¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Izquierda hegemónica
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Lo que más irrita a los poderes fácticos y a
la mayor parte de la clase política nacional es que a pesar de décadas
de represión, exclusión y cooptación, el discurso crítico de izquierda
sigue imponiendo las coordenadas del debate político nacional. Los
principales medios de comunicación electrónicos son muy eficaces cuando
se trata de desviar la atención de los temas de fondo, de vender
productos chatarra y de generar un ambiente de miedo y desánimo entre la
población. Sin embargo, estos mismos medios han sido incapaces de
llenar el vacío con un nuevo discurso afirmativo y articulado desde la
derecha.
Hoy la verdadera crisis de identidad y de propuesta
ideológica, tanto en México como en el mundo, no es de la izquierda,
sino de la derecha. Durante la Guerra Fría, los neoliberales se
enorgullecían de su supuesta defensa del capitalismo, la “libertad” y la
democracia de la incursión de las dictaduras “totalitarias” y
comunistas. Este discurso siempre fue una mascarada para esconder el
imperialismo estadunidense, la concentración generalizada de la riqueza y
la comisión de un sinnúmero de atrocidades y crímenes de guerra, pero
todo se hacía supuestamente con el noble fin de defender los principios
básicos del liberalismo.
Pues bien, desde la desarticulación del
bloque soviético, marcada simbólicamente por la caída del Muro de Berlín
en 1989, la derecha ha perdido la brújula. En Estados Unidos se ha
buscado reemplazar la “amenaza comunista” con la “amenaza terrorista” y
el peligro de los “fundamentalistas” musulmanes. Este esfuerzo ha
funcionado para permitir tanto una enorme expansión del gasto militar
como una escalofriante reducción de la privacidad y las libertades
cívicas, pero no ha logrado articular una nueva propuesta de
transformación social y humanitaria. Al contrario, cada día es más
transparente el desnudo ejercicio del poder en función de los intereses
imperiales y de una pequeña clase dominante mundial.
En México,
tanto la rampante corrupción política durante el sexenio de Carlos
Salinas de Gortari como la crisis económica de 1994 deslegitimaron de
manera contundente el discurso neoliberal iniciado en 1982. Fue evidente
para todos que la “modernidad” y el “desarrollo” ofrecidos por esta
corriente de pensamiento en realidad implicaba mayor desigualdad,
pobreza y saqueo por los potentados. El “error de diciembre”, la masiva
devaluación del peso en 1993, desnudó la mentira del proyecto salinista y
cumplió entonces la misma función en el contexto mexicano que la caída
del Muro de Berlín a escala mundial: ambos eventos marcan el fin de la
credibilidad del discurso neoliberal.
Pero en México, en lugar de
recurrir a la amenaza del terrorismo como eje articular de un nuevo
discurso dominante, el nuevo “enemigo” es el supuesto “populismo” del
nacionalismo revolucionario. Aquí el adversario a vencer no serían los
fundamentalistas religiosos, sino quienes defienden las conquistas
históricas de la Constitución Mexicana, y en particular los artículos 3,
27 y 123 sobre la educación pública, gratuita y laica, la propiedad
“originaria” de la nación sobre todas las tierras y aguas y los derechos
laborales y sociales.
Resulta evidente que el “Pacto por México” (véase: http://ow.ly/gmdxq), la “nueva estrategia” de seguridad pública (véase: http://ow.ly/gmduy)
y los otros esfuerzos políticos y propagandísticos del nuevo gobierno
(véase: http://ow.ly/gmdAu) están diseñados con el fin de excluir,
dividir y arrinconar a las fuerzas progresistas. Si bien la cabeza más
visible y el blanco más común de los ataques es el dos veces candidato
presidencial Andrés Manuel López Obrador, el verdadero adversario del
“nuevo” PRI, que el mismo César Camacho Quiroz ya ha reconocido no es
más que el PRI de siempre, es nada menos que la misma Constitución
Política y la Revolución Mexicana.
Pero lo que llama la atención y
genera esperanza para el futuro es que el nuevo gobierno no se atreve a
decir públicamente lo que planea en privado, por ejemplo con respecto a
la privatización del petróleo, el aumento del IVA y la creación de
nuevo emporios mediáticos y empresariales dirigidos por amigos para
“competir” con los ya existentes. Las reiteradas menciones de Enrique
Peña Nieto a la “modernización”, la “audacia”, la “unidad” y la “paz” no
constituyen una nueva visión articulada del futuro de la nación, sino
que solamente buscan distraer la atención pública a partir de una
apropiación y tergiversación del discurso de la izquierda.
Así que
quienes en realidad no tienen “propuestas” y “solamente destruyen” no
son el movimiento #YoSoy132 o la Convención Nacional Contra la
Imposición, sino Enrique Peña Nieto, el PRI, Televisa y TV Azteca. Hoy
en México el pensamiento crítico goza de cabal salud, sobre todo entre
los estudiantes universitarios y los usuarios de las redes sociales.
El
gran pensador y dirigente italiano Antonio Gramsci conminaba a sus
seguidores a complementar un sano “pesimismo del intelecto” con un más
sano “optimismo de la voluntad”. Es fundamental entender las razones de
la derrota de la izquierda en las urnas, tanto en la elección
presidencial como en las entidades gobernadas por candidatos “amarillos”
que no tienen nada que ver con las fuerzas progresistas. Sin embargo,
también es importante reconocer y celebrar la invaluable hegemonía del
discurso de izquierda en el debate político nacional.
Hoy en
México nadie se reivindica como un reaccionario o un neoliberal. Estas
corrientes de pensamiento se encuentran en franca bancarrota. El
principal reto estratégico, entonces, no es necesariamente la
elaboración de nuevas “propuestas”, ya hay una infinidad de iniciativas
excelentes elaboradas por algunas de las mejores mentes del país
(véanse, por ejemplo, las obras e iniciativas del Consejo Nacional de
Universitarios: www.consejonacionaldeuniversitarios.org.mx).
El reto principal más bien sería evitar la expropiación del discurso
progresista por las fuerzas de la reacción, así como asegurar que la
valiosa hegemonía discursiva de la izquierda aterrice en un nuevo
movimiento político y social capaz de dictar las coordenadas de la
política nacional.
www.johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman
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