Monumento al enanismo
Francisco Rodríguez
Indice Político
Cortos de miras, siempre actuando en los bajos fondos, quienes aún
tienen en sus manos el manejo de los dineros públicos han construido ya
su propio sarcófago: una mínima pila de cuarzos en la que se reflejan su
verdadera dimensión y tamaño...
Signo de los tiempos: junto a los edificios que la bordean, la Estela de
Luz quedó chaparra. Es el monumento al enanismo político del panismo
que mal ha administrado al país en los últimos años. Un enanismo
político que no es sólo corto en sus miras y objetivos, sino que además
permanentemente actúa en los fondos de la bajeza.
Iba a ser un arco monumental, cual el diseñado por el mundialmente
reconocido Pedro Ramírez Vázquez, con el que se conmemoraría la grandeza
de dos gestas históricas fundacionales. Pero quedó en “palito” mal
plantado en la banqueta del Paseo de la Reforma.
Como el país, hundido en la mediocridad y enlodado por la corrupción.
¿Estela de luz? No. ¡Estela de corrupción! Retrata fidedignamente lo que
el sexenio calderonista ha significado para México: un monumento enano
de una administración enana: retraso, descomposición, fraude, cuentas
oscuras, favoritismos, desprecio por la ley, derroche, palabrería que no
va acompañada por los hechos, impunidad… y decepción generalizada.
Sólo los enanos aplaudirán a este monumento al enanismo, cual treta que
es parte de todo cuanto les sea posible para mantener al mundo bajo su
ridículo dominio.
Como es fácil de comprender, no es a la talla o estatura de estos enanos y menos aún a la complexión, a la que me refiero.
Es al otro tipo de enanos, “los que ni hacen ni dejan hacer, los que ni
comen ni... “. Los que sin capacidad de pensar se apropian de lo poco
que pueden del que genera algo positivo, al que sin embargo tratan de
oscurecer, entorpecer o anular… Y agotar hasta el grado en que éste,
lleno de hastío, abandona y decide dejar paso a “los enanos”, ya que en
la mediocridad de la que somos pasto, ellos son tan numerosos como las
hormigas, tan tenaces como éstas, pero con un sentido diferente, puesto
que el hormiguero es un cuerpo organizado herméticamente y el enano, por
encima de todo, es un individuo celoso y acomplejado que se cree
superior.
No hormigas, pero sí termitas, pues son capaces de corroer y extinguir
un cuerpo sano, dejando sólo la mínima parte de la corteza que lo
protege, para que aparentemente parezca que todo “va bien” y hasta hagan
discursos sobre ello o guiones para mensajes por la televisión.
Y mientras ese cuerpo aguante, permanecen en él. Luego, simplemente
tratarán de buscar a tiempo, otro cuerpo donde nutrirse y seguir
vegetando, puesto que el sino del enano es sólo y simplemente eso...
vegetar.
Suelen ser hábiles trepadores, pese a su corta estatura de miras. Saben
deslizarse por los pasillos y pasadizos, emplear las alabanzas y
genuflexiones necesarias, corrompen y se dejan corromper para llegar a
donde estiman “es su lugar” y desde donde exigirán el mismo –o mayor-
comportamiento que ellos mismos emplearon en tan singular traslado o
viaje, desde donde iniciarán toda clase de intrigas y maquiavelismos
para mantenerse o ascender de nuevo; importándoles un bledo lo que
ocurra a su alrededor, antes, durante y después. De ahí la terrible
frase que es su divisa: “después de mí… ¡el Diluvio!”.
Así, cualquiera que tenga un cierto grado de criterio propio, no le
queda otro remedio que permanecer de espectador contemplativo y de vez
en cuando y si es un poco osado, meter su aguijón con sumo cuidado, ya
que nadar “contra corriente” no es generalmente bien visto; y de
inmediato se arriesga a convertirse en el blanco de por lo menos mil
enanos. Aunque con uno solo basta.
Índice Flamígero: ¿Paradoja o parajoda? Programaron la inauguración de
la llamada Estela de Luz para hace 15 meses, pero la llevaron a cabo un
día antes. Se anunció que el ocupante de Los Pinos acudiría al lugar la
noche del domingo, pero ¿para evitar a quienes tenían planeado asistir?,
lo hizo a hurtadillas en las vísperas. + + + Al respecto me escribe un
asiduo lector: “Ya hay un nuevo apodo para los panistas. Ahora son ‘las
focas’. Porque después de hacer sus pendejadas, ellos solos se aplauden.
No más hay que ver el discurso triunfalista de Calderón en la
inauguración de le Estela de la Corrupción: como si no hubiera pasado
nada malo. Me uno en primera fila a la petición de que sea demolida o se
declare Monumento Nacional de la Corrupción”.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com
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