El Distrito Federal y el
sector social de la economía
Bernardo Bátiz V.
Bernardo Bátiz V.
La Constitución mexicana reconoce en su artículo 25, que el sector social de la economía es, junto con los sectores público y privado, factor importante en el desarrollo nacional, al que deberá concurrir con los otros dos, en un marco de libertades, pero también de apoyos por parte del Estado; el sector social de la economía está formado por estructuras y organismos que, sin constituir parte del poder público, ni ser tampoco iniciativa privada en estricto sentido, son factores de la producción que tienen como característica principal que no buscan el lucro a costa de otros o de la naturaleza.
Integran el sector social los ejidos, organizaciones de trabajadores, comunidades agrarias, cooperativas, empresas que pertenezcan mayoritaria o exclusivamente a los trabajadores y otras formas de organización social para la producción y distribución de bienes y servicios. El artículo 25 constitucional ordena que bajo criterios de equidad social, el Estado apoyará e impulsará a las empresas de los sectores social y privado de la economía.
En la actualidad, a partir de la globalización de la economía y del predominio en el mundo de la empresa privada, los gobiernos priístas y panistas no han descuidado el apoyo a las empresas privadas, pero sí lo han descuidado cuando se trata de empresas que pertenecen al sector social. Un caso ejemplar es el de la Cooperativa Pascual, en el que sin ninguna sensibilidad y desconociendo las reglas del derecho social que están presentes en el mismo Código Civil, la Suprema Corte de Justicia resolvió en favor del interés privado de una sola persona y sobre el interés colectivo de cientos de familias.
El gobierno de la ciudad de México ha sido una excepción en esta política, que lamentablemente ha prevalecido en los tiempos recientes; en el año 2006 se aprobó para el Distrito Federal una Ley de Fomento Cooperativo y el actual gobierno creó la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo, que cuenta con una coordinación de seguimiento del Programa de Fomento Cooperativo.
A impulso de esta secretaría tuvo lugar hace unos días un foro en apoyo al movimiento cooperativo y se han programado otros en otras entidades del país, todos encaminados a convencer a las legislaturas locales a que impulsen leyes que fomenten y faciliten el cooperativismo.
Lo característico de las empresas cooperativas es que en ellas no hay dueños o patrones y trabajadores a su servicio; en las cooperativas los propietarios de la empresa son los mismos trabajadores; mientras que en el sistema de libre competencia, unos ganan lo que otros pierden en el de economía social ganan todos.
En la ciudad de México se desarrolló el programa “Qué buena puntada”, en el que participaron bajo el auspicio del Gobierno local 17 cooperativas con unas 800 personas, que bajo esa forma de producir, fabricaron cerca de 400 mil uniformes para alumnos de primaria y secundaria de la misma entidad, cuyos padres pudieron adquirirlos a un precio menor que el del mercado por que no hubieron ni ganancias para los “patrones” ni para los intermediarios. Todos ganaron.
La filosofía del sistema capitalista divide a la sociedad en dos sectores, marcadamente diferentes: el de los ganadores o triunfadores y el de los perdedores; en la literatura, en el cine, en los programas de televisión, una forma de humillar o de ofender a una persona o a una colectividad, es señalándola como un perdedor. En los sistemas sociales, prevalece la igualdad, la solidaridad y el apoyo recíproco, todos ganan y todos se esfuerzan en el mismo sentido.
Es significativo y debiera ser motivo de reflexión pública y debate en los medios, el impulso que un gobierno de izquierda da a las empresas cooperativas que son fuentes de empleo, en las que siendo importante el capital, el factor fundamental es el constituido por las personas integrantes de la comunidad. Los medios lamentablemente se interesan más en contar cabezas cortadas por los narcos en su constante lucha por el control de los mercados o bien las víctimas de accidentes fatales y lamentables y poco se ocupan de programas como el de los uniformes escolares a que me referí o ignoran por ejemplo, la construcción de grandes naves al servicio de los trabajadores organizados en cooperativas, que ya están por lo pronto programadas para las delegaciones de Azcapotzalco y Gustavo A. Madero.
Frente a gobiernos que no pueden ver más allá de las inversiones extranjeras y de los grandes negocios, es un ejemplo el esfuerzo del gobierno de la capital que responde con eficacia y buen sentido a este injusto sistema neoliberal, en el que, el pez grande devora al pequeño.
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