¡¡Exijamos lo Imposible!!
La fallida derecha panista
María Teresa Jardí
No atino a decidirme sobre cuál es el peor de los problemas que Calderón le deja al país como condena. La gravedad de la inmensa mayoría hace casi imposible elegir uno que sea peor que los otros, igual de difíciles.
La paramilitarización nos habla de la existencia de sicarios a modo del sistema que Calderón impulsa haciendo la limpia de mexicanos pobres, con los que además se llenan las cárceles como otra forma de restarlos de la vida y nos hemos acercado a lo que debe estar sucediendo también con los internamientos en los manicomios.
Calderón es fascista y como Hitler impulsa la locura colectiva a base de generar el miedo en otro, al que no es igual, al distinto en el color de la piel o en el habla del que, perteneciendo a una nación indígena, busca conservar su lengua materna.
La educación cuadriculada se ha impuesto para convertirnos apenas en fantasmas destinados a la maquila.
El entreguismo abominable incluso de los responsables de la seguridad del país frente a otros países. En cualquier lugar del mundo sería removido de inmediato un Secretario de Marina que hubiera entregado al imperio yanqui información no dada a conocer a los nacionales del país ¿al que sirve? ¿Qué valor puede tener el desmentido del Secretario de la Marina? ¿Se trata de una agresión de los norteamericanos la filtración de la nota de un hecho que en todo caso a los mexicanos nos compete conocer en primera instancia? ¿Dónde están, entonces, las notas inmediatas de condena de la Secretaría de Relaciones Públicas? ¿La llamada del embajador mexicano en el país vecino de entrada como consulta? ¿La condena del usurpador?
Es peor aún lo que la nota refleja. El usurpador fascista busca convertir en terroristas a los mexicanos, porque ese es el mandato recibido del maldito imperio yanqui. Y, haciéndole el favor, se inventaron el complot, es obvio, que además le pega a la capital de la república, y a una céntrica colonia habitada por seguidores de AMLO, gobernada por el PRD.
Calderón ni siquiera finge que, usurpando, gobierna en México y no en Disneylandia.
La miseria, la impunidad, la injusticia, el pisoteo a la dignidad, la corrupción sin límite de la clase política, que desde la derecha, cuando no abre las puertas a los narcos, los aprovecha —que no combate— para ejecutar a los pobres, mientras se encubre con una falsa guerra la corrupción en la entrega que de los bienes de la nación se hace ya sin reglas.
Todos problemas muy graves. Ni qué decir de la desaparición del Estado de Derecho y del desarme de la estructura ética de las instituciones. Y eso sin entrar a analizar el manejo de Pemex o la minería en manos de empresas extranjeras, el rescate de los bancos o el crimen que también es parte de la limpia que se comete en los reclusorios donde se hacina a inocentes por ser pobres o los hospitales donde, por carecer de todo, ya ni vacunas para los recién nacidos tienen.
Es difícil elegir el más grave de todos. Pero uno de una gravedad mayúscula es el de la producción en masa de asesinos seriales, que también como pesadilla nos vaticina un paso más en la condena al Infierno en que nos ha adentrado la derecha panista, tan fallida, como el estado que deja. Llegada como esperanza de cambio, fallido también con Fox y el usurpador Calderón.
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