El “Subcomandante” no quiere saber de tarahumaras…
Jane de la Selva
Buscaba un centro de acopio cerca de la selva para cooperar con algo
para las familias hermanas en la alta sierra olvidadas tras la sequía,
pero no había. Pocos mexicanos saben quiénes son los tarahumaras.
Imaginar una hambruna de semanas contra un frío de encierro, duele.
Cargaremos la camioneta para hacer la entrega el miércoles que vamos a
la ciudad. Que uno quisiera transportarse hasta allá en convoy, conducir
hasta aquella ríspida como imponente serranía incomunicada de la
Tarahumara, donde dependen vidas de la agricultura. Y se pierden vidas,
como hemos tenido que verificar, por causa primaria del abandono humano
de nuestras etnias, del campo y la falta de agua. Que una causa mayor
es la tala indiscriminada.
No llovió lo suficiente en la región este temporal, no hubo grano suficiente tampoco.
El termómetro bajó prematuramente en la sierra occidental a principio
de Noviembre, el día diez para ser exactos lo tengo registrado en
bitácora. Se resecaron, se agrietaron, se debilitaron sustancial y
peligrosamente las cosechas en los valles.
La pregunta es ¿si las autoridades sabían lo que se avecinaba, por
qué no planearon e invirtieron lo debido para proteger a los
desprotegidos? La respuesta: Porque sus intereses y políticas
económicas no los incluye; porque los presupuestos, para ellos no son,
para ellos no alcanzan (a menos que sea motivo de beneficio electoral
entonces sí son capaces de aportar lo que sea ipso facto y “colgarse” de
cualquier desgracia humana una vez ahogado el niño). Que de haberse el
gobierno prevenido, utilizado “sus excedentes” para proveer en la
emergencia de la terrible sequía en el norte del país anunciada en todos
los medios.
Pero son cobardes y ahora desmienten que hayan muerto por el hambre.
Al gober Duarte no le convinieron las muertes. La prostituida Televisa
que aún no acepta que la transformación del país ha llegado, lo apoyó y
regó la creencia de ser una calumnia los suicidios en Chihuahua: ”
…Hombre, si los rarámuris son los que más aguantan…”, comentó en
pantalla uno de sus monitos. No tienen madre…ni hambre desde luego.
Sin alimento que durara en el organismo se derrotó la férrea
resistencia, pienso para ya no sentir el vientre vacío reflejado en las
pupilas de los hijos que los miraban. Esa es la desesperación, ese el
aullido ahogado en simbología heroica. Dejan asentado que no van a
tolerar ya ese sufrimiento, ese abandono e inconciencia del existir de
sus hijos en las condiciones más inhóspitas y paupérrimas de la nación.
Ellos no se importan, ya sobrevivieron, el motor de su intolerable
tristeza es el amor por la descendencia.
Habían portado la invisibilidad añeja con estoicismo estos dueños
originarios de nuestras tierras sustraídos del progreso. Pero pintan su
raya, su hasta aquí. Que no los sacó el Subcomandante Marcos de la
invisibilidad, ni a los chiapanecos de sus penurias. No se oye voz
desde el sur para la defensa de estos hermanos. Ni siquiera por el
disimulo de que con eso defendería los derechos de las familias de allá
donde la tierra es verde. Ya fuese por pura fraternidad desde el polo
opuesto no menos abrupto y pleno de retos.
Mire usted cómo el pueblo rarámuri es marginado sin compasión. ¿Ni
siquiera una mención de apoyo? Que bien merecería una procesión de sus
zapatistas bien alimentados hasta aquellos lares como signo de
resistencia y de solidaridad. ¿No se siente usted afectado? ¿Y por qué
no se siente agredido ni aludido el “Subcomandante” ante el hambre del
pueblo rarámuri?
¿Es por ello que coparticipa en la guerra sucia contra el cambio de
políticas públicas que México necesita? ¿Es por ello que se ha opuesto
al noble liderazgo progresista de AMLO quien sí representa al pueblo
indígena porque les ha cumplido y saben les cumplirá? ¿Es por ello que
lo que sucede en la sierra tarahumara o en Chiapas mismo en realidad le
importa un bledo?
Ya quítese usted la máscara que ya de nada le sirve.
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