No más campañas, por favor...
PABLO ALARCÓN-CHÁIRES
Sin propuestas innovadoras, las campañas de los diferentes aspirantes en el actual proceso electoral han resultado intrigantes, falsas, clientelares, impositivas, inequitativas, burlonas, irrespetuosas, hostigantes, descalificadoras y demasiado desgastantes. Pero no únicamente para ellos, sino principalmente para la sociedad.
Estamos cansados de que, más que alternativas y diálogo, se ofrezcan confrontaciones y espectáculos denigrantes; que las esperanzas laborales para los jóvenes se remitan a contratos temporales como promotores de votos de ideologías que les son ajenas; nos fastidia el reciclaje de personajes políticos nefastos que perpetúan un sistema injusto que clausura la posibilidad ciudadana de acceder al poder; estamos hartos del nepotismo que niega la posibilidad de que mejores ciudadanos tomen las decisiones trascendentes que deben cambiar nuestra realidad; de que las violaciones a nuestra privacidad a través de la difusión de nuestros datos personales se constituya en herramientas electorales; de que viejos caciques universitarios den entrada a porros en procesos que pretenden democracia.
Estamos cansados de ser los gobernados, los que tienen que elegir entre candidatos que nos son completamente ajenos; de la sonrisa a flor de piel y actitudes republicanas olvidadas cuando se sale triunfante; de la interminable lluvia de promesas electorales que pretende entusiasmarnos a través de la telefonía, Internet, televisión, espectaculares, radio, personal y escrita, es decir, utilizando el secuestro del espacio público y privado; de la incongruencia que significa buscar culpables por todas partes a la violencia y situación económica actual, cuando el origen está a un lado; de que se entreguen medallas a políticos para que entren en el juego cuyo fin oculto es dividir la izquierda mexicana.
Nos molesta ver personajes políticos ajenos a nuestro estado de Michoacán y, por lo tanto, ignorantes de nuestras necesidades, hacer propaganda por tal o para cual; saber que se pretende comprar conciencias a través de tarjetas “milagrosas” intercambiadas por credenciales electorales; que se abuse de la necesidad de la gente con propuestas otrora populistas; que se ignore la importancia y relevancia de los temas ambientales, pero que se esgriman como bandera política; que los medios informativos nos saturen con agendas políticas electorales cuyas propuestas conocemos desde los inicios de la campaña; que nos cosifiquen y supongan de nosotros un mero medio para llegar al poder y no como verdaderos agentes de cambio; que la poca confiabilidad en este sistema democrático nos lleve a pensar que exista la posibilidad de acuerdos en las cúpulas políticas previamente establecidos y que todo esto sea una farsa; que promesas incumplidas de anteriores administraciones se olviden y se siga apostando por lo mismo; que las políticas no sean públicas sino de gobierno.
Pero también es molesta nuestra falta de autocrítica como sociedad que nos ha llevado a dejarnos manipular; que pensemos en la democracia únicamente como un proceso electoral y no como inicio de la participación social; que sigamos siendo una sociedad pasiva, temerosa, expectante, sumisa y callada, es decir, que continuemos negándonos a ser ciudadanos y a asumir nuestra responsabilidad como tal para con nuestro país.
El día que logremos el empoderamiento social, entendido éste no únicamente como afán confrontador con el poder establecido, sino como propuestas y actos creativos plenos de componentes sociales, seductores del cambio y movedores de conciencias, sólo entonces tendremos el derecho a exigir campañas, candidatos y candidatas de mejor calidad. Mientras tanto…
palarcon@oikos.unam.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario