Editorial
En México,
virtualmente en manos de una clase alta extraordinariamente corrupta, y
de una clase baja verdaderamente parásita e ineficiente que juega el
juego de “Lo que hace la mano, hace la tras”.
Entendiendo que
si la clase político-gobernante comete todo tipo de atropellos que nos
hacen vivir fuera de un Estado de Derecho, de tal suerte que el
Presidente es el primero en violar la Constitución y las Leyes que
protestó cumplir y hacer cumplir, no puede esperarse que los ciudadanos,
cuales quiera que sea su condición, actúen de otra manera.
Y como los
sindicatos son parte activa de esa corrupción en la que vivimos los
mexicanos; y la ambición de muchos es tener una plaza (un cargo casi
inamovible que les garantice un sueldo seguro y hasta la posibilidad de
escalar a cargos de importancia mediante la despreciable práctica de la
lambisconería) es común que coloquialmente se diga que “Vivir fuera del
presupuesto, es vivir en el error”.
Pero finalmente
eso es lo que sucede en el mundo entero; y no solo a las personas, sino
también a las naciones. Y si los empleados recurren a las llamadas
“tandas”, que son una especie de cajas de ahorro gremiales, y los que no
tienen empleo recurren a los préstamos y a las casas de empeño para
alargar un poco su agonía económica; los Estados hacen exactamente lo
mismo.
Como viven fuera
del presupuesto gracias al dispendio y la vida poltrona de la clase
gobernante (que de mandatarios tienen lo que cualquiera podría tener de
extraterrestre) y que a eso es a lo que llaman Democracia, la que
finalmente no es otra cosa que un cuento con el que han traído a la
humanidad entera desde los tiempos del inmoral ateniense Pericles,
constructor, entre otras cosas del Partenón.
Es decir, hace
la friolera de XXV Siglos, que nos han engañado (y lo siguen haciendo)
con ese cuento, que última instancia es tan falso como el nacimiento del
niño dios y sus podridos representantes.
Cabiendo
recordar que si la Roma Imperial tuvo que recurrir a las conquistas para
salvar su economía, a partir de ese entonces, casi todas las guerras
que el mundo ha presenciado han funcionado al contrario.
Y el mejor y más
reciente ejemplo lo tenemos con los EEUU y sus infames, cobardes y
además fracasadas invasiones a Irak y a Afganistán, las que los han
llevado prácticamente a la ruina.
Ya que ni con
todo lo que se han robado, principalmente de Irak, incluyendo su
petróleo, han podido nivelar su precaria economía, a pesar de que muchos
particulares, entre ellos los banqueros sionistas, se han enriquecido
brutal e inmoralmente con ellas.
Y se habla de
inmoralidad, pues solo la guerra para derrocar y asesinar a Saddam
Hussein, les costó la fabuloso cifra de 800 mil millones de dólares; que
si fueran justamente divididos entre los 7 mil millones de habitantes
que sobre poblamos este hermoso Planeta, nadie moriría de hambre.
Y además el mundo entero caminaría por el sendero de la prosperidad y la paz; pues nadie tendría necesidad de envidiar a nadie.
Y si entendemos
que lo que uno gana es porque irremisiblemente otro (u otros) lo han
perdido, el deducir que algunos deben de tener esa incalculable cantidad
de dinero (y hasta más) podemos concluir que la ambición les ha roto el
saco (y hasta el cerebro)
Y para concluir,
quizá sea pertinente agregar, que el ser rico no es malo, lo malo es
comer como rico; pues recordando lo que decía Juvenal “”Mens sana y
corpore sano”, eso es lo que enferma el cuerpo y la mente, y
consecuentemente les embota el cerebro. Que ya en esas condiciones,
hasta llegan a oír que dios les habla y solo piensan en adorar al
becerro de oro.
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