El obispo y su comedia de enredos

Escrutinio
Juan José Morales
Si hubo llamada telefónica del Papa o éste usó los canales diplomáticos usuales —el embajador de México ante el Vaticano o el nuncio apostólico en México—, da lo mismo. Lo que sí parece haber quedado claro después de esa minicomedia de enredos protagonizada por el obispo de Mexicali, José Isidro Guerrero, el gobierno de Felipe Calderón y las autoridades eclesiásticas, es que la Suprema Corte se vio sometida a presiones por parte del Vaticano en el debate para dictaminar sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de las llamadas leyes de defensa de la vida aprobadas por las legislaturas de Baja California y San Luis Potosí.
El sainete comenzó cuando, rebosante de euforia ante el apretado fallo de la Corte —en el que por un solo voto de diferencia se mantuvieron las tales leyes— el prelado bajacaliforniano se jactó ante las cámaras de televisión de que, cuando “casi perdíamos... una llamada del Papa, no sé a quién, no me pregunten, cambió todo”.
Por supuesto, las palabras del obispo desataron una tormenta política, pues con ellas admitía que el Papa, quien —hay que subrayarlo— además de máximo jerarca de una religión es un Jefe de Estado y de Gobierno extranjero, había intervenido en los asuntos internos de México. Por ello, el gobierno de Calderón se apresuró a negar el hecho, y en Roma hizo lo propio el portavoz oficial del Vaticano, Federico Lombardi, quien declaró: “La versión no tiene fundamento, se debería preguntar al obispo de dónde obtuvo esa información. De todas maneras es muy raro que el Papa haya presionado por teléfono.”
Si se analizan las palabras de Lombardi, se advertirá que —si acaso— niega que hubiera habido llamada telefónica, pero no presiones del Papa. De manera implícita, dijo que el sumo pontífice no acostumbra presionar por teléfono sino de otras maneras. Y de hecho, eso fue lo que a su vez precisó el propio obispo Guerrero, aunque ya no por boca propia sino a través del vocero de la Diócesis de Mexicali, el cura Sao Yoshio, quien precisó que “no había sido una llamada telefónica, sino el apoyo de carácter diplomático de la Santa Sede, lo que dijo el Obispo no era la idea, simplemente lo que quiso decir, era que se tenía el apoyo incondicional del Papa para los temas en pro de la vida”.
Pero esta escurridiza declaración no implicaba una retractación del obispo sino sólo intentaba matizar o suavizar su declaración, de modo que tuvo que intervenir la Conferencia del Episcopado Mexicano —que agrupa a todos los obispos del país— para desmentir a Guerrero, cuyas palabras, según la CEM, “carecen de fundamento”.
Ni aun así, empero, admitió el prelado bajacaliforniano que sus declaraciones fueran falsas. En un boletín de prensa fechado el 30 de septiembre, expedido por la Dirección de Comunicación Social del Obispado de Mexicali, se dice elusivamente: “El Obispado de Mexicali asume las declaraciones emitidas hoy por la Santa Sede a través de su portavoz Pbro. Federico Lombardi y lo emitido por la Secretaría General de la Conferencia del Episcopado Mexicano en torno a que su Santidad Benedicto XVI no realizó ninguna llamada telefónica a nuestro país para que pudiera influir en las decisiones de los Ministros de la Suprema Corte...”
Y agrega el boletín: “La Diócesis de Mexicali reitera su respeto irrestricto a los Poderes de la Unión, en especial a los Ministros de la SCJN, y a sus decisiones.”
Mientras tanto, al obispo Guerrero parece haberle comido la lengua el gato, pues ya no ha vuelto a decir palabra sobre el asunto.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
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