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Chávez somos todos y todas, menos los oligarcas y sus representantes
por Sara Rosenberg
Larga vida al compañero presidente Chávez
No es fácil vivir -o sobrevivir- en estos tiempos aquí, en España.
No es fácil constatar cómo se destruyen las pocas conquistas que los
trabajadores después de siglos de lucha habían conseguido. No es fácil
encontrar un resto de alegría en un sociedad herida de muerte en sus
derechos sociales y políticos. Vivimos en un país saqueado por una clase
oligárquica y con seis millones de desempleados. Un país gobernado por
los gerentes de una mafia empresarial dispuesta a acabar con la
educación pública, la salud, los derechos laborales, el derecho al
trabajo, la vivienda, el transporte y la ley. No hay sector que no haya
sido esquilmado en nombre de lo que ellos han llamado crisis y que no es
más que la aplicación del programa neoliberal –capitalismo financiero
militar o simplemente robo con violencia- que les permite llenar sus
bolsillos y destruir lo que con mucho esfuerzo ciudadano -e impuestos
ciudadanos- se había creado. El modelo es harto conocido y sólo puede
ser frenado por la resistencia del pueblo y su organización.
Sin embargo, con un cinismo digno de
premio, los medios –que responden a las directivas de la mafia política
gobernante- no han cesado de desprestigiar, mentir y tergiversar
cualquier información sobre las transformaciones democráticas que se
operan en otros lugares del mundo. Sea en Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Brasil, y por supuesto en esa isla heroica, llamada Cuba que es un ejemplo de dignidad antiimperialista.
Los titulares de estos días sobre la
situación en Venezuela son dignos de una exposición en el museo de la
mentira y la calumnia. Pero enseñan mucho. Sobre todo nos enseñan a
conocer desde qué perspectiva están escribiendo e informando. El que
habla siempre se retrata a si mismo. Por eso vale la pena prestar
atención. Para entender cómo funciona el teatro de marionetas de la
muerte en que ellos actúan. En ese teatro el individuo y el actor
protagónico son esenciales. Sus trajes grises y su sonrisa postiza, sus
modales, sus palabras, sus cámaras, ese espectáculo del poder del
capital que habla de democracia mientras masacra a pueblos enteros en
guerras de saqueo, ese espectáculo del papel cuché y de las pantallas
que oculta cuánto roban y cómo están imputados en todo tipo de negocios
fraudulentos, ese espectáculo atroz de sus privilegios adquiridos por el
robo constante, por contratos turbios, por fondos bancarios
desaparecidos de un plumazo, por deudas contraídas de manera ilegítima,
ingeniería financiera y negocios también ilegítimos, explotación y
destrucción constante de puestos de trabajo y de derechos ciudadanos. Un
triste espectáculo de actos públicos llenos de palabras vacías y frases
dignas de idiotas. (Los griegos llaman idiota (idioteia) a aquel que es
incapaz de preocuparse de sus semejantes, por la res pública)
Ese triste espectáculo no existe en
Venezuela. La democracia participativa no es un espectáculo sino una
realidad palpable, construida entre millones. Son actos y políticas
concretas al servicio del pueblo. Las cifras económicas hablan
claramente: se invierte en vivienda social , en educación, en medicina,
en creación de infraestructuras, en todo lo que significa justicia
distributiva. Justicia para las mayorías.
Por eso los medios españoles deberían al
menos saber que cuando escriben o pantallean tantas mentiras sobre el
presidente Chavez, están midiendo el proceso de emancipación
latinoamericana con una vara equivocada. Lo están midiendo con la vara
del cinismo y la mentira que necesitan para ocultarnos, para
contagiarnos su idiotez, para que no veamos que otras opciones son
posibles y que están al alcance de nuestra mano porque dependen de la
voluntad política del pueblo y de sus representantes electos. Esa
enseñanza, ese proceso de emancipación es imparable. No basta con
plantearlo como si dependiera de un individuo porque es profundamente
colectivo. Y si algo se ha aprendido en estos últimos años es que como
decía el Che, esta inmensa humanidad latinoamericana ha dicho basta y ha
echado a andar. Es verdad que hemos tenido y tenemos la desgracia de la
enfermedad de un presidente que supo iniciar y darle continuidad a este
largo proceso. Es verdad que su presencia es importante para toda
America Latina, pero no se equivoquen , esta revolución popular, esta
revolución bolivariana no está en las página de papel cuché, está en la
calle: en cada mujer y en cada hombre y por eso se puede decir que Chávez somos
todos, es el pueblo que sabe cuales son sus derechos, es el pueblo
despierto y conciente de su camino. Un pueblo que defenderá lo que ha
conquistado y seguirá adelante.
Eso sí, no hay mentira mediática que
pueda detener la verdad que se impone con una evidencia arrasadora: con
el cumplimiento de la constitución votada por un pueblo soberano.
Nosotros estamos a años luz, porque
todavía ni siquiera hemos podido reformar una constitución legada por el
franquismo. No hemos podido ni siquiera sacudirnos el yugo monárquico.
Entre el robo de los yernos y los elefantes cazados mientras se presiden
organismos de defensa animal se perpetúa este lastre, esta clase
parásita. No hemos podido ni juzgar los crímenes del franquismo. No
hemos podido ni siquiera juzgar la malversación de fondos de los bancos.
La estafa pública, el nepotismo, el vaciamiento de las arcas del
estado, el acomodo, la falta de soberanía que significa entregar la
tierra a bases militares americanas y a casinos mafiosos y
prostibularios. Se persigue a los jornaleros que piden tierra para
trabajar, a los jóvenes que protestan contra la injusticia, a los
ancianos con la jubilación recortada, al trabajador en paro, a esos que
el poder escupe con total cinismo porque “han vivido más allá de sus
posibilidades”, que era callar y obedecer mientras se es saqueado por la
mafia oligárquica y los señores de la guerra.
Sin embargo, no pueden ya ocultar que
esta revolución bolivariana no depende de un solo hombre, sino de un
colectivo y de unos intereses políticos que han sido capaces de
organizarse y que serán defendidos por todos y todas.
El individualismo es inútil y el punto
de vista que adopta el imperio para denigrar los auténticos procesos
democráticos sólo confirma que hablan desde la dictadura del capital y
por eso desde la muerte. Jamás desde la vida y para la vida. Pero
venceremos y viviremos, porque somos la mayoría y una mayoría que está
en marcha hacia una sociedad más justa, más humana, más igualitaria.
Viviremos y Venceremos. Larga vida al compañero presidente Chávez, que
vive en la revolución bolivariana y en cada uno de nosotros.
Ojala fuéramos capaces, desde este
castigado país, de crear un inmenso frente internacionalista y
solidario. (Tomado de La pupila insomne)
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