesa de la academia, la persona en cuestión tardará bastante en ser admitida en el SNI (profecía a corto plazo).
—Una mesa redonda televisiva sin polémica no garantiza que no se duerman los espectadores, tan sólo promete que no se dormirán los participantes.
—Antes de la televisión, dice la sabiduría impopular, los académicos se promovían con señales de humo o intervenciones de tiempo compartido en los cafés.
—Consejo a participantes neófitos en programas de opinión sobre temas de interés candente: “Mira a la cámara como si fuera tu familia, mira a los de tu familia y a tus compañeros de trabajo como si fueran únicamente espectadores; mira a los que te invitan como a patrocinadores de tu temporada en la esfera celeste”.
—Consejo vuelto rumor en los pasillos de la academia: “Si al día siguiente de tu brillante intervención nadie te la comenta, échale la culpa al apasionante juego de futbol que pasó a la misma hora”.
—Frase que circula agónicamente en los pasillos de la academia: “Nadie solicita mi opinión sobre tema alguno, y si no fuera porque estoy en el SNI, creería que no existo”.
—Consejo a la salida del examen de doctorado: “La naturalidad ante las cámaras sólo se adquiere si pones en automático tus puntos de vista”.
—Sentencia en la pared: “Si hablas con gran lentitud en el programa, tu imagen se está borrando al instante”.
—Experto es aquel que ante la cámara sabe del tema que le proponen, pero ignora cómo persuadir a los espectadores de la polarización (la etapa actual del rating) de que no está en su ánimo discrepar de nadie.
—Oído en los pasillos del Instituto de Investigación: “Deberían avisar con dos meses de anticipación de los asuntos que se pondrán de moda para no llegar a improvisar”.
Escritor
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