¡¡Exijamos lo Imposible!!
Blog Pedro Echeverria
Como quieren los señoritos: una izquierda bien portada, decente, moderna, colaboradora
Pedro Echeverría V.
1. Hace cinco días escribí un artículo sobre el “pacto” firmado por
el PRI, PAN, PRD y otros, para facilitar al nuevo gobierno del PRI, de
Enrique Peña Nieto, a imponer sus reformas privatizadoras; hoy he
escuchado al académico Lorenzo Meyer exponer sus puntos de vista sobre
el zapatismo, el partido Morena y el tipo de demandas “de simple
reacción” o “defensista” que plantea la izquierda ante la fortaleza del
poder de la clase dominante. Quiero decir que concuerdo con Meyer y con
un numeroso grupo de estudiosos que se ha dado cuenta que
desaparecieron, por lo menos desde 1977 (cuando la repartición), las
demandas revolucionarias, socialistas, anticapitalistas y que ahora casi
todas la izquierdas son socialdemócratas, reformistas, que sólo
reaccionan o se defienden ante los avances de la derecha. No sólo se
estancó la izquierda sino que camina para atrás.
2. Escribí entonces que en los años sesenta y setenta las
organizaciones de izquierda contábamos con un “programa máximo” y un
“programa mínimo”, así como en otras ocasiones con un “programa de
transición”. Que siempre predominó entre los militantes el “programa
máximo”, es decir, la lucha contra el sistema capitalista, la batalla
contra el Estado y su gobierno al servicio de los grandes empresarios y
de los EEUU; por el contrario, el “programa mínimo” era para nosotros
simples demandas reformistas necesarias con el fin de animar al pueblo a
defender sus intereses gremiales o económicos inmediatos y así
convencerlos de defender sus intereses históricos o de clase explotada.
El objetivo de la izquierda era la formación ideológica y política de
los militantes para que aprendan a diferenciar la lucha contra el
capitalismo y las simples batallas locales o gremiales.
3. Decía que, sin embargo, después de la maldita reforma política
reyesheroliana de 1977 que compró a todos los partidos con dinero
sonante y contante, que ofreció diputaciones y senadurías, otorgó
programas en televisión y creó enormes subsidios a los partidos,
desaparecieron en todos los programas políticos los programas máximos o
anticapitalistas y todo se convirtió en programas mínimos de reformas
dentro del sistema capitalista. Después de 35 años hablar de
anticapitalismo, de revolución, de escuelas socialistas, parece ya de
mal gusto, muy aburrido, sectario y hasta abstracto. No me cabe la menor
duda del gran triunfo de la burguesía dominante en asuntos ideológicos
dado que pudo extirpar el pensamiento de izquierda para convertirlo en
reformista o socialdemócrata. Hoy personajes al estilo de los
socialdemócratas del PRD son idénticos al PRI y al PAN.
4. Y debe quedar muy claro que el cambio de demandas anticapitalistas
por reformistas no es por simple oportunismo de los “chuchos” de la
llamada “Nueva Izquierda” del PRD y otros, sino que se debe –además de
la coyuntura económica mundial o el reflujo- en México, al “eficiente
trabajo” de la clase política, empresarial y de los medios de
información que han propagado por todos los rincones del país consignas
contra la izquierda, contra su radicalismo y como “creadora de la
violencia”. Mediante las falsas consignas del “diálogo”, la “apertura”,
la “democracia”, el “Estado de derecho”, “la unidad nacional”, la
“libre empresa”, se ha hecho una gigantesca campaña contra las
manifestaciones, los bloqueos, las presiones, contra los métodos de
Fidel Castro o Hugo Chávez, obligando a la izquierda a negar.
5. Por ello López Obrador siempre tuvo (y tiene) el cuidado de no
hablar bien de Castro o de Chávez; de no condenar las intervenciones del
imperialismo en varias partes del mundo, de evitar que sus partidarios
salieran a la calle en 2012 en sus protestas, de subrayar que es
pacifista; inclusive se vio obligado a hablar de “República amorosa” y a
repetir que se portaría muy bien. Por eso el doctor Meyer reconoció
que –a pesar de sus retiros durante varios años- quizá lo único que
queda en la izquierda es el zapatismo, porque los demás sólo están
“reaccionando” ante las poderosas imposiciones de la clase en el poder,
señaló. Sólo falta que nos prohíban manifestarnos en las calles y
escribir para que nos den el título de bien portados, decentes y de
buenos mexicanos, tal como a los “Chuchos”.
6. Someter las luchas de la izquierda ha sido una gran victoria de
las clases dominantes, en particular de los medios de información. Ya
pronunciar las palabras “revolución obrera”, “lucha de clases”,
“imperialismo”, “explotación capitalista” , suena mal porque la clase
dominante se ha burlado de ellas o de plano las ha prohibido. Por el
contrario se ha propagado el “pluralismo”, lo “incluyente”, “el todos
caben” para demostrar que no hay clases sociales ni intereses distintos.
Si bien la era de los partidos políticos parecen estarse superando, no
puede negarse que los movimientos de los miserables, explotados,
oprimidos, marginados, que son el 80 por ciento de la población, deben
agruparse para luchar contra sus explotadores y opresores. Ya no es sólo
el proletariado de la gran industria, sino de todos los oprimidos.
7. Y pareciera que todas las izquierdas debería convertirse en
reformistas o socialdemócratas porque es el único lenguaje inmediatista
que entiende el pueblo. Y si así fuera, entonces tendremos que aceptar
en conformidad otros 100 o 200 años de miseria y explotación contra el
80 por ciento de los pobres de siempre. Tendríamos –como ha dicho el
presidente Mujica de Uruguay- que ver al socialismo como un lindo sueño
que “no perjudica a nadie”. ¿O debería decir, como alguno de mis amigos,
que “si el esclavismo y el feudalismo duraron más de 1500 años, habría
que esperar parecida cantidad de años de capitalismo”. O será mejor
decir: no hicimos ninguna revolución pero qué bien nos hemos divertido
durante 60 años. Hay que reflexionar en serio. (7/I/13)
Consultar: http://pedroecheverriav.wordpress.com
pedroe@cablered.net.mx
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