¡¡Exijamos lo Imposible!!
NO es un capricho María Teresa Jardí
Dicen las consejas populares que no hay mal que por bien no venga y en general las personas solemos comprobar que todo lo malo que nos pasa en la vida trae consigo algo mejor o algo que era más conveniente para la etapa correspondiente. Siendo inaceptable, cuestionable e incluso teniendo mucho de despreciable la venganza política amén de obligar a establecer en el mediano plazo reglas no escritas abre el debate sobre la responsabilidad de quienes ejercen el poder incluso en hechos con los que no tienen una relación directa. Una vez rotas las reglas no escritas, en cascada, como la crónica anuncia, seguirán otras víctimas, que a su vez, en general, son victimarios de otros con menos posibilidades de defensa.
No es un capricho aquello de que la ley no debe imperar por encima para los gobernantes y por debajo de los gobernados. El que la ley sea igual para todos y la aplicación de la Justicia única es en beneficio de todos. Cuando las reglas se rompen también los poderosos, más temprano que tarde, se convierten en susceptibles víctimas de otros que de momento, al menos, son o se sienten más poderosos.
Con los políticos pasa lo mismo que con los narcotraficantes. Hasta antes de que los políticos hubieran apostado por lo que consideraron las ventajas de entrar en el negocio. Lo que a la larga, como toda apuesta al crimen, tenía que salir mal para el país. Los narcos se mataban entre ellos respetando a sus respectivas familias y si de casualidad eran detenidos sus cargamentos de droga por quien con ellos no estuviera “arreglado”, lo asumían como pérdida en el negocio y hacían lo propio cuando eran encarcelados. Soy testigo, me consta, que hasta que entraron los políticos en el negocio, es falso que fueran los narcotraficantes por la vida dando a elegir entre plata o plomo a aquellos que sabían los narcos que no iban nunca a arreglarse con ellos con esa sabiduría popular que los caracterizaba en mucha cosas, antes de la decisión infame de para proteger a un capo ayudado a escapar de la cárcel, se sacara a las Fuerzas Armadas a combatir a los enemigos de ese capo sin reglas. Se rompieron las reglas no escritas y convertido en genocida Calderón carga con 60 mil impunes ejecutados sobre su cabeza.
Y en cascada en el corto plazo seguiremos viendo el encarcelamiento de gobernantes. Lo que a mediano plazo quizá permita el que la función de gobernar vuelva a ser la de servir y no el negocio en que se encuentra convertida.
Un poco, aunque a la inversa todavía, sucede con el usurpador a raíz de la denuncia presentada contra Zedillo por su conocimiento previo de la masacre que en ACTEAL iban a cometer grupos paramilitares entrenados para asesinar con su venia, sin haber impedido la matanza que como salvajes nos volvió a definir a los mexicanos en el mundo. El usurpador, a través de su Secretaría de Gobernación, pide inmunidad a los gringos, esperando garantizarse para sí mismo cobijo e impunidad porque la aplicación de la Justicia, en el caso Zedillo, hace temer la Justicia que vendrá con relación al genocidio en contra de los pobres que Calderón sabe que sigue cometiendo.
La sola denuncia contra Zedillo es un hito, aunque haya sido presentada en el caso de algunas de las partes que puedan estar involucradas —que no es el caso de las víctimas— y el que Calderón y sus funcionarios busquen impunidad disfrazada de inmunidad da buena cuenta de que las cosas de a poco van cambiando, ayudadas por cuestiones como el encarcelamiento de Salazar Mendiguchía que pone en la picota también a Sabines, contra quien la crónica adelanta que se seguirá escribiendo similar historia en su caso a la de su antecesor contra el cual ejerce hoy una clara venganza por razones que la mayoría desconocemos. Pero que el exmandatario y el actual mandatario deben conocer del revés y del derecho. Y mal haría Sabines en hacer aparecer “suicidado” a su antecesor al que tendría que cuidar como a la flor más frágil de su futuro inmediato.
Me señala una de mis lectoras cautivas, una de mis nueras, abogada interesada en la ética, que a mi colaboración de ayer le puse el nombre de uno de los libros de Martha Nussbaum, una interesante y erudita filosofa estadounidense interesada también en la ética y en la filosofía de la antigüedad, de donde viene, por cierto, usado desde hace siglos por los griegos lo de llamar a determinadas aplicaciones no del todo legales, en ocasiones con la participación de lo que solemos pensar los mortales como intervención divina, justicia poética.
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